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Joven pudo recibir un trasplante de riñón durante la pandemia en Argentina: esta es su historia
04:59 - Fuente: CNN

Nota del editor: Reid Alexander relató esta historia a Faith Karimi. Es un joven de 24 años de Colorado que luchaba contra una enfermedad renal antes de conocer a Rafael Díaz, de 28 años, que se convertiría en su marido. Aquí, Alexander relata su historia como pareja y expresa su agradecimiento a Díaz por haberle cambiado la vida.

(CNN) – Ha sido un año muy intenso desde que conocí a Rafael en Tinder. En pocos meses, tenía un alma gemela y un marido.

Luego, gracias a él, recibí otro regalo que cambió profundamente mi vida.

En agosto del año pasado, nos conocimos en Tinder. Al más puro estilo Millennial, compartimos inmediatamente nuestros Snapchats y luego nuestros números de teléfono. Dos semanas después, tuvimos nuestra primera cita: un paseo por el parque local de Denver, donde vivíamos.

Desde entonces somos inseparables.

En nuestra segunda cita, Rafael estaba haciendo tacos y salsa verde en mi casa, y le dije que no le echara mucha sal. Así fue como descubrió que yo tenía el síndrome de Alport, una enfermedad genética que provoca daños permanentes en los vasos sanguíneos de los riñones. Lo tenía desde los 17 años y, cuando lo conocí, mis riñones funcionaban solo al 20%. Tenía una larga lista de alimentos que no podía comer: cualquier cosa con demasiado sodio, potasio o fósforo.

Una mañana, Rafael vio las 15 pastillas que ingería a diario para mantener mi función renal. Se quedó atónito cuando se dio cuenta de lo grave que era. Entonces buscó sobre la enfermedad. Sus primeras palabras fueron: “Bueno, vale, esto es serio”.

Más de un año después de aquella primera cita, estamos ahora en casa de mis padres en Kokomo, Indiana, recuperándonos juntos después de que los cirujanos trasplantaran uno de los riñones de Rafael en mi cuerpo. Rafael se maravilla de lo increíble que es dar a alguien una oportunidad de tener un futuro saludable.

Casi 107.000 personas en todo el país necesitan un trasplante de órganos que les salve la vida. Tuve mucha suerte de recibir el mío del amor de mi vida.

Al principio tenía dudas. Pero Rafael no.

Él y yo hemos tenido días llenos de miedos y lágrimas. Pero también ha habido amor, risas y muchas comidas caseras. A lo largo de los efectos de mi enfermedad, que incluyen la pérdida de audición, pantorrillas hinchadas y poca energía, Rafael ha estado a mi lado.

En septiembre, un mes después de conocerlo, me preparaba para colocarme una fístula en el brazo, un procedimiento en el que se conecta una arteria con una vena mediante dos catéteres para preparar la diálisis. Fue la primera vez que a Rafael se le pasó por la cabeza la idea de ser donante. Cuando me lo planteó, al principio dije que no.

Más tarde me sometí a diálisis tres veces por semana y programé nuestras citas en torno a ella. Mis sesiones de diálisis empezaban cerca de las 5:30 de la mañana y cada una duraba unas cuatro horas, es decir, 12 horas a la semana.

Eso había sido la gota que derramó el vaso para Rafael. Él se plantó y comenzó el proceso para saber si era un donante compatible. Ni siquiera pensó mucho en la decisión. Dijo: “¡Hagámoslo! Lo necesitas”.

Rafael Díaz, a la izquierda, y Reid Alexander se operaron casi un año después del día en que se conocieron.

Una noche de febrero, estábamos cenando en un restaurante italiano cuando Rafael fue al fondo y pidió que pusieran la canción de Adele, “Make You Feel My Love”:

When the rain is blowing in your face
And the whole world is on your case
I could offer you a warm embrace
To make you feel my love ….

Entonces se arrodilló y me propuso matrimonio.

