Los partidarios de Trump chocan con la policía y las fuerzas de seguridad mientras intentan asaltar el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 en Washington.

Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor, periodista y colaborador de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.

(CNN Español) – Hace exactamente un año, cientos de “trumpistas” tomaron el Capitolio de Estados Unidos, instigados por el entonces presidente Donald Trump. Se trataba de alguien que había perdido las elecciones frente a Joe Biden. Había una variopinta muestra de manifestantes, incluido Jacob Chansley, el colorido caballero que representaba a QAnon, disfrazado de bisonte con los cuernos correspondientes, quienes tenían todo tipo de teorías conspirativas contra los demócratas. (Jake Angeli, como se hace llamar el “chamán de QAnon” resultó condenado y a buen arreglo cumplirá 41 meses de cárcel).

Lo hicieron henchidos de supuesto patriotismo, según han dicho. El asunto clave aquí es: no hay pruebas de que las elecciones fueron amañadas o de que hubo fraude. Así las cosas, el 45° presidente de EE.UU. es para mí un vulgar golpista y debería ser condenado por ello. Trump se defiende: ha dicho que no amenazó, habló o intentó golpe alguno en enero de 2020.

Donald Trump hizo afirmaciones falsas de que las elecciones en Estados Unidos estaban ‘arregladas’ y muchos republicanos respaldaron esta teoría mentirosa.

Cuando los resultados demostraron que Joe Biden había ganado, Trump continuó mintiendo, alegando de nuevo, sin pruebas, que de alguna manera los demócratas habían desfigurado las huellas del delito o simplemente no existían.

Pero Trump –y esta es mi opinión- comprobó que bastaba con que él repitiera su mentira para que la creyeran y otros dijeran las mismas cosas que sin pruebas denunciaba. Se confirmó lo que Trump dijo poco antes de las elecciones de 2016: él podía matar a alguien sin sufrir las consecuencias del abominable crimen.

CNNE 1132691 - henry cuellar- su testimonio del asalto al capitolio
"Ellos querían parar la certificación de votos", dice uno de los congresistas que vivió el asalto al Capitolio
02:11 - Fuente: CNN

El profesor John Mearsheimer de la Universidad de Chicago tiene todo un libro escrito sobre los diversos tipos de mentiras a las que recurren los políticos. Hay mentiras repulsivas que se dicen, sencillamente, para ganar votos y las “blancas”, que se pronuncian para evitar un contratiempo a una persona específica. E, incluso, las mentiras “patrióticas”, como las que dijo John F. Kennedy para evitarle a sus compatriotas el dolor de una guerra nuclear durante “la Crisis de los misiles” con la URSS cuando no reveló el acuerdo de que Washington retirara los misiles Júpiter de Turquía, una concesión para que Moscú retirara a su vez sus misiles de Cuba. En ese libro no aparece Donald Trump. Tal vez porque en su momento era un magnate y presentador de televisión que ayudaba a los dos grandes partidos y no se había decidido por ninguno.

Lo que es seguro es que se necesita gran escepticismo o una enorme dosis de cinismo para participar en las elecciones y creer en ellas solo si se triunfa.