(CNN) – Hicieron falta al menos nueve fuertes golpes con un hacha para romper la vitrina de la histórica Bóveda Verde de Dresde. Una vez que el cristal se hizo pedazos, los dos ladrones enmascarados se llevaron 21 artefactos de incalculable valor y desaparecieron.
Era el 25 de noviembre de 2019, y en el espacio de unos pocos minutos, algunas de las joyas históricas más valiosas del mundo se habían desvanecido.
Ahora, los seis hombres acusados de llevar a cabo uno de los mayores robos de joyas de la historia se preparan para ir a juicio en Alemania a partir de este viernes 28 de enero. Pero el misterio de lo que ocurrió con los tesoros que supuestamente robaron continúa.
Esta es la historia de un robo que asombró al mundo, y el meticuloso trabajo policial que llevó a la captura de seis miembros de la banda familiar que, según la policía, se cree que es responsable del mismo.
Adornados con más de 4.300 diamantes, los tesoros robados de la Bóveda Verde estaban valorados en al menos 113 millones de euros (US$ 128 millones), según la fiscalía estatal. Sin embargo, la directora de la Colección Estatal de Arte de Dresde, Marion Ackermann, dijo que su valor material no refleja su “incalculable” importancia histórica y cultural.
Casi todos los objetos robados fueron fabricados durante el gobierno de Federico Augusto III, el último elector de Sajonia, que luego fue conocido como Federico Augusto I, el primer rey de Sajonia.
Entre ellos figuraba un broche de sombrero de la década de 1780 decorado con 15 diamantes grandes y más de 100 pequeños, así como una espada de 96 centímetros y una funda, que en conjunto contenían más de 800 diamantes.
Pero no fue solo el inmenso valor del botín lo que captó la atención del mundo, sino el descaro con el que supuestamente se llevó a cabo el robo.
Roy Ramm, consultor de seguridad y excomandante de operaciones especializadas de New Scotland Yard en Londres, dijo a CNN que crímenes como éste son cada vez más raros.
“La seguridad técnica ha mejorado a lo largo de los años con los sistemas de alarma CCTV y todo tipo de protecciones de alta tecnología, por lo que [hay un alto] riesgo de detección temprana y de ser realmente atrapado en el acto… se necesita cierta información interna y un plan muy, muy detallado”, dijo.
Según los investigadores, cuatro meses antes del robo, uno de los sospechosos se dirigió a la ciudad de Magdeburgo, a unos 290 kilómetros al noroeste de Dresde, para recoger un Audi S6 usado de color azul oscuro: el futuro auto de huida.
El vehículo ya había sido dado de baja, pero la policía dijo que la banda fue aún más lejos en sus esfuerzos por disfrazar su origen, cambiando su color a plateado y dejando solo el techo oscuro.
“Lo que esto me dice es que estas personas planearon meticulosamente; estuvieron repasando, en su mente, cómo se produciría el robo y cuál sería la reacción de la policía, y todo el tiempo estuvieron pensando en formas de interrumpir la actividad policial o de ganar más tiempo”, dijo Ramm.
“Si un transeúnte veía el auto abandonando el lugar de los hechos, y esa persona era capaz de dar una descripción del vehículo, una vez que la policía empezaba a hacer pesquisas sobre ese vehículo, se volvían más complicadas, más difíciles y más largas de resolver”.
Y la policía dice que los preparativos de la pandilla no se redujeron a la elección del vehículo de huida.
Según las autoridades, unos días antes del atraco cortaron los barrotes de la ventana por la que los ladrones entraron en la bóveda. Quitar la rejilla metálica por completo podría haber levantado las sospechas de los transeúntes, así que los sospechosos cubrieron sus huellas pegando temporalmente las barras en su sitio con pegamento, dijo la policía.
La ventana estaba en un punto ciego, por lo que no era visible en las cámaras de seguridad y toda la zona estaba en “completa oscuridad”, dijo el Ministerio de Cultura y Turismo del Estado de Sajonia en respuesta a una pregunta del Parlamento. Un sensor de movimiento que debería haber sido activado por el robo no se activó. El ministerio dijo que la alarma había saltado el día anterior al crimen y los guardias de seguridad no la reactivaron. CNN se puso en contacto con la fiscalía del estado para obtener más detalles sobre la falla de la alarma, pero la oficina no quiso hacer comentarios porque la investigación está en curso.
