(CNN) – Los migrantes iraquíes que viajaron a Belarús en las últimas semanas, gastando los ahorros de toda su vida en billetes de avión y esperando en el limbo en campamentos improvisados helados con la esperanza de cruzar a Europa, están siendo enviados de vuelta a casa.
El gobierno iraquí comenzará este jueves a repatriar a los ciudadanos que solicitaron marcharse después de que un enfrentamiento de un mes en la frontera entre Belarús y Polonia los dejara derrotados, con sus sueños de una nueva vida truncados.
Unos 430 ciudadanos iraquíes trasladados desde la frontera a Minsk, la capital de Belarús, iban a ser evacuados el jueves en un avión de Iraqi Airways, según informó el Ministerio de Transporte iraquí en un comunicado.
Pero hasta 1.000 migrantes desesperados y cada vez más frustrados siguen apostados cerca del paso fronterizo de Bruzgi-Kuźnica, dos días después de que se produjeran allí violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad polacas y de que los guardias fronterizos bielorrusos trasladaran a algunos migrantes a un refugio en un almacén cercano.
Heshw Muhammad, una joven de 27 años del Kurdistán iraquí, dijo que desconfiaba de ir a este almacén, temiendo que las autoridades bielorrusas la deportaran a ella y a su familia devuelta al Kurdistán iraquí, donde dice que no les queda nada. Lleva dos semanas acampando a temperaturas bajo cero con su marido y sus hijas pequeñas, de 2, 4 y 7 años.
“Antes de que mis hijos mueran, necesitamos ayuda. Tengo [un] mensaje, queremos pedir ir a Alemania”, dijo.
500 intentos de cruzar a Europa en 24 horas
Las autoridades polacas afirmaron el jueves que los inmigrantes seguían intentando cruzar la frontera cerca de Bruzgi, con 500 intentos de romper la valla de alambre de espino en 24 horas, a veces en grupos de hasta 500 personas. El Ministerio de Defensa de Polonia informó de que unos 100 inmigrantes fueron detenidos tras intentar cruzar juntos más al sur, en Dubicze Cerkiewne.
Las tensiones han disminuido desde el dramático estallido de violencia que se produjo el martes cerca del puesto de control, cuando los inmigrantes empezaron a correr por la frontera, lanzando piedras, ramas de madera y otros desechos a las fuerzas de seguridad polacas. Los agentes polacos respondieron con cañones de agua y gases lacrimógenos.
En lo que parecía ser una medida para desescalar la situación, los guardias fronterizos bielorrusos han trasladado a muchos de los migrantes a un refugio en un almacén cercano, donde duermen en finos colchones y reciben té caliente, pan y tratamiento médico de la Cruz Roja bielorrusa, la Agencia de la ONU para los Refugiados y otros grupos de ayuda. Muchos de los migrantes temen que su nuevo alojamiento sea sólo un primer paso en un proceso de deportación a sus países de origen.
El deterioro de las condiciones en la frontera oriental de la Unión Europea subraya el sombrío costo humano del estancamiento geopolítico que se está produciendo entre Belarús, aliada de Rusia, y Polonia, miembro del bloque de la UE y de la OTAN. Ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder, dejando a los inmigrantes atrapados en el medio. Al menos nueve personas han muerto en la frontera en las últimas semanas, muchas de ellas por hipotermia, según la agencia de la guardia de fronteras polaca.
Ahmed al-Hassan, un joven sirio de 19 años que se ahogó en un río el mes pasado cuando intentaba cruzar desde Belarús, fue enterrado el martes en una pequeña ciudad del noreste de Polonia. Su afligida familia en Siria vio el servicio fúnebre con antorchas a través de una conexión de vídeo.
Miles de inmigrantes como Al Hassan —la mayoría procedentes de Oriente Medio y Asia— comenzaron a aparecer en el lado bielorruso de la frontera durante el verano, caminando a través de bosques, ríos y pantanos, para llegar a Polonia, Lituania y Letonia, en su búsqueda de una vida mejor en Europa. Pocos lo han conseguido.
E incluso para los que han cruzado a Polonia, es incierto si se les permitirá quedarse.
CNN habló con dos hermanos afganos, de 20 y 21 años, que caminaron a pie durante días por los bosques de Belarús y cruzaron la frontera hacia el este de Polonia, donde dijeron que les esperaba un contrabandista que les llevó a Varsovia. Pero poco después de llegar a la capital, fueron detenidos por la policía.
Destino final de los migrantes: Alemania
Los hermanos estaban siendo tratados en un hospital del este de Polonia por hipotermia. Dicen que están desesperados por reunirse con su tío en Alemania, pero no están seguros de que las autoridades polacas les permitan continuar su viaje.
“Cuando el gobierno cambió [y los] talibanes tomaron el control de Afganistán, todo el mundo dejó sus trabajos y mis padres no están trabajando en este momento, no hay dinero, no hay comida… No puedo recibir educación, hace mucho tiempo que las escuelas y las universidades están cerradas”, dijo uno de los hermanos. “Por eso quiero ir a Alemania”.
