(CNN) – Edwina Brocklesby, de 78 años, es una persona que, una vez que la conoces, no la olvidas, y no es por su cabello pelirrojo ni por sus uñas de colores.
Apodada la “IronGran”, Brocklesby es la mujer británica de más edad en completar un Ironman: el reto de triatlón más duro del mundo, que consta de 3,5 kilómetros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y un maratón completo de 42,1 kilómetros.
“He hecho 10 Ironman hasta ahora y he terminado seis de ellos”, dice Edwina Brocklesby a CNN Sport. “Me encantaría hacer otro Ironman si fuera posible”.
Lo ideal, dice, sería en Lanzarote, que siempre ha sido el lugar favorito de Brocklesby para entrenar.
“El agua es cristalina (…) las rutas de la bicicleta simplemente te llevan por todas las partes hermosas de la isla. La carrera a pie siempre es divertida. Pasas por los bares a altas horas de la noche y, ya sabes, otra vuelta a la carrera y … el disc-jockey toca ‘Don’t Stop Me Now’ cada vez que paso por allí”, añadió.
No es que Brocklesby tenga intención de parar. Ni mucho menos: acaba de inscribirse para competir en la Race Across America (RAAM) de 2023.
La RAAM es uno de los eventos anuales de resistencia más largos del mundo, en el que los participantes tienen nueve días para pedalear desde la costa oeste hasta la costa este de Estados Unidos, es decir, unos 4.800 km.
Al igual que en 2013 y 2019, Brocklesby será una de las cuatro “Chicas de Oro” de la Serpentine que correrán en un equipo de relevos femenino con una edad media de 70 años.
“Yo subiré la edad media del equipo”, bromea Brocklesby. “Mi amigo ha señalado, para mi horror, que tendría 80 años y sería la mujer de más edad que ha hecho la RAAM”.
Desarrollo tardío
Sorprendentemente, Brocklesby no practicó ningún deporte hasta los 50 años. Pero siempre le han gustado los retos, dice, como correr su primer medio maratón a los 52 años.
“Recuerdo que subí a ver a una amiga que participó en el maratón de Nottingham que daba la vuelta a la universidad a la que habíamos asistido mi marido y yo”, recuerda de la época en que vivía en Northampton, hace varios años.
“Volví con mi marido y le dije: ‘Sabes, me encantaría hacer un medio maratón’. Y él me dijo: ‘¡No podrías hacer ni cinco kilómetros en Northampton!”. Y creo que ‘¡Sí, puedo!’ fue el reto que me puso en marcha”.
Tras unos cuantos maratones, y un par de lesiones también, Brocklesby empezó a ser más consciente de los beneficios de correr; no solo físicos, sino también sociales y espirituales.
En su libro “Irongran: How keeping fit taught me that getting older needn’t mean slowing”, Brocklesby cuenta que su grupo de amigos corredores le ayudó a superar la muerte temprana de su marido.
Tenía que aprender a nadar
Cuando llegó a los 60 años, Brocklesby pensó que aprender a nadar también podía ser terapéutico.
“En el colegio había nadado un poco, pero nunca un tramo completo de la piscina. Así que recibí una clase y empecé a nadar. Y, de hecho, logré el tramo completo por primera vez”, dice.
Sin embargo, la natación sigue siendo el mayor reto de Brocklesby. El ciclismo de carretera es su disciplina favorita de las tres que componen el triatlón.
Aunque, como admite en su libro, al principio tuvo algunos problemas para subir colinas empinadas.
“Recuerdo la vergüenza de tener que subir a pie mi nueva bicicleta Giant por la última curva del zig-zag de Box Hill”, escribió sobre la cima de Surrey. “No estaba acostumbrada al ciclismo de carretera y me costaba mucho la subida empinada”.
La búsqueda del desarrollo atlético de Brocklesby también la inspiró a intentar convencer a otras personas de que la edad es solo un número.
“Es todo un privilegio saber que eres capaz, y por eso puse en marcha Silverfit”, revela Brocklesby.
Silverfit es una organización benéfica londinense que promueve un envejecimiento más saludable a través de la actividad física y la conectividad social. “La gente se reúne, a veces toma un refrigerio y luego realiza una actividad”, explica Brocklesby.
En la actualidad, Silverfit lleva a cabo actividades en 17 lugares distintos de Londres, con 46 clases diferentes, entre ellas pilates, marcha nórdica, fútbol a pie, Bollywood fitness y porristas.
“Empezamos en Hyde Park y luego nos trasladamos rápidamente a Burgess Park”, dice Brocklesby, refiriéndose a un par de espacios verdes de Londres.
Brocklesby añade que siempre ha tratado de poner en marcha nuevas actividades en zonas de privación económica y diversidad, “donde realmente se puede marcar una mayor diferencia para la población del lugar”.
Su participación en programas benéficos le ha llevado a ganar diferentes premios, como el Pride of Sport Award y la Medalla del Imperio Británico (BEM, por sus siglas en inglés) por sus servicios a la salud y el bienestar de las personas mayores.
Codeándose con la realeza
Hace dos años, Brocklesby fue invitada a las celebraciones del centenario del Consejo Nacional de Organizaciones de Voluntariado (NCVO, por sus siglas en inglés), organizadas por la propia reina Isabel II.
“No tenía ninguna expectativa de conocer a la reina”, explica Brocklesby.
“Nos reunimos en una gran sala del histórico castillo de Windsor. Allí nos recibieron con champán y los aperitivos más increíbles. Se formó una fila desde esa sala para pasar por un arco abierto a otra gran sala”.
“Solo cuando me uní a la fila y me acerqué lentamente para estar a unos metros de la puerta, me di cuenta de que la reina estaba justo al otro lado, saludando individualmente a cada invitado”.
“Pasé, y su ayudante anunció: ‘Dr. Brocklesby, Silverfit’. ‘Encantadora’, dijo mientras me estrechaba la mano, y yo hice una reverencia ante ella”.
Dejando a un lado los codeos con la realeza, Brocklesby ahora se dedica a compartir un mensaje más popular.
“Que disfrutes del envejecimiento. Anima a otras personas a que nunca es demasiado tarde para empezar a ser un poco más activos y a divertirse. Creo que es muy importante hacer que las experiencias sean divertidas”.