CNNE 961919 - analizan la piel de un perezoso gigante milenario
Analizan la misteriosa 'armadura' interna de perezoso gigante de hace más de 13.000 años
00:54 - Fuente: CNN

(CNN) –  Los perezosos modernos se trepan a los árboles, se mueven a un ritmo lento y tienen una dieta vegetariana, pero no se puede decir lo mismo de su pariente extinto, el milodón.
Este antiguo perezoso de tierra, que vivió en Sudamérica hasta hace unos 10.000 años, se alimentaba tanto de carne como de plantas, por lo que era omnívoro. El hallazgo, basado en una nueva investigación, contradice los conocimientos científicos anteriores sobre estas gigantescas criaturas extintas.

“No se puede determinar a partir de nuestra investigación si eran carroñeros esporádicos o consumidores oportunistas de proteína animal, pero ahora tenemos una fuerte evidencia que contradice lo que se había asumido tradicionalmente de que todos los perezosos eran forzosamente herbívoros”, dijo la autora principal del estudio Julia Tejada, investigadora asociada del Museo Estadounidense de Historia Natural e investigadora posdoctoral de la Universidad de Montpellier, Francia, en un comunicado.

En la actualidad solo existen seis especies de perezosos, y todas ellas viven en los árboles de las selvas tropicales de Centro y Sudamérica.

Pero los antiguos perezosos de tierra eran otra historia. Algunos de ellos alcanzaban el tamaño de los elefantes y vivían en una amplia gama de hábitats, desde Alaska hasta el extremo de Sudamérica.

El perezoso del estudio, conocido como perezoso terrestre de Darwin, o Mylodon darwini, probablemente alcanzaba los 3 metros de longitud y pesaba entre 1.007 y 1.996 kilogramos. El análisis de las mandíbulas y los dientes conservados como fósiles de los antiguos perezosos, así como el excremento fosilizado, siempre han sugerido que el milodón y otros perezosos terrestres extintos comían plantas como sus homólogos modernos.

Sin embargo, estas pistas no revelan toda la historia de lo que un animal comió durante su vida, especialmente si ese animal estaba hurgando en la basura.

Nuevas pruebas a partir del trabajo de análisis químico

Los investigadores realizaron un análisis químico de los aminoácidos, los componentes básicos de las proteínas, que se conservaban en el pelo de los especímenes de milodón. Cuando un animal come determinados alimentos, los isótopos de nitrógeno quedan atrapados en los aminoácidos, que luego dejan un rastro en el tejido corporal, como el pelo o las uñas, y en el colágeno, que puede encontrarse en los huesos y los dientes.

Las señales de isótopos de nitrógeno pueden mostrar si un animal era herbívoro, carnívoro u omnívoro.

En este caso, el análisis reveló que el perezoso terrestre gigante comía tanto carne como plantas. Los investigadores califican al perezoso de “omnívoro oportunista”, lo que significa que puede haber hurgado en los cadáveres de otros animales o haber ingerido proteínas animales de los huevos.

Además de estudiar el pelo del milodón, los investigadores analizaron muestras de siete especies de perezosos y de sus parientes cercanos los osos hormigueros, tanto vivos como extintos, para comparar. El equipo también estudió una amplia gama de omnívoros modernos.

La piel y el excremento del milodón están expuestos en el Museo Estadounidense de Historia Natural.

Otro perezoso extinto que estudiaron los científicos, un perezoso de tierra llamado Nothrotheriops shastensis que vivió en Norteamérica, resultó ser un herbívoro. Pero el milodón destacó como un claro omnívoro.

Investigaciones anteriores han sugerido que no había suficiente vegetación para mantener a todos los herbívoros que vivían en esa época en Sudamérica, por lo que el milodón podría haber recurrido a otras fuentes de alimento. El nuevo estudio apoya esta hipótesis.

“Estos resultados, que proporcionan la primera evidencia directa de omnivoría en una especie de perezoso antiguo, exigen la revaluación de toda la estructura ecológica de las antiguas comunidades de mamíferos en Sudamérica, ya que los perezosos representaron un componente importante de estos ecosistemas en los últimos 34 millones de años”, dijo Tejada.

El estudio se publicó en octubre en la revista Scientific Reports.