(CNN) – Si la única tarea del presidente Joe Biden en su conferencia de prensa en solitario el miércoles fuera restaurar su maltrecha posición política, sería lo suficientemente desalentador. Pero el presidente llegará a la conferencia en un momento de agotamiento nacional y moral exhausta a medida que la pandemia de coronavirus se acerca a su tercer año, en medio de una sensación de que los eventos en el país y en el extranjero están fuera de control y que las feroces divisiones ideológicas podrían desgarrar a Estados Unidos.
El país no había estado tan distanciado ideológicamente durante generaciones. Dos grandes bloques de estadounidenses creen que todo lo que piensan que representa su nación podría ser arrebatado.
Biden fue elegido para reducir el veneno, crear puentes y resolver problemas. Pero en su primer año en el cargo, la amargura política se ha profundizado, en parte debido a la corrosiva y peligrosa campaña del expresidente Donald Trump para destruir la democracia estadounidense. Y la interpretación de Biden de los pequeños mandatos demócratas en el Congreso podría haber deleitado a los liberales, pero ha llevado a algunos que lo veían como un moderado a preguntarse si lo juzgaron mal.
En tal atmósfera, el presidente está bajo presión para hacer más que avanzar en un programa político que ahora casi seguramente no alcanzará sus ambiciosas metas.
Los tiempos extremos exigen que los presidentes reafirmen un sentido de misión nacional común, evalúen las crisis simultáneas con claridad e inyecten una sensación de esperanza de que puede haber una sensación de normalidad en el horizonte. O si no es así, al menos demostrar una estrategia para cambiar lentamente las cosas en la que los votantes puedan confiar.
Lo más probable es que la sesión televisada del miércoles con los periodistas sirva para enfatizar la imposibilidad de la tarea ante Biden y subrayar la realidad cruel y solitaria detrás del mantra del presidente Harry S. Truman de que “la responsabilidad llega hasta aquí”.
La Casa Blanca convocó la conferencia de prensa para resaltar las victorias en el primer mandato de Biden, incluida una campaña de vacunas rápidamente ampliada para combatir el covid-19, una rara ley bipartidista que dedicará US$ 1 billón en reparar infraestructura, grandes recortes en la pobreza infantil y el relanzamiento del liderazgo estadounidense tradicional en el escenario mundial por parte de Biden luego de las exhibiciones de Trump, como las rabietas en las cumbres, arrodillarse ante los tiranos y destrozar alianzas.
Pero la vuelta de la victoria de Biden será corta. Pocos presidentes en los últimos tiempos se han enfrentado a un catálogo tan asombroso de crisis mientras se preparan para una conferencia de prensa en la Casa Blanca. Es seguro que se verá asaltado por una serie de preguntas a las que la Casa Blanca aún no ha dado respuestas decisivas. En última instancia, el evento puede apuntar más a los grandes desafíos del próximo año que a los logros que Biden acumuló en sus primeros 12 meses en el poder.
Aquí hay 10 preguntas generales que enfrentará Biden el miércoles.
¿Funcionará el plan de pruebas de covid-19 de Biden?
Por coincidencia o diseño, la aparición de Biden tiene lugar el día en que se pone en marcha el nuevo sitio web de la Casa Blanca, que ofrece a cada familia estadounidense cuatro pruebas rápidas de covid-19. Un momento crítico para el presidente cobra así aún más intensidad. Si el plan de distribución funciona, podría aliviar un poco la presión sobre su administración, que admitió que la ola de ómicron lo tomó por sorpresa y no tuvo suficientes pruebas caseras a tiempo. Si el sitio web se bloquea o no funciona con la fluidez prevista, podría convertirse en un emblema de una respuesta pandémica que comenzó fuerte pero se vio consumida por pasos en falso, mensajes confusos y la naturaleza implacable de un virus que desafía la gestión. Ya han surgido algunos problemas con una versión beta del sitio que se puso en marcha el martes, pues algunas personas en bloques de apartamentos tienen problemas para registrar sus direcciones.
