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(CNN) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se enfrentó esta semana a una escalada de tensiones con China y Rusia, poniendo a prueba su capacidad para manejar a líderes antagónicos y obligando a otros países a tomar partido.

En los dos últimos días, la Casa Blanca de Biden anunció que los diplomáticos estadounidenses boicotearían los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en China y el presidente mantuvo una videollamada con Vladimir Putin en la que dejó claro que Estados Unidos está dispuesto a imponer sanciones económicas en caso de que Moscú intensifique las acciones militares en Ucrania.

“Una nación no puede obligar a otra a cambiar su frontera; una nación no puede decirle a otra que cambie su política; y las naciones no pueden decirle a otras con quién pueden trabajar”, dijo Biden al líder ruso, según un funcionario familiarizado con la conversación.

Dos días más tarde, Biden convocará una cumbre sobre la democracia concebida como una demostración de fuerza contra los regímenes autoritarios, con la esperanza de defender la democracia al mismo tiempo que presiona a sus aliados para que adopten una línea más dura contra países como Rusia y China.

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Los acontecimientos de la semana dejaron al descubierto las corrientes cruzadas de la política exterior de Biden: aislar a los regímenes antidemocráticos a la vez que intentar comprometer a sus líderes. Es un acto de equilibrio que cristaliza la competencia que Biden considera que define el resto del siglo XXI –democracia frente a autocracia–, al tiempo que muestra algunos ecos del siglo anterior.

Cuando la Casa Blanca anunció esta semana que ningún funcionario estadounidense asistiría a los próximos Juegos Olímpicos de invierno en Beijing, los funcionarios dudaron en calificar la decisión como un “boicot”, temerosos de establecer paralelismos con la medida de Jimmy Carter en 1980, que impidió incluso a los atletas estadounidenses participar en los juegos de Moscú, en plena Guerra Fría.

La comparación con ese largo tramo de frígida competencia entre superpotencias no es bienvenida en la administración Biden, que resta importancia a esas similitudes con las actuales amenazas globales. El propio Biden dijo en Naciones Unidas, a principios de este año, que no pretendía dividir el mundo en “bloques rígidos”, aunque describe repetidamente una batalla existencial entre democracias y autocracias.

Hablar con líderes como Putin y Xi Jinping, de China, a la vez que se intenta convencer a los aliados para que formen un frente unido contra ellos, demostró ser un elemento duradero de la política exterior de la era Biden, ya que intenta evitar que el empeoramiento de las relaciones con Rusia y China desemboque en un conflicto abierto.

La Casa Blanca insiste en que la cumbre sobre la democracia del jueves no pretende ser un desafío a ningún país o líder en particular, aunque algunos parecen interpretarlo así.

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Sin embargo, la lista de invitados –que incluye a Taiwán– ya ha generado la ira de China, que insiste en que también es una democracia.

“Consideramos que los objetivos de la cumbre van mucho más allá de cualquier Gobierno”, dijo el martes un alto funcionario de la administración en la presentación de la reunión. “La cumbre pretende realmente reunir a un grupo diverso de participantes para construir una base compartida para la renovación democrática, y creemos que es una historia fuerte que contar”.

Concebida originalmente cuando era candidato con la esperanza de rebatir el acercamiento del entonces presidente Donald Trump a los líderes autoritarios del mundo, la reunión se centrará en tres pilares: el fortalecimiento de la democracia y la defensa contra el autoritarismo, la lucha contra la corrupción y la promoción del respeto de los derechos humanos, dijeron los funcionarios. Explicaron que la lista de invitados –que incluye algunos países con un pobre historial en materia de derechos humanos, como Pakistán– fue diseñada para destacar la democracia en todos los niveles de la sociedad, no solo en el Gobierno nacional.

Durante la cumbre, Biden no rehuirá el reconocimiento de las recientes luchas de Estados Unidos en la defensa de su propia democracia, según los funcionarios involucrados en la planificación del evento, que citaron las críticas pasadas de Biden a las falsas acusaciones de Trump sobre el fraude electoral generalizado como algo que podría repetir durante sus dos apariciones en la reunión virtual.

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“El presidente fue absolutamente claro en cuanto a que proteger los derechos constitucionales de los estadounidenses y la integridad de nuestras elecciones del asalto sistemático que la gente –en particular, los legisladores republicanos– ha llevado a cabo en todo el país es una necesidad, y que esta amenaza histórica requiere una fuerte legislación sobre el derecho al voto. Y el presidente volverá a decirlo esta semana”, dijo un funcionario.

Democracia frente a autocracia

Demostrar que la democracia es más eficaz que la autocracia ha sido la base de toda la política exterior de Biden y el tema principal de sus dos viajes al extranjero hasta ahora.

