Foto de archivo. Los colegios de Colombia quedaron vacíos por cuenta de la pandemia en 2020.

(CNN Español) – Cuando el nuevo coronavirus que causa la enfermedad del covid-19 — desconocido hasta ese momento—, llegó a pasos agigantados a Colombia, Patricia, una profesora de una escuela primaria de Concepción, Santander, en el nororiente del país, se sintió confundida por lo que podría pasar con ella y sus estudiantes.

“La verdad es que yo sentí miedo porque no sabíamos qué iría a pasar”, le dijo a CNN Patricia, una profesora que ha ejercido su profesión por más de 45 años. Ella pidió que su nombre no fuera revelado para proteger su privacidad.

En marzo de 2020, cuando debido al covid-19 el Gobierno de Colombia ordenó la suspensión de clases presenciales, Patricia sintió angustia e incertidumbre por los niños  y por ella misma.

Como unos 63 millones de profesores del mundo que vieron sus actividades afectadas por la pandemia de covid-19, según la Unesco, Patricia tuvo que cambiar la manera como tradicionalmente iba a dar la clase. Pasó de más de cuatro décadas de impartir clases presenciales a intentar dictar clases por internet, así como repensar en tiempo récord cómo seguir con una normalidad educativa que ya no era la misma.

“La verdad fue muy, pero muy difícil, angustiante. Y yo digo en cierta forma (que fue) como desesperante, y se sentía la impotencia de no poder realizar el trabajo de la mejor manera, sino ahí lo que medianamente se podía”, relata Sara, otra profesora rural también de Concepción, Santander, al hablar sobre lo difícil que fue el cambio repentino a la educación virtualidad. Sara no es el nombre real de la profesora, quien por privacidad pidió no revelar su nombre.

Este es el drama de millones de profesores de zonas rurales y en áreas de escasos recursos que sigue hasta estos días, dos años después del inicio de la pandemia que los obligó a cambiar a educación a distancia. Y el virus sigue presente.

Algunos problemas más comunes para los profesores

CNN habló con varios profesores de diferentes lugares de Colombia para consultarles sobre sus preocupaciones durante la pandemia. Varios de ellos coincidieron en dos puntos comunes: las dificultades de usar tecnología masivamente y la pérdida de interés de los estudiantes.

Sara y Patricia, quienes llevan décadas como profesoras de escuela primaria, tuvieron que dejar a un lado la enseñanza tradicional, y conectarse a una modalidad que poco conocían.

“No todos los niños tenían una conexión a internet. Tampoco todos tenían un teléfono con WhatsApp. Algunos ni tenían celular, entonces tenían que irse a las vecindades. Algunas veces se les daba la explicación por teléfono al padre de familia y él tenía que orientar a su hijo”, dice Sara sobre los primeros días de la pandemia, en 2020.

Incluso llegaron a repartir las guías de estudio puerta a puerta, para quienes no podían atender clases por teléfono o internet, por falta de recursos.

Unos 400 kilómetros hacia el centro del país, Miriam Luengas, una profesora de Español en el municipio de Facatativá, en Cundinamarca, en el centro del país, dijo que la enseñanza virtual fue difícil porque “era como empezar de cero, a través de una pantalla o de un mensaje, a explicarles”.

“No se podía avanzar mucho porque como la conexión de internet es tan intermitente, pues a algunos les fallaba y no podían conectarse a clase, y otros porque simplemente no querían, no se conectaban”, dijo a CNN.

Lo mismo cuenta Patricia sobre la pérdida de interés de sus estudiantes. “La tecnología como herramienta de trabajo es buena, pero ¿que reemplace el aula? Me parece que no”, dice.

“Los papás decían ‘¡ay, profesora!, es que los niños ya no quieren estar sino pegados al celular, pero no es haciendo lo que ustedes les mandan, sino mirando los jueguitos’ y eso fue un problema para la mayoría de los niños”, cuenta. “Los que estaban haciendo el trabajo eran los papás, no los niños”.

La pérdida de interés de los estudiantes en el estudio también la experimentó Katherine Vásquez, una profesora de matemáticas en el municipio de Facatativá, quien dijo que en principio quiso hacer muchas actividades, pero luego de un mes de este ritmo, fue necesario repensar cómo poner a sus estudiantes a estar 100% frente a una computadora.

“La situación de aislamiento que tuvimos desde marzo de 2020 nos desafió a repensar esos procesos de enseñanza”, dijo Vásquez a CNN. “Fue necesario pensar qué tan bueno era sentar 6 horas a los estudiantes frente a una pantalla, si ellos estaban entusiasmados con todas esas herramientas que yo les estaba colocando, y si ellos estaban aprendiendo que creo que esa fue la parte fundamental”.

Y el tedio se volvió parte de la rutina virtual para Paulo César Ruiz, otro docente, quien dijo tener “agotamiento mental” tras meses de pandemia.

“Uno siempre espera que los estudiantes sean participativos”, dijo. “Pero en la medida del paso del tiempo algo muy duro fue el ausentismo permanente de muchos estudiantes que por motivos económicos, motivaciones, familiares o económicos empezaron a ausentarse. Entonces eso involuntariamente fue creando un nivel de estrés, de cansancio, de agotamiento tanto mental como emocional”, dijo Ruiz a CNN.

