(CNN) – Como muchas chicas en la escuela secundaria, Ella (no es su nombre real) tenía días en los que luchaba contra sus problemas de autoestima.
“Podía sobrellevarlo porque tenía los deportes, tenía amigos y tenía la escuela. Luego llegó la pandemia en marzo (2020) y perdí todo eso”, dijo Ella, quien parece menor de sus 15 años.
“Quería hacer algo proactivo para ayudarme a sobrellevar la situación, así que recurrí al ejercicio. Corría casi todos los días. Salía a andar en bicicleta y a caminar durante una hora”.
La madre de Ella, Alice (que tampoco es su nombre real), también corredora, estaba complacida de ver a su hija adoptando hábitos tan saludables durante los tristes meses de encierro en su ciudad natal de Ottawa, Canadá. Pero no pasó mucho tiempo antes de que notara que si Ella no estaba haciendo ejercicio, parecía nerviosa y tensa.
“No podía sentarse. Ya no podía disfrutar cosas como ver una película porque sentía que necesitaba estar activa todo el tiempo”, dijo Alice.
“No podía parar. No sé por qué. Simplemente no podía”, dijo Ella. “En un punto, ni siquiera me gustaba el ejercicio. Sentía que tenía que hacerlo”.
Ella dijo que su necesidad de hacer ejercicio se intensificó. En junio de 2020 le dijo a su madre que estaba perdiendo peso.
“Era casi como si estuviera controlada por un extraterrestre”, dijo Alice. “En un momento estaba bien, pero si intentabas que comiera o dejara de hacer ejercicio, veías en sus ojos que se pondría muy intensa”.
“Ya no estaba hablando con Ella. Estaba hablando con este extraterrestre, o lo que sea”.
La creciente preocupación de Alice se convirtió en miedo. Ella y su esposo comenzaron a buscar un dietista, asesoramiento o cualquier tipo de servicio de apoyo. “Nos llevó meses poder acceder a esos servicios en esa etapa de la pandemia”.
Un problema creciente
Al otro lado de la ciudad, en el Children’s Hospital of Eastern Ontario, el Dr. Mark Norris estaba más ocupado que nunca. Como especialista en trastornos alimenticios pediátricos, Norris estaba acostumbrado a que lo llamaran a la sala de emergencias para evaluar a un paciente joven.
A principios del verano, “me llamaron a la sala de emergencias más que nunca en mi carrera”, dijo Norris. Las solicitudes de consultas urgentes de padres preocupados también se dispararon, dijo.
El aumento de la demanda de servicios comenzó “casi inmediatamente” después de que se relajó el bloqueo en junio, dijo, y su equipo “pronto tuvo más pacientes en el hospital de los que jamás había presenciado”.
Los trastornos alimenticios a menudo son desencadenados o exacerbados por el estrés, por lo que, al igual que muchos especialistas, a Norris le preocupaba que la agitación causada por la pandemia provocara una recaída en jóvenes (y adultos) que se estaban recuperando de trastornos alimenticios conocidos.
Si bien eso sucedió, Norris dijo que se sorprendió al descubrir que muchos de los jóvenes que aparecían en su sala de emergencias nunca habían mostrado signos previos de un trastorno alimenticio.
Formó parte de un equipo que evaluó a 48 adolescentes a mediados de 2020 sobre sus experiencias con un trastorno alimentario. Cuando se les preguntó qué pensaban que activaba su enfermedad, el 40% de los niños culparon a los efectos de la pandemia, dijo Norris.
También hubo otros hallazgos sorprendentes.
“Especialmente en los primeros seis meses de la pandemia, notamos que los pacientes se presentaban con pesos más bajos de lo que estábamos acostumbrados a ver regularmente antes de la pandemia, y que estos pacientes se enfermaban muy rápido”, dijo Norris.
“Nuestros datos sugirieron que, además de un peso más bajo, los pacientes también reportaban niveles más altos de deterioro y era más probable que requirieran hospitalización por motivos médicos”. Norris y su equipo publicarían más tarde estos resultados en la revista médica de trastornos alimentarios de junio de 2021.
Las consultas en otros hospitales pediátricos en Canadá y EE.UU. encontraron un aumento similar de jóvenes evaluados y hospitalizados por trastornos alimenticios durante el verano y el otoño boreal de 2020. Un médico de familia al que Norris se acercó, el Dr. David Little, trabajaba como informático clínico en Epic Health Research Network, que produce registros médicos electrónicos.
“El Dr. Norris sugirió que analizáramos los datos de la base de datos EPIC, que tiene más de 100 millones de pacientes en EE.UU.”, dijo Little, médico de familia en Verona, Wisconsin.
“En 80 hospitales, encontramos un aumento del 25% en las admisiones por trastornos de la alimentación después del comienzo de la pandemia en marzo (2020) en comparación con las tendencias previas a la pandemia”, dijo Little.
El aumento fue aún más pronunciado cuando se analizan específicamente las niñas: 30%, dijo Little. “Lo que es realmente interesante es que cuando analizamos otros diagnósticos de salud mental (ansiedad, depresión e incluso intentos de suicidio), observamos ligeros aumentos. Pero nada tan dramático como el aumento del 30% en las adolescentes hospitalizadas por anorexia y otros trastornos alimenticios.