Sin embargo, la agria política interna y la persistente desigualdad dieron pie a que países como Rusia y China critiquen la democracia al estilo estadounidense por considerarla defectuosa, tratando de socavar a Biden en sus esfuerzos por unir al mundo contra el autoritarismo. El Consejo de Estado de China publicó el fin de semana un documento titulado “China: La democracia que funciona”, a pesar de que el país no celebra elecciones para sus dirigentes y prohíbe los partidos políticos de la oposición.

Putin, por su parte, afirmó que la detención de los alborotadores implicados en el intento de insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos equivale a una represión de la disidencia, adoptando un argumento utilizado por los republicanos que defendieron el suceso como una protesta pacífica.

Los presidentes Putin y Xi son hombres con los que Biden comparte una larga historia, aunque cada uno de ellos ha demostrado una constante deriva hacia el autoritarismo desde que Biden celebraba reuniones cuando era vicepresidente.

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Al iniciar el martes una llamada telefónica de dos horas y un minuto con Putin, concertada para advertirle de las nefastas consecuencias económicas en caso de que siga adelante con una invasión de Ucrania, Biden dejó claro que quería volver a ver al líder ruso pronto.

“Espero que la próxima vez que nos veamos lo hagamos en persona”, le dijo Biden a Putin al inicio de las conversaciones, con Biden sentado en el sótano de la sala de crisis de la Casa Blanca y con Putin mirando desde su dacha en el mar Negro.

La conversación se volvió más seria a partir de ahí, según los funcionarios, que dijeron que Biden explicó en términos claros lo que podría suceder si Putin decidiera seguir adelante con una invasión, incluyendo posibles sanciones a los miembros del círculo íntimo de Putin y el despliegue de tropas estadounidenses adicionales en los países miembros de la OTAN.

“Fue una reunión útil”, dijo después el asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, afirmando que Biden advirtió a Putin que está dispuesto a tomar medidas que Estados Unidos evitó anteriormente si decide seguir adelante con una invasión.

“Las cosas que no hicimos en 2014, estamos preparados para hacerlas ahora”, dijo Biden a Putin, según Sullivan.

Se trata de un mensaje notable teniendo en cuenta las recomendaciones del propio Biden cuando era vicepresidente al entonces presidente Barack Obama de que Estados Unidos aumentara la ayuda letal a Ucrania y forzara un severo dolor económico a Rusia, medidas que encontraron la resistencia de otros funcionarios de la administración.

Reunir al mundo libre

Ahora, Biden dice que está preparado para ir más allá. En caso de que se apliquen, es probable que las sanciones persigan a los principales oligarcas rusos, limitando su capacidad para viajar y pudiendo cortar el acceso a los sistemas bancarios y de tarjetas de crédito estadounidenses. Los funcionarios también sopesaron la posibilidad de desconectar a Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT, del que Rusia sigue dependiendo en gran medida, una opción “nuclear” que causaría graves daños económicos.

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Biden pasó la tarde anterior a su llamada trabajando para convencer a los líderes europeos de que se unan a él en la amenaza de sanciones económicas fulminantes a Rusia si Putin decide invadir Ucrania, a pesar de los temores de que el presidente ruso pueda reducir el suministro de gas a Europa a medida que el tiempo se vuelve más frío.

En las últimas semanas, funcionarios estadounidenses y extranjeros también discutieron la posibilidad de un boicot diplomático colectivo a los Juegos Olímpicos de Beijing, aunque hasta el miércoles, solo Australia se unió a Estados Unidos en el anuncio de uno.

Hace tan solo tres semanas, Biden convocó una larga cumbre virtual con Xi con la intención de aportar una sensación de previsibilidad a una relación, por lo demás, áspera entre Washington y Beijing. Los funcionarios dijeron que el tema de los Juegos Olímpicos no surgió.

Al principio de la presidencia de Biden, hubo indicios de que la diplomacia con Rusia y China iba a ser una tarea difícil. En el transcurso de una semana, en marzo, Biden provocó la ira de Putin al llamarle “asesino” en una entrevista, mientras que en Alaska algunos de sus principales diplomáticos discutieron abiertamente con sus homólogos chinos ante las cámaras.

Desde entonces, Biden y su equipo se han esforzado por llevar las relaciones con Rusia y China a un terreno más predecible, incluso organizando cumbres entre Biden y sus líderes.

Las dificultades de este enfoque también se están haciendo evidentes.

Seis meses después de su vigilada cumbre cara a cara con Putin en Ginebra –cuyo éxito, según dijo después, solo podría discernirse dentro de seis meses–, está trabajando para evitar una posible invasión rusa de Ucrania.

Con información de Kaitlan Collins.