(CNN) – Si la política aún girara en torno a la verdad y los hechos, esta sería la semana en la que los cimientos basados en mentiras del movimiento de Donald Trump implosionaran, destruyendo su aparente sueño de volver al poder tras las elecciones de 2024.
Pero la mayor y más subversiva victoria del expresidente es que su imperio de mentiras seguramente sobrevivirá a las nuevas revelaciones que dejan al descubierto sus propios abusos de poder y el engaño de sus facilitadores políticos y mediáticos que burlan a los votantes.
Aunque ya se han acumulado de forma constante pruebas impactantes del intento de golpe de Estado de Trump el 6 de enero y de la vacuidad de sus afirmaciones de fraude electoral, los últimos días pusieron la saga bajo una nueva luz espeluznante. Estos días trajeron los indicadores más claros hasta ahora de que toda la infraestructura del movimiento “Make America Great Again” y la potencial campaña de Trump a la Casa Blanca se basan en la bazofia y el blanqueo de la historia.
La comisión selecta de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección del 6 de enero dio a conocer nuevos detalles de la elaborada trama entre bastidores para subvertir la certificación de la elección del presidente Joe Biden. Hay nuevas y vergonzosas pruebas de cómo las estrellas de los medios de comunicación conservadores se alarmaron en privado por el ataque de la muchedumbre de simpatizantes de Trump, pero rápidamente volvieron a amplificar sus mentiras a millones de estadounidenses a los que engañaron voluntariamente. Y una nueva e importante encuesta de Associated Press sobre los estados pendulares de 2020 disputados por Trump encontró que los casos de fraude electoral eran escasos y estaban lejos de la conspiración nacional que él afirma. Hay informes separados de que tres residentes de Florida fueron arrestados recientemente y acusados de fraude electoral, dos de los cuales eran republicanos registrados.
Cómo la comisión del Congreso expuso las mentiras
Esta semana será recordada por la representante republicana Liz Cheney, de Wyoming, vicepresidenta de la comisión de la Cámara de Representantes, que aportó documentos que exponían la hipocresía de la órbita ampliada de Trump.
Los mensajes de los legisladores republicanos, del hijo de Trump, Donald Trump Jr. y de los presentadores del prime time de Fox News al entonces secretario general de la Casa Blanca, Mark Meadows, muestran que sabían que el ataque al Capitolio era un desastre y querían que se acabara.
Sin embargo, esos mismos héroes conservadores son parte de una operación política de los medios de comunicación que pasó los últimos 11 meses oscureciendo lo que realmente sucedió, en muchos casos negando la verdad de la victoria electoral de Biden y alimentando mentiras sobre el fraude electoral que están alimentando el extremismo antidemocrático. Todo para preservar a Trump.
En otro acontecimiento cargado de implicaciones escalofriantes, la comisión reveló que Meadows escribió en un correo electrónico que la Guardia Nacional estaría presente para “proteger a los simpatizantes de Trump” el 6 de enero. Fue el último ejemplo de la costumbre de convertir en armas políticas las instituciones sagradas estadounidenses para el beneficio político de Trump.
El expresidente, por su parte, encapsuló los valores políticos pervertidos que ahora gobiernan gran parte del Partido Republicano y que probablemente producirán su próximo candidato presidencial. Recientemente declaró que el ex vicepresidente Mike Pence había sido “herido de muerte” porque se había negado a robar la elección durante su papel ceremonial en la certificación de la victoria de Biden. El expresidente estaba dando voz a un sistema de incentivos del Partido Repúblicano que ahora premia los intentos de golpe de Estado y el comportamiento despótico por encima de honrar la Constitución.
La magnitud de las pruebas que salieron a la luz esta semana es notable. Pero los bombazos diarios sobre lo que ocurrió el 6 de enero suelen tener el efecto de disminuir el valor de conmoción de los atropellos relacionados con Trump. Y los votantes tienen preocupaciones apremiantes como el aumento del coste de la vida y una pandemia que pronto se prolongará durante un tercer año. Sin embargo, los acontecimientos de esta semana son importantes no solo porque trazan la asombrosa amplitud de la conspiración electoral de Trump. También están exponiendo las mentiras sobre las que se construyen sus futuras perspectivas políticas, y sobre las que múltiples estados gobernados por los republicanos han aprobado leyes que hacen más difícil votar y más fácil robar futuras elecciones.
La mayor estafa de Trump
Siempre hubo un aura de estafador sobre Trump, desde sus días como un chanchullero inmobiliario plagado de quiebras que adoptó un personaje como el maestro del arte del trato. Su presidencia se inauguró con afirmaciones falsas sobre el tamaño de la multitud de su inauguración que, en retrospectiva, auguraban una administración construida en base a falsedades, o lo que su exasesora principal Kellyanne Conway denominó una vez “hechos alternativos”.