Comenzamos las pruebas justo después de nuestra boda

En abril, celebramos una pequeña boda en un parque de Littleton, un suburbio de Denver, para ahorrar dinero para los procedimientos renales. No fue la gran boda que habíamos previsto en un principio.

El día de nuestra boda, recibí una llamada diciendo que había un riñón disponible para mí en Indianápolis. Tenía que llegar a alguien de inmediato, pero yo estaba a 1.600 kilómetros de distancia, así que no pudo ser. Se habían puesto en contacto conmigo porque había pasado la mayor parte de mi vida en una pequeña ciudad de Indiana y estaba inscrito en el hospital Indiana University Health.

Tres días después de casarnos, Rafael comenzó oficialmente las pruebas para convertirse en mi donante de riñón. (De los aproximadamente 6.000 trasplantes de donante vivo que se realizan al año en EE.UU., cerca de 800 son de un cónyuge o una pareja). Para entonces, llevaba un año en la lista de trasplantes.

Los dos trabajábamos en un restaurante de Denver y la idea de quedarnos sin trabajo al mismo tiempo me dejaba intranquilo.

Entonces, un día, Rafael recibió un correo electrónico en el que le decían que era compatible para ser mi donante. Dos cirujanos y un nefrólogo del Indiana University Health estaban preparados para realizar la operación. Cuando me lo dijo, pensé que estaba bromeando.

Abrumados por la noticia, ambos nos pusimos a llorar.

Este agosto, casi un año después de conocernos, Rafael fue operado durante tres horas en Indiana University Health para extirparle el riñón derecho. Poco después me sometieron a una operación de trasplante de tres horas.

Estábamos en recuperación en plantas diferentes y no nos vimos durante un día, pero nos pusimos en contacto por FaceTime con frecuencia.

Al segundo día, Rafael les dijo a las enfermeras: “Llévenme con la silla de ruedas a ver a mi marido o iré yo mismo”. Y así lo hicieron.

Nos estamos recuperando de la operación. Mi cuerpo ya se siente mejor

Más de un mes después, seguimos recuperándonos en casa de mis padres en Indiana. Estaremos aquí unos tres meses de cuidados posteriores, y luego transferirán nuestro caso a nuestro hospital local en las afueras de Denver.

Nuestros amigos han estado recaudando fondos para ayudarnos a pagar los costos de la atención médica y los gastos, como el alquiler de nuestro apartamento en Denver, ya que ninguno de los dos trabajamos.

El día después de sus cirugías en Indiana University Health, Díaz insistió en que las enfermeras lo llevaran a ver a su marido.

Un trasplante cambia la vida. Mi cuerpo se siente diferente y mucho mejor. Mis niveles de energía también son mayores. Ahora podremos ir de excursión y acampar en las montañas de Colorado, cosas para las que antes estaba demasiado cansado.

Nunca he sido una persona madrugadora, pero esta operación ha cambiado eso. Ahora soy yo quien se levanta temprano y pone en marcha el día.

Y mi dieta ya no es tan restringida. Antes, sobrevivía principalmente a base de arroz y verduras. No podía comer macarrones con queso, una de mis comidas favoritas, pero ahora por fin puedo disfrutarla.

También puedo cocinar el plato favorito de Rafael, pasta Alfredo, con mucho queso parmesano, y ambos podemos comerlo. Antes de la operación, él se sacrificaba y solo comía lo que yo podía comer.

Lo hacemos todo juntos. Y, como dijo Rafael, nos hacemos reír todo el tiempo.

Cuando entras en la lista de trasplantes, te dicen que te prepares para esperar cinco años. La idea de que iba a recibir un riñón en un año no se me había cruzado por la mente. Nunca pensé que me mudaría al otro lado del país y conocería al amor de mi vida, y que él también acabaría siendo mi donante de riñón.

Rafael y yo tenemos ahora la oportunidad de construir nuestra vida juntos. Lo amaba mucho antes, y lo amo aún más ahora. No sé qué podría hacer para demostrarle todo mi agradecimiento.

Me dio más que amor. Me dio un futuro.