(CNN) – Hay cosas de las que el expresidente Donald Trump quiere hablar, como las vacunas, y otras que preferiría callar, como lo que sucedió exactamente en la Casa Blanca antes del 6 de enero.
Esta semana, Trump habló públicamente sobre las vacunas contra el covid-19, apoyándolas ante sus partidarios, corrigiendo cierta desinformación y dejando claro que son una protección frente a las hospitalizaciones y muertes por covid-19.
También busca obtener crédito personal por el desarrollo de las vacunas. Y les dijo a sus seguidores que deberían vacunarse, incluso cuando él está de acuerdo con que deberían tener derecho a no hacerlo.
Cuando la conservadora Candace Owens, presentadora de podcasts, planteó dudas sobre la eficacia de la vacuna contra el covid-19 durante una entrevista con Trump, él la corrigió.
“Bueno, no, la vacuna funciona”, dijo.
“Los que se enferman gravemente y necesitan hospitalización son los que no se vacunan. Pero sigue siendo su elección, y si te vacunas, estás protegido”.
Owens publicó extractos de la entrevista días después de que Trump enfrentó una ola de abucheos de sus seguidores cuando mencionó en una sesión de preguntas y respuestas con Bill O’Reilly, expresentador de Fox News, que había recibido una vacuna de refuerzo.
Los dos han estado de gira realizando eventos en Florida y Texas. Pero, los abucheos de una multitud amistosa y el rechazo a la vacuna sugieren que existe un desacuerdo sobre el tema del covid-19 entre Trump y algunos conservadores.
El presidente Joe Biden y Trump incluso expresaron amables palabras el uno del otro con respecto al tema de las vacunas esta semana.
“Gracias al gobierno anterior y a nuestra comunidad científica, Estados Unidos es uno de los primeros países en recibir la vacuna”, dijo Biden en la Casa Blanca.
Trump admitió a Fox News que estaba “sorprendido” y “agradecido”. Y, al menos en ese momento, le resultó difícil criticar a Biden.
Imagina si Trump hubiera tomado esa posición a favor de las vacunas hace algunos meses, generando así confianza sobre ellas en lugar de hacer declaraciones como esta:
“Las personas se niegan a vacunarse porque no confían en su administración, no confían en los resultados de las elecciones y ciertamente no confía en las noticias falsas, que se niegan a decir la verdad”, sostuvo en un comunicado en julio cuando la variante delta tomaba fuerza.
Trump ha alentado anteriormente a los estadounidenses a vacunarse, pero no lo ha promovido activamente ni con insistencia. De hecho, mantuvo en secreto su propia vacunación hasta después de que dejó el cargo.
Veronica Stracqualursi y David Wright, de CNN ,señalan que Trump “politizó con frecuencia el desarrollo y la distribución de las vacunas y le dijo a The Wall Street Journal en septiembre que era poco probable que recibiera una dosis de refuerzo. También fue inconsistente en promover las recomendaciones respaldadas por la ciencia para frenar la propagación del virus. Incluso, promovió tratamientos no probados para el covid-19”.
Ahora, sin embargo, se está atribuyendo todo el mérito.
“Salí con una vacuna, con tres vacunas. Todas son muy, muy buenas. Salí con tres de ellas en menos de nueve meses”, le dijo a Owens.
Desafortunadamente, su actitud anterior probablemente influyó, o fue influenciada por, la desconfianza hacia las vacunas entre los republicanos.
Cuatro de cada 10 republicanos siguen sin vacunarse, y mucho menos han recibido con la dosis de refuerzo, según datos de noviembre de Kaiser Family Foundation.
Si bien la mayoría de los republicanos, como la mayoría de los estadounidenses, están total o parcialmente vacunados, también es cierto que la mayoría de los estadounidenses no vacunados pertenecen al Partido Republicano o se inclinan por él, según Ariel Edwards-Levy de CNN. Ella cita investigaciones que sugieren que ni siquiera el respaldo de Trump cambiará las mentes de los que se resisten.
Una porción mucho mayor de republicanos ––72% en una encuesta reciente de NPR/PBS NewsHour/Marist–– pudo haber sido influida por la teoría de la conspiración de Trump sobre las elecciones de 2020. Y no confía en que los resultados sean precisos.
La mentira electoral puede ser el tema favorito de Trump para hablar públicamente. Y las vacunas son algo que ahora defenderá.
Pero también está tratando de mantener algunas otras cosas en silencio esta semana. Sus abogados pidieron a la Corte Suprema que lo protegiera de entregar documentos y comunicaciones relacionados con la insurrección del 6 de enero.
La comisión de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección está preparada, después de victorias judiciales, para obtener los documentos de los Archivos Nacionales.
Sin embargo, este jueves Trump pidió acudió a los magistrado del tribunal más alto para exigir que respeten su privilegio ejecutivo, a pesar de que ya no está en el cargo.
Trump quiere mantener en secreto unas 700 páginas de documentos, según el reporte de CNN. Entre ellas “registros de actividades, horarios, notas de discursos y tres páginas de notas escritas a mano del entonces secretario General de la Casa Blanca, Mark Meadows, documentos que podrían revelar lo que sucedió dentro del Ala Oeste cuando los partidarios de Trump se reunieron en Washington y luego invadieron el Capitolio de Estados Unidos, interrumpiendo la certificación de la votación de 2020”.
Rompiendo con la tradición reciente, Biden se ha negado a hacer valer el privilegio ejecutivo en nombre de Trump.
Aunque él quiere mantener los documentos sellados, Trump continúa hablando, siempre que puede, sobre su fantasía de que le robaron las elecciones de 2020. Hubo un fascinante reporte del diario The Washington Post el jueves sobre cómo la mentira de Trump se ha ido descomponiendo a nivel local y estatal, a medida que los escépticos electorales presionan por más y nuevos recuentos, incluso en los estados que Trump ganó fácilmente.
Esa es una tendencia preocupante para la democracia estadounidense, ya que los funcionarios electorales se preparan para las elecciones intermedias de 2022, cuando se espera que los republicanos recuperen el control de la Cámara de Representantes y esperen con ansias las elecciones presidenciales de 2024, que bien podrían presentar una revancha de Trump vs. Biden.