(CNN) – Es una verdad universalmente reconocida que (casi) todo el mundo ama el queso.
Y es una verdad casi tan universalmente reconocida que Europa fabrica algunos de los mejores.
Aquí hay quesos milenarios. Hay quesos inventados hace siglos por monjes, quesos que aparecen en la literatura clásica y quesos con nombres intencionadamente desagradables para animar a la gente a probarlos.
FOTOS | Conoce los quesos más deliciosos de Europa
Hay quesos apestosos, quesos con ceniza añadida, quesos elaborados con métodos que te pueden revolver el estómago, y algunos de los quesos más caros del planeta.
Todo el mundo tiene su propio queso favorito, por supuesto, pero aquí están los 22 nuestros:
Grana padano
Todo el mundo conoce el parmesano, por supuesto, pero puede que no esté tan familiarizado con este caballo de batalla de los quesos italianos, el grana padano. Al igual que el parmesano, procede de Emilia Romagna, en el norte de Italia, y al igual que el parmesano, su sabor a nuez y su textura de escamas duras son perfectos para esparcirlos sobre la ensalada o rallarlos sobre la pasta. Sin embargo, suele ser un poco más barato que el parmesano; de hecho, lo que crees que es parmesano puede ser en realidad grana padano, que tiene un sabor ligeramente más suave. Eso no significa que no sea bueno: pruébalo en trozos, para disfrutar de su textura granulada, y unta un poco de chutney o mermelada de frutas por encima.
Gruyer
¿Dulce o salado? Con el gruyer se obtienen ambas cosas, además de un distintivo sabor a nuez que reduce el dulzor. Fabricado en Suiza, el propio pueblo de Gruyères goza de un estatus de protección para su queso, que es uno de los quesos más apreciados de Europa, funciona perfectamente con chutney o mermelada, o incorporado a recetas (incluso a las más sencillas, como un croque monsieur).
Serra da estrela
Este queso fuerte, muy apreciado por los portugueses, está clasificado como producto en peligro de extinción por el movimiento Slow Food, y está protegido por la Unión Europea. Esto significa que solo puede elaborarse en una pequeña zona de la región montañosa de la Serra da Estrela, y que los productores deben seguir procedimientos estrictos. Elaborado durante los meses de invierno a partir de leche de oveja, es un queso para untar que tiene un gran sabor.
Halloumi
Si has estado en Grecia, es probable que hayas tenido el placer de comer halloumi: un queso salado, chicloso y rechinante que se asa a la perfección. El halloumi, que suele ser una mezcla de leche de oveja y cabra, es originario de Chipre, pero ahora es un alimento básico en toda Grecia y el Mediterráneo oriental. Prepáralo asado hasta que esté dorado y crujiente por fuera para obtener la mejor experiencia.
Cheddar
Puede que creas que conoces el cheddar, pero el barato e insípido que suele encontrarse en los supermercados no le pide nada al auténtico.
El verdadero cheddar, proveniente de la ciudad del mismo nombre, en el suroeste de Inglaterra, es un queso muy completo, que va muy bien solo, con chutney, en recetas o en un simple sándwich a la plancha. El mejor queso puede tener incluso pequeños cristales: no es de extrañar que más de la mitad de los quesos que se venden en el Reino Unido sean cheddar.
Manchego
Por algo es el rey de los quesos españoles: lo suficientemente fuerte, sin llegar a ser desagradable, duro pero con un agradable borde crocante y puede maridarse perfectamente con mermelada de membrillo. Hasta Cervantes lo nombró en el “Quijote”, tal es su popularidad.
Elaborado con leche de oveja sin pasteurizar, se cura entre un par de meses y un par de años, y cuanto más tiempo, más fuerte y crocante.
Morbier
La veta gris que atraviesa el centro hace que el morbier sea uno de los quesos más bonitos de nuestra lista. De hecho, se trata de ceniza, esparcida sobre la primera capa antes de añadir la segunda (originalmente, se elaboraba con leche de la mañana y de la tarde, aunque ya no es así). El morbier, que está protegido, es suave y cremoso, con un dejo ligeramente amargo que evita que pase desapercibido.
Bitto
Este queso de 2.000 años de antigüedad, elaborado en los Alpes de Bérgamo del norte de Italia con leche de vaca y cabra, tiene la categoría de “Presidio Slow Food”, lo que significa que es un producto en peligro de extinción, cuya elaboración suele costar más que el precio al que se vende. Sin embargo, esto último no es necesariamente cierto para el bitto, ya que el buen producto, que puede ser añejado hasta 10 años, puede alcanzar algunos de los precios más altos del planeta para el queso.
Havarti
No solo el halloumi se asa bien. El Havarti se derrite muy bien bajo la parrilla, y también es un buen queso para comer rebanado. De sabor suave y semifuerte, debe su nombre a Havartigården, la granja de Hanne Nielsen, que recorrió Europa para aprender las mejores técnicas de elaboración de queso, antes de regresar a Dinamarca y hacer su magia con la leche local.
Wensleydale
Puede que el cheddar sea el queso más famoso del Reino Unido, pero pocos británicos vivirían sin el wensleydale. Sobre todo en Navidad, cuando el wensleydale relleno de arándanos es un plato imprescindible en las bandejas de queso. Elaborado por los monjes del norte de Inglaterra desde la época medieval, su sabor suave y su textura que se desmigaja lo han convertido en uno de los quesos más populares del país; incluso es el queso favorito de los personajes de dibujos animados Wallace y Gromit.
En Yorkshire (de donde es originario), el wensleydale se suele comer con el famoso “fruit cake”.