Cronología del atraco
Alrededor de las 4:50 a.m. del lunes 25 de noviembre de 2019, la pandilla entró en acción, según la policía.
En primer lugar, dijo la policía, los ladrones o sus cómplices prendieron fuego a una caja de distribución de energía cerca de la Bóveda Verde. Esto provocó que las luces de la calle cercanas se apagaran, sumiendo toda la zona en la oscuridad.
A continuación, a las 4:57, se dirigieron a la bóveda.
La policía dijo que el video de las cámaras de seguridad mostraba que los ladrones sabían a dónde iban. Tras entrar al edificio a través de la ventana de la Sala de los Tesoros llena de espejos, la policía cree que se apresuraron a atravesar la Sala de la Heráldica de la bóveda, directamente hasta la Sala de las Joyas, donde se exponen las piezas más valiosas del museo.
Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran que los ladrones apenas tardaron unos minutos en entrar, romper la vitrina, tomar las joyas y marcharse. Los ladrones no pudieron robar todas las piezas de la exposición, porque algunas estaban cosidas a las vitrinas, explicó Ackermann a la cadena pública alemana ZDF.
Pero antes de emprender la huida, los ladrones rociaron la sala con un extintor de polvo para cubrir sus huellas, dijo la policía.
“Las marcas de los pies sirven frecuentemente para identificar el calzado utilizado por los delincuentes”, dijo Ramm. “Con bastante frecuencia, se deshacen de los guantes y de todo tipo de cosas, pero se olvidan de deshacerse de las huellas de los zapatos. Así que cualquier cosa que interrumpa el rastro forense es, no sé si debo decirlo, útil”.
La policía dijo que los ladrones escaparon del lugar en el Audi y que, solo 13 minutos después de que la cámara de seguridad captara las primeras imágenes de ellos entrando en la bóveda, el vehículo de huída de la banda había sido abandonado e incendiado en un estacionamiento subterráneo a unos cinco kilómetros de distancia. La policía relacionó el auto con el robo casi inmediatamente.
“Es increíblemente difícil utilizar un vehículo y no dejar ADN”, dijo Ramm. “Ha habido muchos casos en todo el mundo en los que se han encontrado pequeñas cantidades de ADN y ha sido suficiente para relacionar a la persona con un vehículo… así que incendiar el auto era todo cuestión de ADN”.
La operación policial, bautizada con el nombre en clave de Operación Epaulette por uno de los objetos robados ese día, comenzó en el momento en que el personal de seguridad del museo hizo la primera llamada de emergencia, cuando los ladrones aún estaban dentro del edificio.
Los dos guardias de seguridad de la bóveda vieron el robo en los monitores de seguridad, pero no intervinieron. Esa decisión fue cuestionada posteriormente por la policía, pero Ackerman dijo que el personal de seguridad había seguido los protocolos de seguridad establecidos.
Ramm dijo que los detectives probablemente empezaron por examinar de cerca el propio museo.
“La única forma de que estas cosas ocurran es que los ladrones tengan una información privilegiada muy buena”, explicó. “Tienen que saber que no hay, por ejemplo, rayos láser por la sala, tienen que saber que no hay pestañas sensibles a la presión por todo el lugar. Es extremadamente arriesgado hacer lo que hicieron”.
“Es concebible que hayan hecho una investigación prolongada en el edificio”, dijo Ramm.
La Fiscalía del Estado de Sajonia dijo en marzo de 2020 que estaba investigando a cuatro miembros del personal de seguridad del museo. La semana pasada, la Fiscalía del Estado dijo a CNN que la investigación está en curso. Un portavoz dijo que se presentó una denuncia penal contra dos guardias por un particular, alegando que “no reaccionaron adecuadamente y no evitaron el robo”.
El portavoz afirmó que otros dos guardias de seguridad también fueron investigados. Uno de ellos era sospechoso de haber entregado a los autores del crimen documentos sobre la Bóveda Verde y sus sistemas de seguridad, y fue detenido cuatro días después del robo. El otro guardia fue puesto en libertad tras una investigación, dijo.