Las estadísticas muestran que las llamadas a las líneas directas de trastornos alimenticios de jóvenes y adultos se han disparado durante la pandemia.
Chelsea Kronengold, directora asociada de comunicaciones de la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación, dijo que la línea de ayuda de la asociación ha experimentado “un aumento del 107% en los contactos desde el comienzo de la pandemia de covid-19”.
“A pesar de haber pasado dos años desde la pandemia, el volumen de nuestra línea de ayuda sigue aumentando”, dijo Kronengold a CNN por correo electrónico. Según los contactos de personas que revelaron su edad, dijo que la mayoría de las personas que buscaron ayuda en 2021 tenían entre 13 y 24 años.
No es culpa del niño
Después de retrasos en la agenda, Ella finalmente fue evaluada en septiembre de 2020. Pero según su madre, ese especialista consideró que su pérdida de peso estaba “en el límite” y decidió que la familia se sometiera a análisis de sangre regulares y otros controles vitales hasta que una cama en la unidad de trastornos alimenticios estuviera disponible.
“A estas alturas ya corría medio maratones sola”, dijo Alice. “Estaba fuera de control. No sabía cómo mantenerla en la casa. Andaba en bicicleta junto a ella aterrorizada de que algo iba a pasar, que no tuviera suficiente energía para hacerlo”.
El peso por sí solo es un criterio imperfecto para el tratamiento, dicen los expertos, pero había un umbral requerido antes de que Ella pudiera ser considerada para los servicios de hospitalización.
Pasaron meses sin que Ella cumpliera con ese criterio, y finalmente en enero “fue nuestro médico de familia quien dijo: ‘Tienes que ir a emergencias’. Entramos esa mañana, y después de un par de horas admitieron a Ella”, dijo Alice.
“Dijeron que su análisis de sangre no era seguro y que sus signos vitales estaban en una situación difícil. Y recuerdo sentir una culpa tremenda por todo el asunto, ya sabes, como ‘¿Cómo pude dejar que esto sucediera?’”, contó.
“Pero nos dijeron que (Ella) básicamente está siendo controlada por una enfermedad en este momento”, continuó Alice. “Ella no es ella misma. Estás hablando con alguien que no puede procesar la información de la forma en que solía hacerlo”.
Norris era el médico de Ella. Él le dijo a su familia que externalizara la enfermedad, que viera el trastorno alimenticio como una entidad externa o un “agresor” que amenazaba a su hija: “Es una enfermedad, no algo que esté mal con el niño y ciertamente no es culpa del niño”.
Con los niños y adolescentes, explicó, este “agresor” querrá tener el control.
“Intentará aislar al menor, tratará de limitar el apoyo que el trastorno alimenticio pueda considerar amenazador”, dijo. “Entonces, el trastorno alimenticio pasa desapercibido, por así decirlo, porque el individuo ha encontrado formas de poder tener algunos de estos síntomas y no alarmar al cuidador en la casa”.
“Aunque puede haber una parte de su cerebro que sin duda reconoce que necesita ayuda, hay otra parte que puede no estar interesada en obtener ayuda o puede no ver la necesidad de ayuda”, dijo Norris.
“Mi trabajo es ayudar al menor a comprender que, aunque ciertamente gran parte de su cerebro siente que el trastorno alimenticio está ahí para ayudarlo, en realidad no es así”.
Hoy, Ella dice que le está yendo bien, terminando su último año en la escuela secundaria y esperando con ansias la universidad. Sigue siendo paciente ambulatoria del Dr. Norris y su equipo.
“El Dr. Norris me aseguró que la recuperación total es posible, pero puede llevar tiempo”, dijo Ella. “Mantenemos un resumen semana a semana de todas mis mejoras, y mirando hacia atrás, definitivamente siento que he recorrido un largo camino. Pero todavía hay un camino por recorrer”.
Estrés pandémico
Los trastornos alimenticios generalmente surgen cuando aumenta la angustia interna, explicó Norris. Si bien no existe una causa única, los expertos dicen que la inseguridad alimentaria, el trauma y el abuso infantil, las preocupaciones sobre el rol de género y los eventos estresantes de la vida pueden contribuir. Investigaciones recientes indican que la genética también puede desempeñar un papel.
Ahora, parece que las consecuencias del covid-19 pueden ser un ejemplo destacado de tal estrés.
“La evidencia que está surgiendo sugeriría que la pandemia en sí misma está actuando como un desencadenante significativo”, dijo Norris.
Durante la pandemia, los niños a menudo recurren a otras actividades que aumentan su vulnerabilidad y susceptibilidad a los trastornos alimenticios, dijo. “Gran parte de lo que escuchamos de los jóvenes habla del aislamiento social o, por así decirlo, de la desnutrición social”.
Eso incluye participar en actividades más solitarias, “como hacer ejercicio solo en lugar de actividades grupales”, explicó Norris. “Para otros, es pasar más tiempo en línea, visitar sitios web y mirar las redes sociales que podrían no ser lo mejor para sus intereses generales de desarrollo”.