Ahora está claro que su gran mentira de que “francamente, sí ganamos estas elecciones” es la estafa más audaz y dañina de su carrera.
Algunos partidarios de Trump están viendo la luz, como Dustin Stockton, uno de los organizadores del mitin del 6 de enero que precedió a la insurrección, que se encontró con una citación de la comisión de la Cámara de Representantes -y carece de medios para librar una batalla legal como el acaudalado gurú político de Trump, Steve Bannon-.
“Esencialmente, abandona a la gente cuando las cosas se ponen difíciles. Y, ya sabes, en cierto modo, es vergonzoso pensar que, en muchos sentidos, nos hayamos creído lo que esencialmente resultó ser una estafa”, dijo Stockton a Anderson Cooper de CNN el martes.
Sin embargo, Stockton es un caso atípico. La popularidad de Trump entre los votantes republicanos le convierte en el favorito preventivo para la nominación del Partido en 2024. Tiene el poder de dar forma a las carreras políticas de aquellos que están dispuestos a aceptar su extremismo, como lo demuestra su serie de apoyos a los candidatos de las elecciones de mitad de período, a nivel nacional y en los estados.
La historia de Trump, mientras tanto, hace que los medios de comunicación conservadores y las estrellas ganen millones, dándoles un incentivo para promover una falsa realidad alternativa que ha ganado legiones de espectadores.
La mendacidad de la maquinaria propagandística de los medios conservadores quedó al descubierto cuando Cheney leyó en voz alta los textos enviados a Meadows por varias potencias de Fox News, como Laura Ingraham y Sean Hannity, en los que se suplicaba a Meadows que hiciera intervenir a Trump el 6 de enero.
“Mark, el presidente tiene que decirle a la gente del Capitolio que se vaya a casa”, envió Ingraham un mensaje de texto. “Esto nos está perjudicando a todos. Está destruyendo su legado”. Hannity preguntó al entonces secretario genreal de la Casa Blanca si Trump podía hacer una declaración que dijera a la gente del Capitolio que se fuera.
Ambos presentadores condenaron posteriormente la violencia el 6 de enero. Pero estuvieron entre las personalidades de Fox News que atacan la investigación como una venganza política contra Trump en lugar de una investigación sobre uno de los peores asaltos a la democracia en la historia política estadounidense. Y la desinformación televisiva es solo una pequeña parte del problema; las redes sociales rebosan de falsedades sobre las elecciones y potencian las mentiras de Trump en lo que es casi una zona libre de hechos.
El método orwelliano de Trump
Los facilitadores de Trump reaccionaron a las revelaciones de los últimos días adoptando el movimiento característico de su líder: hilar una realidad falsa para excusar su comportamiento y engañar a sus seguidores sobre lo que realmente ocurrió.
Meadows, por ejemplo, apareció en el programa de Hannity el lunes e inventó una historia que contradice los informes de que el expresidente se había calmado y había visto en la televisión cómo sus partidarios amotinados marchaban por el Capitolio.
“Al final del día, van a encontrar que no solo el presidente actuó, sino que actuó rápidamente”, dijo Meadows. El ex secretario general de la Casa Blanca fue citado desde entonces por desacato penal por la Cámara por negarse a una citación para testificar ante la comisión. Su táctica fue familiar en anteriores escándalos de Trump, ya que se alejó de la verdad para crear un relato más agradable para los partidarios de Trump que absolviera al expresidente de la culpabilidad.
El enfoque recordaba al del propio Trump cuando salieron a la luz sus presiones al presidente de Ucrania Volodymr Zelensky para que abriera una investigación sobre el entonces candidato Biden y su hijo Hunter. El expresidente se limitó a insistir en que su llamada era “perfecta”, a pesar de que una transcripción de la Casa Blanca mostraba repetidos abusos de poder al utilizar la ayuda militar como zanahoria, una transgresión que le llevó a su primer impeachment.
Este gambito de Trump -también utilizado por los medios de comunicación conservadores todos los días- recuerda el eslogan “La guerra es la paz” del partido que desafía la realidad en la novela “1984” de George Orwell. Trump explicó su método de forma menos literal en 2018, cuando instruyó a sus seguidores a desconfiar de sus propios ojos y de los medios de comunicación no partidistas y a creer solo en él. “Lo que están viendo y lo que están leyendo no es lo que está pasando”, dijo.
Las revelaciones de esta semana fueron condenatorias para Trump, sus antiguos ayudantes y los propagandistas de los medios conservadores que lo sostienen.
Pero si la historia sirve de guía, la verdad no le hará caer.