Biden necesita urgentemente restaurar la confianza en su liderazgo ante el covid-19 y garantizar específicamente que las personas que quieran pruebas puedan solicitarlas y que se entregarán como se prometió a partir de finales de este mes, aun cuando habrían sido mucho más útiles hace unas semanas.
¿Dónde marca Biden la ecuación de riesgo entre mitigación y vida normal?
Ómicron sumió a los estadounidenses en una extraña media vida. Si bien la variante ha sido generalmente más leve –lo que lleva solo a síntomas menores para muchas personas vacunadas y con refuerzo– de repente estaba en todas partes. La variante altamente transmisible complicó el transporte, el comercio minorista y las escuelas y llenó los hospitales con personas no vacunadas. Biden, quien llegó al poder prometiendo que la ciencia dictaría la toma de decisiones de salud pública, lidera un país desesperado por volver a una versión casi olvidada de la normalidad.
Con señales de disminución de ómicron en los estados del noreste donde golpeó primero, ¿tiene un consejo claro para los estadounidenses sobre cómo reanudar sus vidas? ¿Es hora de reevaluar el riesgo que representa el virus en las escuelas y los lugares de trabajo si para la mayoría de las personas se siente como un resfriado? ¿O el riesgo de efectos en la salud a largo plazo augura una cautela continua? ¿Cómo puede lograr Biden un equilibrio dado que muchos estados aún no han sentido toda la fuerza del tsunami de ómicron? Los hospitales en Oklahoma, por ejemplo, ya están por encima de su capacidad.
¿Tiene el presidente alguna resolución a la batalla ideológica sobre mantener las escuelas abiertas y las reglas de uso de mascarilla para los niños? ¿El fallo de la Corte Suprema de la semana pasada que anuló los mandatos de vacunas de la administración en las grandes empresas destruyó sus esperanzas de poner fin a la pandemia? ¿Qué mensaje tiene Biden para los que se niegan a vacunarse y corren el riesgo de sufrir muertes innecesarias y para los millones de personas frustradas cuya libertad de vivir en una sociedad sin virus ha sido socavada por quienes politizaron las vacunas contra el covid-19 y, por lo tanto, permitieron que el virus siguiera causando estragos? En última instancia, ¿puede el presidente darle al país alguna esperanza de que el final está cerca? Y si lo hace, ¿alguien le creerá después de que le 4 de julio declarara de forma prematura la independencia parcial del virus?
¿Entiende Biden que los temores sobre la inflación no son transitorios?
La gran paradoja de la presidencia de Biden es que se propuso ayudar a los trabajadores estadounidenses, pero se le acusa de no hacer lo suficiente para aliviar su difícil situación económica a corto plazo. Quiere consagrar en la ley una atención médica asequible, una mejor atención para los ancianos, aliviar la pobreza infantil, proporcionar un jardín de infancia gratuito, hacer que la deuda de los estudiantes sea una carga menor y alejar al país de la energía de carbono propensa a los picos de precios causados por la geopolítica extranjera. Sin embargo, encuestas recientes sugieren que muchos estadounidenses no creen que esté abordando los problemas que más les importan.
¿Acepta ahora el presidente que la insistencia de la Casa Blanca durante meses en que el aumento de los precios era “transitorio” se interpretó como un desdén hacia las familias perjudicadas? ¿Tiene algún plan concreto a través de la legislación o ajustes a los impuestos para compensar el peor aumento de la inflación interanual desde 1982 además de las medidas ya tomadas para desbloquear las cadenas de suministro obstruidas por la pandemia? Mientras tanto, Wall Street espera que los precios del petróleo vuelvan a dispararse pronto, presionando a Biden para que formule planes para evitar que los estadounidenses que ya están sufriendo se vean afectados por los precios de los combustibles, lo que podría convertirse en una mayor presión política para su Casa Blanca.
¿Cómo es que EE.UU. y Rusia vuelven repentinamente a un enfrentamiento al estilo de la Guerra Fría?
