(CNN Español) –– Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual durante su vida. Y antes de que sigas leyendo, detente a pensar en algo: si juntas a tres de tus amigas, con sus nombres e historias propias, al menos una de ellas habrá sido víctima de violencia. Ahora, si eres mujer, el panorama es aún más sombrío: si no has sufrido violencia, quiere decir que una de cada dos amigas que se agrupen contigo habrá sido víctima. “Este es un crudo recordatorio de la desigualdad de género y la discriminación contra las mujeres”, destaca la Organización Mundial de la Salud sobre la estadística, que no incluye acoso sexual.
Las secuelas que deja la violencia contra la mujer se extienden más allá del episodio (o múltiples episodios) en sí. Sus efectos tampoco se limitan, sin minimizar la gravedad, a las marcas en la piel, lesiones o fracturas. La violencia de la que han sido víctimas las mujeres de manera sistemática afecta su salud mental. Si es que sobreviven.
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Depresión, estrés postraumático, ansiedad y mucho, mucho más
Las diferentes formas de violencia contra la mujer pueden conducir, entre otros, a depresión, estrés postraumático, desordenes de ansiedad, dificultades para dormir, desordenes alimenticios e incluso intentos de suicidio, según la OMS. Y aunque parece una lista de términos médicos, en realidad se trata de enfermedades o trastornos que afectan profundamente la vida de cualquier persona. “Las mujeres que han experimentado violencia por parte de su pareja tenían el doble de probabilidades de vivir depresión”, destaca un análisis de la organización. Esto coincide con un dato clave de ONU Mujeres: “Las tasas de depresión, de sufrir un aborto y contagiarse de VIH son más altas entre las mujeres que han experimentado violencia, en comparación a las mujeres que no”.
Lo que se suma a que incluso antes de ser víctimas de violencia las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir depresión y ansiedad. Los trastornos depresivos representan cerca del 41,9% de la discapacidad por trastornos neuropsiquiátricos entre las mujeres, en comparación al 29,3% entre los hombres, dice la OMS. Algo similar ocurre con el estrés postraumático por la prevalencia de violencia sexual a la que están expuestas las mujeres: son el grupo más afectado por este desorden.
Y, en medio de la pandemia de coronavirus, esto empeoró. Así lo mencionó Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de Salud, en un conversatorio. “Las desigualdades sociales que las mujeres experimentan y la mayor exposición a la violencia aumentan su riesgo de afectación en salud mental. Esto último se ha intensificado con la crisis de covid-19, provocando que las mujeres tengan aún mayor probabilidad de desarrollar nuevos problemas de salud mental”.
Intentos de suicidio
Se cree que el estrés traumático es el principal mecanismo que explica por qué la violencia contra la mujer por parte de su pareja puede causar intentos de suicidio posteriores. “La exposición a eventos traumáticos puede generar estrés, miedo y aislamiento, lo que, a su vez, puede conducir a depresión y comportamiento suicida”, se lee en un informe de la OMS. Adicionalmente, la organización indicó que las tentativas de suicidio, “que superan en 20 veces a los suicidios consumados”, son más frecuentes en las mujeres.
El abuso de alcohol está entrelazado con la violencia
Las mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja tienen el doble de probabilidades de padecer trastornos asociados al consumo de alcohol. Sin embargo, advierte la OMS, el abuso de esta sustancia y la violencia están entrelazados. Citando estudios, la entidad explica que existe una asociación positiva entre la experiencia de violencia y el consumo posterior de alcohol: “Existe una clara evidencia de que las mujeres con antecedentes de violencia consumen más alcohol y, a la inversa, que las mujeres que consumen alcohol de formas nocivas tienen más probabilidades de denunciar experiencias de violencia”.
La violencia a mujeres deja secuelas desde temprana edad en la salud mental
La exposición a la violencia y otros traumas durante el desarrollo y la vida temprana pueden tener un rol destacado “en la predicción de la violencia y la depresión”. Es decir, las mujeres están expuestas a la violencia durante toda su vida. De hecho, la violencia de género está presente en espacios que deberían ser seguros, como la escuela. Aunque niñas y niños tienen la misma probabilidad de sufrir acoso en el colegio, las niñas son más propensas al acoso psicológico y afirman que se burlan de ellas por el aspecto de su rostro o cuerpo con más frecuencia que los niños, dice ONU Mujeres.
Pocas mujeres piden ayuda y hay barreras a la salud mental
Para ninguna víctima de violencia pedir ayuda es fácil. Esto se traduce un porcentaje que identificó ONU Mujeres. Menos del 40% de las mujeres que sufre violencia busca ayuda de algún tipo. Y aquellas que sí lo hacen recurren principalmente a familiares y amigos. Muy pocas a instituciones formales. De hecho, menos del 10% acudieron a la policía. A eso se suma la barrera de acceso a servicios especializados para enfrentar las consecuencias de la violencia. Según ONU Mujeres, el tratamiento profesional integral muy a menudo “no está disponible o accesible para la gran mayoría de las sobrevivientes”.