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(CNN) – Mientras el mundo se enfrenta a la nueva variante ómicron del nuevo coronavirus, China está más decidida que nunca a eliminar el covid-19 dentro de sus fronteras, pero no ha podido alcanzar ese ambicioso objetivo en las últimas siete semanas.
Desde el 17 de octubre, China ha notificado al menos un caso de transmisión local cada día, ya que los brotes locales siguen apareciendo uno tras otro con intervalos cada vez más cortos.
Aunque el número de casos es insignificante en comparación con el de muchos países –incluido Estados Unidos, que registra una media de más de 100.000 nuevos casos al día–, los incesantes brotes ponen de manifiesto el creciente reto al que se enfrenta China para mantener las infecciones en cero.
Durante más de un año, China ha sido muy eficiente en la contención de los brotes locales con pruebas masivas, confinamientos repentinos, vigilancia y extensas cuarentenas, todo ello manteniendo la frontera fuertemente sellada.
Ni una sola muerte desde enero gracias al “covid-19 cero”
Como prueba del éxito de estas medidas, desde finales de enero, no se ha registrado ni una sola muerte relacionada con el covid-19 en el país.
Sin embargo, últimamente las autoridades han recurrido a medidas cada vez más estrictas, poniendo en cuarentena no solo a los residentes que han estado en contacto directo con una persona infectada, sino también a los contactos secundarios y a las personas que se encuentran en la misma zona general aproximadamente al mismo tiempo.
En las últimas siete semanas, casi 10.000 turistas quedaron atrapados en Mongolia Interior durante una semana, después de que se impusiera un confinamiento por docenas de casos; Disneyland de Shanghái se cerró por un solo caso confirmado que se sabía que había visitado el parque; los trenes de alta velocidad se detuvieron a mitad de su trayecto a Beijing cuando se encontraron contactos cercanos de casos confirmados entre los miembros de la tripulación; y algunos trabajadores locales de prevención de covid-19 incluso mataron a las mascotas durante la desinfección de sus hogares mientras sus dueños estaban fuera en cuarentena.
Estas estrictas medidas consiguieron finalmente reducir a cero las infecciones en esas localidades concretas, pero no por mucho tiempo.
En la última semana, se han registrado más de 300 casos en Mongolia Interior, esta vez en Manzhouli, un paso crucial en la frontera con Rusia. El Gobierno local impuso un confinamiento repentino y la ciudad está llevando a cabo una novena ronda de pruebas masivas para sus más de 150.000 residentes, pero esto no es lo suficientemente rápido a los ojos de las autoridades superiores.
Enormes presiones sobre las autoridades locales
Durante el fin de semana, la ciudad despidió a dos funcionarios por su “respuesta lenta y débil” al brote: uno por retrasar el traslado y la cuarentena de más de 100 contactos cercanos, y el otro por su mala gestión de los hoteles de cuarentena, informaron los medios de comunicación estatales. Otros cuatro funcionarios fueron criticados por su mediocre actuación.
Funcionarios locales de toda China han sido despedidos o castigados por no contener los brotes de covid-19. El objetivo de mantener los contagios a cero ha ejercido una enorme presión sobre las autoridades locales, que a menudo se han visto obligadas a imponer medidas innecesariamente draconianas, a veces a costa de perturbar la vida cotidiana.
Si bien la opinión pública china parece seguir apoyando la política gubernamental de “covid-19 cero”, las excesivas medidas locales han provocado descontento y críticas en algunas regiones, como la ciudad fronteriza de Ruili, en el suroeste del país, y la prefectura de Ili, en Xinjiang.
Además de Mongolia Interior, en la última semana se han detectado casos en las mayores ciudades del país, desde Beijing y Shanghái hasta Guangzhou. Las provincias de Heilongjiang, Shaanxi, Hebei y Yunnan también notificaron casos.
China sigue siendo uno de los últimos países que intentan mantener el “covid-19 cero”, mientras el resto del mundo aprende a convivir con él. Pero la llegada de la variante ómicron ha hecho que los países se apresuren a imponer restricciones a los viajes y, en todo caso, ha reforzado la intención de China de mantener sus fronteras bien cerradas. (De momento, China aún no ha detectado casos con la variante ómicron).
Un estudio reciente, realizado por matemáticos de la prestigiosa Universidad de Beijing, ha descubierto que China podría enfrentarse a más de 630.000 infecciones de covid-19 al día si abandonara sus políticas de tolerancia cero levantando las restricciones a los viajes, lo que “casi con toda seguridad induciría una carga inasumible para el sistema médico”, según el informe.
Concluía que China no debería abandonar la tolerancia cero al covid-19 por el momento, hasta que haya “vacunas más eficaces o un tratamiento más específico, preferiblemente la combinación de ambos”.
El fin de semana, Zhong Nanshan, uno de los principales expertos chinos en enfermedades respiratorias y asesor del Gobierno, propuso dos requisitos previos para el levantamiento del enfoque de tolerancia cero: uno es que la tasa de letalidad del covid-19 descienda a alrededor del 0,1%, y el otro es que el número básico de reproducción del covid descienda entre 1 y 1,5, lo que significa que cada persona infectada contagiará el virus a una media de 1 a 1,5 personas en una población susceptible.
En agosto, los investigadores que estudiaron un brote de la variante delta en la provincia de Guangdong estimaron que el número básico de reproducción de delta era de 6,4, mucho más alto que el de la variante de coronavirus detectada por primera vez en Wuhan. La Organización Mundial de la Salud afirma que aún no está claro si la nueva variante ómicron es más transmisible que la delta.