El portavoz añadió que se estaba investigando a un cuarto guardia, ya que “hay indicios de una acción en relación con el sistema de alarma, que podría haber facilitado el robo”.
La investigación
En septiembre de 2020, la policía anuncia que ha recibido cientos de datos y ha registrado varias propiedades de Berlín que se cree que están relacionadas con el robo.
También averiguaron más cosas sobre el vehículo de la huida, incluyendo dónde había sido repintado, y publicaron una fotografía compuesta de uno de los sospechosos.
Entonces, el 17 de noviembre de 2020, casi un año después del robo de los preciados tesoros de la Bóveda Verde, la policía lanzó una enorme operación de seguridad en Berlín, con la participación de fuerzas especiales y 1.638 agentes de toda Alemania.
Su objetivo eran cinco miembros del infame Clan Remmo, una de las familias criminales más poderosas de Alemania, que opera principalmente en Berlín.
Ralph Ghadban, politólogo y experto en clanes o pandillas en Alemania, dijo que la forma en que supuestamente se llevó a cabo el robo y el número de sospechosos y sus posibles cómplices implicados muestra el poder que ejercen los clanes.
“El clan protege y ayuda a sus miembros, puede tener muchos miles de miembros y puede dominar y aterrorizar barrios enteros de la ciudad”, dijo, y añadió que la acción “contundente y rápida” mostrada durante el robo es una de las cartas de presentación del clan.
La policía anunció la detención de tres de los cinco principales sospechosos durante la operación en Berlín.
La policía identificó a los dos sospechosos que seguían prófugos como los hermanos gemelos Abdul Majed R. y Mohamed R.; se inició una masiva persecución para encontrarlos.
Interpol emitió una notificación roja sobre los gemelos, pero pasó otro mes antes de que Mohamed fuera capturado en un automóvil en el barrio berlinés de Neukölln, en el territorio del clan Remmo.
Abdul Majed permaneció prófugo durante otros cinco meses antes de que también fuera detenido el 17 de mayo de 2021.
Un sexto y último sospechoso del caso fue detenido en agosto de 2021, según la policía.
Un mes después, los fiscales del caso acusaron finalmente a los seis hombres de delitos que incluían robos graves en banda e incendios provocados. Tres de los sospechosos son hermanos y los otros tres son sus primos. Dos de los acusados fueron condenados anteriormente por el robo de una moneda de oro conmemorativa de 100 kilos, conocida como la “Gran Hoja de Arce”, del Museo Bode de Berlín, y ahora están cumpliendo penas de prisión por ello.
CNN contactó con los representantes de los acusados para obtener comentarios.
Los sospechosos pueden estar detenidos, pero para la policía la investigación está lejos de haber terminado.
“Algo de esta naturaleza, donde los objetos en sí son irremplazables, la mayoría de los detectives con los que he trabajado a lo largo de los años pensarían que es un trabajo a medio hacer, no haber recuperado los objetos”, dijo Ramm.
Entonces, ¿qué pasó con esas joyas de valor incalculable robadas de la vitrina aquel día de noviembre de 2019?
Ramm y otros expertos creen que el escenario más probable es el que más temían los conservadores del museo: que los objetos robados hayan sido divididos, las piedras vendidas y los metales preciosos fundidos.
“Todo eso requiere organización”, dice Ramm. “Es muy raro que las personas que realmente robaron los objetos sean las que finalmente se deshicieron de ellos. Habrá una red y por eso la policía estará muy, muy interesada en obtener los celulares, computadoras y cualquier cosa que pruebe los vínculos entre las seis personas que van a ser juzgadas en breve y cualquier otro grupo criminal”.
En efecto, durante la gigantesca investigación policial se incautaron discos duros, computadoras y teléfonos móviles, pero los tesoros robados han desaparecido sin dejar rastro.
La Bóveda Verde permaneció cerrada a los visitantes durante meses, debido a la investigación y posteriormente a la pandemia de coronavirus. Cuando se reabrió en mayo de 2020, la vitrina fue reparada, pero se dejó deliberadamente vacía.
Está previsto que el juicio dure al menos hasta finales de octubre. Si son declarados culpables, los sospechosos se enfrentan a posibles penas de cárcel de varios años.