Estados Unidos y Rusia están atascados en su enfrentamiento más peligroso en Europa desde el final de la Guerra Fría. ¿Puede Biden explicar a los estadounidenses hasta dónde está dispuesto a llegar Estados Unidos para evitar que los tanques del Kremlin entren en Ucrania? ¿Cree el presidente que la amenaza de sanciones que podrían aislar a Rusia de la economía occidental en última instancia disuadirá a Putin? ¿Está preparado para ceder un poco a las demandas rusas de un retroceso de la OTAN en Europa del Este que, según EE.UU., no son negociables para evitar la guerra? ¿Y cómo contrarrestará las afirmaciones republicanas de que tales concesiones equivaldrían a un apaciguamiento?
En última instancia, ¿Estados Unidos está preparado para continuar respaldando una posible insurgencia sangrienta en Ucrania similar al esfuerzo por expulsar a los soviéticos de Afganistán en la década de 1980? ¿El expansionismo ruso pone en riesgo a los aliados de la OTAN, así como a Ucrania, que no es miembro de la alianza, especialmente en los estados bálticos y en las naciones del antiguo Pacto de Varsovia? ¿Y cómo se asegurará el presidente de que tal enfrentamiento no se convierta en un choque aún más desastroso entre las potencias nucleares? Finalmente, Biden les dijo a los padres estadounidenses que no enviaría a sus hijos a más guerras en el extranjero. ¿Puede realmente hacer esa promesa dado el empeoramiento de las tensiones con Rusia, y mucho menos la próxima superpotencia amenazadora que es China?
¿Cómo contendrá Biden la amenaza nuclear de Corea del Norte e Irán?
¿Qué podría ser más alarmante que un enfrentamiento entre superpotencias de la vieja escuela en Europa? ¿Qué tal una suspensión de vuelos en los aeropuertos de la costa oeste de EE.UU. debido a una prueba de misiles balísticos de Corea del Norte? Eso realmente sucedió la semana pasada. Biden puede enfrentar un escrutinio sobre lo que está haciendo su administración para resolver el problema de los programas nucleares y de misiles de Kim Jong Un y la verdadera naturaleza de la amenaza al territorio continental de Estados Unidos. Cada Casa Blanca desde la de Bill Clinton ha fallado en resolver este problema intratable. ¿Tiene Biden mejores ideas? ¿Y qué está haciendo Kim de todos modos con sus repetidos lanzamientos? ¿Es esta una jugada por toda la atención que Putin está acaparando?
Mientras hablamos de armas nucleares, los expertos en política exterior estarán atentos para ver si Biden puede desarrollar algunas señales sorprendentemente optimistas de conversaciones nucleares previamente estancadas con Irán en Viena. ¿Existe la posibilidad de revivir el acuerdo que Trump arruinó? ¿Cómo influiría Biden en un Congreso escéptico sobre tal pacto? Y si no puede, ¿qué tan cerca está Irán de la reserva de uranio altamente enriquecido que se necesita para la bomba? ¿Y Biden está listo para ordenar una acción militar, que podría desencadenar una guerra más amplia en el Medio Oriente para detenerlo? ¿O dejará que Israel lo intente primero?
¿Qué sigue para los derechos de voto?
¿Qué respuestas tiene el presidente para los estadounidenses negros, muchos de los cuales lo ayudaron a ganar la presidencia, que ven una traición en el inminente fracaso de los demócratas para promulgar una legislación federal sobre el derecho al voto para contrarrestar los esfuerzos de supresión de votantes de los estados liderados por el Partido Republicano? ¿Qué puede decirles a esos votantes vitales para mantenerlos entusiasmados con las elecciones intermedias en las que pueden marcar la diferencia en estados indecisos como Georgia?
Llegados a eso, ¿cómo planea el presidente restaurar su credibilidad después de poner su presidencia en juego la semana pasada en Atlanta en un esfuerzo fallido por dos proyectos de ley sobre el derecho al voto estancados en el Senado? ¿Y cuán severo será Biden al censurar a dos demócratas moderados que desafiaron sus apelaciones y su autoridad, oponiéndose a los esfuerzos demócratas por reformar el filibusterismo para eludir las tácticas de obstrucción republicanas?