Ausentismo y otras dificultades

A mediados de abril de 2020, casi todos los países del mundo ordenaron el cierre de escuelas y demás instituciones de educación debido a la pandemia de covid-19. Esto afectó a más de 1.570 millones de alumnos en todo el mundo, que según la Unesco era más del 90% “del total de la población escolar matriculada en el mundo”.

El ausentismo fue una situación común durante la pandemia para muchos estudiantes. Según un reporte de la Unesco de septiembre de 2021, los cierres prolongados por cuenta de la pandemia en los últimos dos años ha provocado “la pérdida de aprendizaje y un incremento de la tasa de abandono escolar”. Esta situación fue ocasionada por el cierre durante 18 meses de las escuelas, algo que afectó a unos 77 millones de alumnos, según la entidad de la ONU.

Pero si bien estas medidas fueron necesarias para frenar la propagación de la pandemia, la Unesco también alertó para ese momento que estas medidas podían “provocar una crisis mundial de aprendizaje en todos los niveles del sistema educativo”.

Mary Guinn Delaney, experta en educación pública de la Unesco, señaló que uno de los problemas es la brecha digital que hay en los países de América Latina, que a su vez generaron problemas educativos durante la pandemia.

“La voluntad de participar en educación en línea o virtual tiene que ver con el acceso al internet en sí, el nivel de privatización”, le dijo Delaney a CNN. “Muchos docentes, por ejemplo, estaban usando sus planes personales que ellos mismos pagan para poder hacer sus clases vía WhatsApp”.

Según Delaney, la pandemia ha puesto en relieve las dificultades que se presentaban desde hace mucho —entre ellos la brecha digital— y que han llevado a rezagos en la educación. Y esto debe ser un punto de partida para cambios en políticas públicas.

“Si ya sabíamos que faltaba el acceso a internet en el colegio, ¿cómo vamos a esperar en el muy corto plazo que una profesora pueda replicar condiciones aún mejores (para enseñar) desde su casa?”, dijo la experta de Unesco.

Algunas experiencias positivas

Lizandro Malagón, un profesor de Inglés en el municipio de San José de la Montaña, en el departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia, dice que si bien fue retador dar clases virtuales, también agradece a la tecnología ser el medio para continuar con su trabajo a pesar de la pandemia.

“Fueron esos recursos los que nos solventaron con todos los problemas que teníamos de comunicación en el ámbito educativo y también nos sugirió muchos recursos para poder encontrar todo el conocimiento que diariamente encontrábamos en las aulas”, dijo el profesor de San José de la Montaña.

Para Janeth Maldonado, profesora de inglés en el municipio de Facatativá, en Cundinamarca, la enseñanza virtual fue algo positivo ya que la cantidad de recursos en línea le permitieron continuar con sus clases en la virtualidad.

Si bien dice que tuvo dificultades para trabajar con los niños que no estaban acostumbrados a tomar clases por internet y es un proceso que requiere de mucha responsabilidad, a nivel personal se sintió cómoda trabajando desde casa.

“A mí me gusta estar en mi casa, entonces me funcionó bien levantarme con tranquilidad, desayunar, sentarme en el computador tranquila, trabajar con los niños bien”, dice Maldonado, quien reconoció un aumento de trabajo desde casa teniendo en cuenta que los horarios laborales se mezclaban con los de descanso, y el trabajo se volvió personalizado con cada estudiante, lo que aumentó su horario de trabajo.

El reencuentro con los estudiantes

Lo que en principio no sabían cuánto iba a durar fue alargándose hasta dos años después.

La experiencia ha sido tan dura, que Sara dijo que hubo momentos muy difíciles durante la pandemia en la que pensó renunciar, tras más de 40 años de docencia.

“En unos momentos sí pensé en retirarme porque la verdad es un trabajo muy agotador, trabajar virtual y presencial es agotador. Entonces uno decía ‘Dios mío, ilumíname. ¿Qué voy a hacer? Me retiro o sigo?’. Entonces ya decidimos que íbamos a terminar el año 2021 a ver qué pasa”.

Y tanto Sara como para Patricia tuvieron un emotivo regreso a clases, pues reencontrarse con sus alumnos frente a frente no tiene precio.

“Regresar al aula nos dio mucha alegría tener que volver a ver los niños y estar con ellos. Pero por otro lado, también angustia de pensar que algún niño se nos fuera infectar, que le fuera a pasar algo”, dijo Patricia, reconociendo la complejidad de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad.

Es 2022 y recién algunos estudiantes en Colombia están retornando a clases presenciales, mientras una cuarta ola de coronavirus ronda la vida cotidiana, a medida que algunos colegios intentan retornar a la normalidad.

Para el 17 de enero, el 15% de los 7 millones de estudiantes en Colombia retomaron clases presenciales; se espera que para febrero el 100% de los estudiantes de colegios públicos del país retornen completamente a clases, según el Ministerio de Educación.

– Con información de Paula Bravo de CNN en Español.