Una abrumadora demanda de servicios probablemente signifique que casos como el de Ella no se atiendan tan rápido como se necesita, un hecho que preocupa a especialistas como Norris.
“Es importante tratar de llegar a los pacientes lo más rápido posible, porque cuanto más tiempo permanece un trastorno alimenticios, más difícil es tratarlo”, dijo Norris.
“La concientización es el mensaje número uno”, dijo Little, “no solo para los profesionales de la salud, sino también para las familias, los padres, los niños, los sistemas escolares y la comunidad en general. Porque para cuando estos niños tienen acceso a la atención médica, están bastante enfermos”.
Aún hay otro problema: la mayoría de los pacientes internados en el hospital de Norris fueron hospitalizados debido a la anorexia nerviosa, un tipo de trastorno alimenticio que se manifiesta con un miedo intenso a aumentar de peso debido a una imagen corporal distorsionada. Muchas personas sufren una pérdida de peso tan extrema que se vuelven médicamente críticas y, a menudo, obtienen camas disponibles para pacientes hospitalizados, dijo Norris.
Sin embargo, hay muchos otros tipos de trastornos alimentarios, incluida la bulimia, en la que las personas comen en exceso y luego se purgan, lo que podría no estar recibiendo la ayuda experta que necesitan, dijo.
“Es realmente desafiante. A pesar de que sabemos que muchas personas están sufriendo, solo hay un número limitado de proveedores con la experiencia para tratar un trastorno alimenticios”, dijo Norris. “Claramente, hacemos todo lo posible por los que deben ser admitidos en esos estados que amenazan la vida, pero por cada paciente que ingresa en el hospital, hay una cantidad de pacientes que no”.
Dónde buscar ayuda
La mayoría de los países cuentan con líneas de ayuda oficiales para quienes sufren trastornos alimenticios y también existen asociaciones que se encargan de estos problemas.
Estados Unidos
Asociación Nacional de Desórdenes Alimenticios: https://www.nationaleatingdisorders.org
Teléfono: 1-800-931-2237. También cuentan con un chat confidencial de ayuda.
También se puede llamar al 911 o a la Línea nacional de prevención del suicidio: 1-800-273-8255 en español; 1-888-628-9454 en inglés.
Argentina
Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (ALUBA) es una asociación sin fines de lucro que hace más 25 años es líder en el tratamiento de los trastornos alimenticios. Tiene una línea gratuita (0-800-22-25822) y también se puede contactar por la web. http://www.aluba.org.ar/contacto
Colombia
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar brinda información sobre la enfermedad. Tiene una línea gratuita que atiende las 24 horas, los 365 días del año (018000 91 80 80). Además, el gobierno colombiano habilitó la línea 192 que brinda asistencia y orientación de profesionales.
México
El Instituto Mexicano del Seguro Social tiene una línea gratuita (800 623 2323), de 8:00 a 20:00 horas de lunes a viernes, y de 8:00 a 14:00 horas, los sábados, domingos y días festivos.
Además, tienen atención a través de un chat, un correo electrónico y redes sociales. www.imss.gob.mx/contacto
Líneas de atención de ayuda al suicida en España y Latinoamérica
ARGENTINA
Línea de prevención del suicidio – ayuda al suicida en línea
TELÉFONO: (54-11) 5275-1135 o 135 desde Buenos Aires y GBA
Hablemos de Todo
Correo electrónico: contacto@hablemosdetodo.gob.ar
BOLIVIA
Teléfono de la esperanza
La Paz: 2248486
BRASIL
Centro de Valorização da Vida, CVV
Teléfono: 188
Chat: (ayuda por chat)
Correo electrónico: atendimento@cvv.org.br
CHILE
Teléfono de la esperanza
Teléfono: 005642221200
Todo mejora, ayuda por correo electrónico o chat
COLOMBIA
Teléfono de la esperanza
Barranquilla:(00 57 5) 372 27 27
Bogotá: (57-1) 323 24 25
Medellín: (00 57 4) 284 66 00
San Juan de Pasto: 3016326701
COSTA RICA
Teléfono de la esperanza
Correo electrónico: telefonodelaesperanzacr@gmail.com
ECUADOR
Teléfono de la esperanza
Quito: (593) 2 6000477 - 2923327
ESPAÑA
Teléfono de la esperanza: 717 003 717
HONDURAS
Teléfono de la esperanza
San Pedro Sula: (00 504) 2558 08 08
MÉXICO
Instituto Hispanoamericano de Suicidologia, A.C
Teléfono: +5255 46313300
Correo electrónico: info@suicidiologia.com.mx
PERÚ
Sentido (Centro Peruano de Suicidología y Prevención del Suicidio)
Teléfono: 01 498 2711
Teléfono de la esperanza
Lima: (00 51 1) 273 8026
PUERTO RICO
Línea PAS (Primera Ayuda Psicosocial)
Teléfono: 1-800-981-0023
URUGUAY
Último recurso
Teléfono: 0800-Vive (8483)
VENEZUELA
Teléfono de la esperanza
Valencia: 0241-8433308
Nacional: 0-800-PSIQUE