¿Puede Biden reconstruir Build Back Better?
Esos mismos dos senadores, Joe Manchin de Virginia Occidental y Kyrsten Sinema de Arizona, también frustraron el amplio plan de gasto social y cambio climático del presidente, la base de un ambicioso programa nacional. Entonces, ¿cuánto tiempo más van a golpearse la cabeza los demócratas contra esta pared de ladrillos en particular? ¿Tiene el presidente finalmente alguna idea sobre cómo hacer que los dos senadores se sumen? Si no, ¿está preparado para dividir la legislación en partes más pequeñas (por ejemplo, un crédito fiscal por hijos o un proyecto de ley de jardín de infancia gratuito) y podría lograr que algunos republicanos se unan para frustrar el obstruccionismo del Senado?
Algunos demócratas moderados de la Cámara de Representantes que podrían perder sus escaños en las elecciones intermedias respaldan este enfoque. Pero podría desencadenar la furia entre los progresistas, a quienes el partido también necesita que participen en gran número en noviembre. ¿Tiene el presidente un plan para reconstruir el capital político destrozado por facciones desafiantes de su propio partido y hacer que los reticentes paguen un precio por desafiarlo? ¿Y qué les dice a otras potencias mundiales a las que presionó para que hicieran recortes en las emisiones de carbono si no puede cumplir con su propio programa multimillonario para combatir el cambio climático?
¿Cómo contrarrestará Biden la amenaza interminable de Trump?
Trump se está preparando para desempeñar un papel importante en las elecciones intermedias como posible precursor de otra candidatura presidencial basada en sus mentiras flagrantes de fraude electoral y demagogia racial, las cuales quedaron en evidencia en un mitin salvaje en Arizona el sábado. ¿Está Biden listo para enfrentarse a Trump directamente, después de criticarlo en su discurso sobre el derecho al voto en Atlanta la semana pasada y en el aniversario de los disturbios en el Capitolio de EE.UU. la semana anterior? ¿Puede demostrar a los votantes y compañeros demócratas que tiene la fuerza política, la resistencia y la energía para montar otra campaña contra un Trump cada vez más autocrático y una nueva batalla por el alma de Estados Unidos en 2024, si se llega a eso? En términos más generales, ¿cómo puede el presidente advertir al mundo que la democracia está amenazada si no puede salvaguardar el propio sistema democrático de Estados Unidos?
¿Tiene Biden respuestas en la frontera sur?
Un tema clave en el que Biden probablemente estará más expuesto por los republicanos es la inmigración y específicamente la situación en la frontera de Estados Unidos con México. La Casa Blanca pasó meses en su primer mandato negándose a reconocer las afirmaciones del Partido Republicano y los medios conservadores de que la situación fronteriza representaba una “crisis”. Pero batalló con un número sin precedentes de inmigrantes que cruzaban a EE.UU., incluida una afluencia de menores no acompañados que estiraron los recursos durante la pandemia. Desde julio, cuando el número de inmigrantes indocumentados atrapados cruzando la frontera alcanzó un máximo de 213.593, las detenciones comenzaron a disminuir. Pero aumentaron un 5% mes a mes en noviembre, lo que sugiere que la administración está lejos de resolver un problema políticamente problemático.
¿Cuán mala será la situación con China?
Todos los desafíos anteriores exigen respuestas a corto plazo. Pero quizás el desafío a largo plazo más intratable para Estados Unidos sea China. El choque de superpotencias en construcción en el Pacífico volverá a estallar el próximo mes cuando Estados Unidos lidere un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing en protesta por los abusos contra los derechos humanos contra los musulmanes uigures y la represión de la democracia en Hong Kong. También es probable que el próximo año vea nuevas tensiones sobre Taiwán, considerado por muchos analistas como el desencadenante más probable de un conflicto armado entre EE.UU. y China. Biden tendrá que decidir si hace compromisos más abiertos para defender la isla democrática y diluir la política estadounidense de ambigüedad estratégica.