Cabrales
Hay quesos azules, y luego está el cabrales, procedente de Asturias, en el norte de España, y madurado en cuevas hasta cinco meses.
Especialmente fuerte, gracias a sus vetas azul-verdosas y a la leche de cabra mezclada con la de vaca y oveja, es semiduro, muy salado y superdelicioso. Úntalo sobre una galleta, pero tómate el tiempo de saborearlo: en 2019, una rueda de 1,8 kilogramos de cabrales se vendió en una subasta por la exorbitante cantidad de US$ 22.890, lo que lo convierte en el queso más caro del mundo.
Comté
Si crees que sabe a gruyer, estás en lo correcto: se elabora en la región francesa de Franche-Comté, fronteriza con Suiza, y también se conoce como gruyère de comté. De nuevo, es dulce, pero con sabor a nuez, con un buen toque de sal, mientras que la consistencia es igualmente dura. Sin embargo, los devotos de ambos sugieren que el comté es un poco más cremoso. Lo mejor es que pruebes los dos juntos para juzgarlo por ti mismo.
Pecorino romano
Este es otro de los grandes quesos italianos para todo. Al igual que el parmesano y el grana padano, se suele rallar para espolvorear sobre la pasta, pero mientras que los otros dos tienen sabor a nuez, el pecorino sabe a sal. Puede elaborarse en diferentes zonas: Cerdeña hace un gran pecorino romano, al igual que el Lacio, de donde es originario, pero siempre se hace con leche de oveja (pecora) y siempre es duro, escamoso y rebosante de sal. Los famosos platillos de pasta de Roma, la gricia y la amatriciana, utilizan el pecorino.
Bryndza
El bryndza, un queso blanco, desmenuzable y fuerte, es más conocido por ser originario de Eslovaquia, pero se consume en toda la región de los Cárpatos, y su nombre deriva de la palabra rumana que significa queso. Su sabor ligeramente ácido y su carácter untable lo convierten en un excelente aderezo para los platillos, como el bryndzové halušky, un popular platillo eslovaco de pasta similar al ñoqui.
Gouda
Los Países Bajos son conocidos por sus quesos: el mercado semanal de quesos de Alkmaar, que recrea el pesaje y el transporte tradicionales, es una de las visitas obligadas del país. Allí encontrarás los mostradores llenos de gouda, quizá el queso más famoso. De color naranja brillante, se elabora desde la época medieval (la primera referencia escrita a él es de 1184). Este queso se añeja desde unos meses hasta unos años, y mientras los quesos más jóvenes son más blandos y tienen un sabor casi dulce, las ruedas se vuelven más duras y con más sabor a nuez cuanto más tiempo envejecen.
Callu de cabrettu
Puede que hayas oído hablar del casu marzu, el queso más peligroso del mundo, pero es poco probable que lo compres, ya que su venta está prohibida. En su lugar, prueba este queso de cabra, también elaborado en Cerdeña, conocida por sus ovejas y pastores. Si eres aprensivo, mejor mira hacia otro lado: el queso se hace con el estómago de un cabrito joven, todavía lleno de leche materna. El estómago se ata, se cuelga y se deja añejar de forma natural, hasta que se convierte en un queso fuerte, casi cremoso. Un queso para fanáticos.
Metsovone
Ya conoces el feta, por supuesto; ahora es el momento de probar un queso griego menos conocido. El metsovone procede de la región remota al norte del país, o más exactamente, de un pueblo de montaña llamado Metsovo. Elaborado con leche de vaca, sola o mezclada con un poco de oveja o cabra, es semiduro y se ahuma de forma natural. Al igual que el otro alimento básico griego, el halloumi, se presta especialmente bien a la parrilla.
Vieux-Boulogne
Se dice que este es el queso más apestoso del mundo, lo que no es poco, sobre todo porque procede de Francia, donde lo intenso está de moda. Elaborado en la región costera del norte Pas-de-Calaise desde la década de 1980, no está pasteurizado ni prensado, lo que hace que sea blando y apestoso bajo esa brillante corteza naranja. No olvides servirlo con un trozo de baguette.
Jarlsberg
Se podría pensar que el queso dulce con grandes agujeros es solo de Suiza, pero el Jarlsberg, dulce y con sabor a nuez es originario de Noruega, aunque el Emmenthal suizo se introdujo en la zona en el siglo XIX, antes de que surgiera el Jarlsberg. También se produce bajo licencia en Irlanda y Estados Unidos, concretamente en Ohio.
Gubbeen
El queso más apreciado de Irlanda tiene una bonita corteza arrugada, un interior blando y semiblando, y un sabor suave, aunque ligeramente a nuez. ¿Quieres algo más fuerte? También hay una versión ahumada. Un dato interesante: la corteza se lava a diario durante el proceso de curación.
Puzzone di Moena
El nombre significa “El gran apestoso de Moena”, y eso debería darte una idea de a qué sabe éste, procedente del Trentino, en el norte de Italia. Se trata de un queso tradicional del pueblo ladino, una etnia distinta que vive en los Dolomitas, que originalmente era popular entre los trabajadores agrícolas, a los que les gustaba para condimentar su limitada dieta. Originalmente se llamaba Fassa Nostrano, pero su nombre se cambió en 1974, tras una emisión de radio. Ahora, es popular entre la gente que quiere comerlo solo por el nombre.
Lüneberg
El cálido brillo anaranjado que desprende este queso austriaco procede del azafrán que se mezcla con la leche, extraída de las vacas que pastan en los valles montañosos de los alrededores de Voralberg, al oeste del país. En esta zona hay una fuerte influencia suiza. ¿El resultado? Sabe más bien a un emmental más perfumado y con azafrán.