La policía de Polonia se llevó a los hermanos del hospital luego de la entrevista con CNN. No está claro a dónde los llevaron.
Polonia está en el punto de mira de las organizaciones internacionales de ayuda, que dicen que están violando el derecho internacional al empujar a los solicitantes de asilo de vuelta a Belarús, en lugar de aceptar sus solicitudes de protección internacional. Polonia defiende sus acciones, diciendo que son legales.
Las autoridades del otro lado de la frontera, en Belarús, dijeron el miércoles a CNN que estaban esperando noticias de los funcionarios en Múnich, Alemania, sobre un posible “corredor humanitario” para transportar a los migrantes al país. El presidente Alexander Lukashenko se ofreció el lunes a llevarlos a Berlín en su aerolínea estatal si Polonia se negaba a abrir su frontera.
Pero esa opción parece increíblemente improbable. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Mass, dijo el lunes por la noche que Alemania no acogería a los inmigrantes y que el plan de la Unión Europea era que volvieran a casa.
En su segunda llamada telefónica en casi el mismo número de días, la canciller alemana Angela Merkel habló con Lukashenko el miércoles para subrayar la necesidad de garantizar la atención humanitaria y las oportunidades de retorno de los afectados, con el apoyo de la ONU y en cooperación con la Comisión de la UE.
Anteriormente, el miércoles, la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la Comisión movilizaría 700.000 euros (unos US$ 791.000) para entregar alimentos, mantas y kits de higiene y primeros auxilios a los refugiados en la frontera bielorrusa. “Estamos dispuestos a hacer más. Pero el régimen bielorruso debe dejar de atraer a la gente y poner su vida en peligro”, dijo von der Leyen.
La Unión Europea culpá a Belarús y prepara sanciones
La UE ha culpado a Belarús de fabricar la crisis en la frontera oriental del bloque, alegando que el gobierno ha abierto las puertas a personas desesperadas por huir de una región asediada por el desempleo y la inestabilidad. Los funcionarios de la UE la han calificado de “guerra híbrida”, diseñada, según ellos, para castigar a Polonia por acoger a los opositores políticos del presidente y presionar al bloque para que levante las sanciones a Belarús. Pero ha tenido el efecto contrario.
El lunes, Europa dijo que impondría nuevas sanciones a Belarús dirigidas a “todos los implicados” en el agravamiento de la crisis fronteriza. El responsable de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, anunció en una rueda de prensa en Bruselas que en los próximos días se confirmarían las nuevas sanciones a “personas, compañías aéreas, agencias de viajes y todos los implicados en este empuje ilegal de migrantes contra nuestras fronteras”.
Será la quinta ronda de sanciones a Belarús por parte de la UE tras las controvertidas elecciones presidenciales y la represión de los disidentes.
El gobierno de Lukashenko ha negado repetidamente tales afirmaciones, culpando en cambio a Occidente de los cruces y acusándolo de mal trato a los migrantes.
Para respaldar su propia imagen de la crisis, Minsk ha permitido a CNN y a otros medios de comunicación internacionales visitar la frontera e informar sobre las escenas de los migrantes acampados allí. Muchos de ellos han permanecido en tiendas de campaña endebles, con temperaturas que caen por debajo del punto de congelación por la noche.
Varsovia, por su parte, ha tratado de ocultar la crisis, bloqueando el lado polaco de la frontera a periodistas, trabajadores humanitarios y médicos en medio de un prolongado estado de emergencia.
El miércoles, CNN habló con familias que habían buscado refugio en el almacén situado a un kilómetro de la frontera, que normalmente alberga carga. Tumbados sobre mantas y sacos de dormir, con sus pertenencias amontonadas a su alrededor, se sentían aliviados por haber salido del frío, pero preocupados por su futuro y magullados por el calvario, en el que algunos han gastado miles de euros en visados bielorrusos y vuelos a Minsk.
Muchos de los migrantes dicen que viajaron a Belarús en busca de oportunidades de empleo, atención médica para sus familiares y una vida más estable en Europa.
La madre de 28 años Shoxan Bapir Hussain, su marido y su hijo de cuatro años, Azhi Ali Xder, estaban entre ellos. CNN conoció a la familia unos días antes en el gélido campamento fronterizo. Hussain dijo que el almacén era mejor, más cálido. “Tenemos comida, tenemos [una] cama”, dijo.
La familia de Hussain emprendió el viaje desde el Kurdistán iraquí por su hijo, del que dijo que necesita ser operado de una dolencia de espalda. Azhi, que tiene férulas en las piernas, no puede caminar. Son esas esperanzas y sueños los que han mantenido a la gente aquí a pesar de las condiciones.
“Quiero ir a Alemania… Creo que en Alemania hay humanidad”, dijo Hussain.
Con información de Matthew Chance, Zahra Ullah informaron desde Belarús, Antonia Mortensen desde Polonia, Eliza Mackintosh desde Londres, Magda Chodownik, Kung Kaminski, Fred Pleitgen y Stephanie.