Nota del editor: Dora Amador es periodista. Fue columnista de El Nuevo Herald por 20 años. Redactora de noticias y editora de redacción de reportajes en los noticieros de las 6 pm y 11 pm del Canal 23 de Miami. Fue documentalista del Canal 23 y del 51. Ha ganado cuatro Emmy por sus documentales “Cuba: del trauma al triunfo”. “Historia del exilio cubano 1959-1989” y “La crisis de octubre”. En El Nuevo Herald fue ganadora del premio “Guillermo Martínez Márquez Excellence in Journalism Award”. Es autora del libro “La sonrisa disidente”. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion
(CNN Español) – Lo que sucedió el fin de semana del 29 y 30 de enero en Estados Unidos nos muestra que Trump quiere continuar con su peligroso e incendiario discurso y que quiere un estallido social.
No exagero. Parecería que es un plan bien trazado y es mi intención alertar a aquellos que todavía no están aterrados con lo que está pasando en este país.
Expondré lo sucedido en varios estados que me dan alguna idea de lo que Trump pretendería conseguir: ¿quizás la irrupción de una rebelión, o tal vez una insurrección armada en todo el país para destruir la democracia e instaurar una dictadura liderada por Trump?
Sabemos que desde la Casa Blanca intentó socavar los resultados de las elecciones y que trató de truncar el camino de la democracia al no reconocerlos.
Por la cantidad de personas que asistieron al mitin de Trump del sábado 29 de enero en Conroe, Texas, (algunos medios reportan que fueron miles de asistentes, aunque CNN no lo ha podido verificar de forma independiente), podríamos pensar que el exmandatario cree que fue un éxito. ¿Qué causó en la gente esa demostración de adoración y seguimiento fiel a su líder? El discurso del que para ellos es un “héroe” y para mí, recordando a Joseph Campbell, experto en mitología, “de las mil caras”.
Advirtió Trump: “Si estos fiscales extremistas, despiadados y racistas hacen algo malo o ilegal, espero que tengamos en este país las protestas más grandes que jamás hayamos tenido en Washington, en Nueva York, en Atlanta y en otros lugares porque nuestro país y nuestras elecciones son corruptas”.
En otras palabras, Trump agitó a las masas, agitadas ya, para que salieran a las calles, tal y como lo hizo al incitar el ataque al Capitolio, el 6 de enero de 2021, para que desguazaran a todos los que se opusieran a su presidente republicano, convencidos como están de que no había perdido las elecciones en 2020, lo que es falso, porque insisten en la mentira de que hubo fraude por parte de los demócratas.
Solo cabe imaginar que los trumpistas que tomarán las calles, si al creador de “La Gran Mentira” (de que fue él quien ganó las elecciones, no Biden) lo encarcelan, habría llegado la hora de pelear, y a estas alturas sabemos que muchos podrían estar armados con rifles de asalto, pistolas y un temible etcétera, que incluye bombas y explosivos, como ahora sabemos que sucedió en las afueras del Capitolio durante la insurrección.
Es importante aclarar que el llamado hecho por Trump ese sábado aludiendo a “los fiscales despiadados” que lo quieren condenar, se refiere a la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, que dice que ha identificado “declaraciones engañosas” de la Organización Trump sobre sus impuestos. El equipo legal de los negocios del expresidente ha dicho que su cliente no ha cometido fraude.
James le envió una citación para que testificara bajo juramento. La fiscal de distrito del condado de Fulton, Georgia, Fani Willis, solicitó y logró que un jurado investigador pueda citar a testigos en la pesquisa que ella lidera sobre el intento de Trump de anular ilegalmente el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 en Georgia. Trump dice que no ha hecho nada malo y que la investigación en su contra está motivada por factores políticos.
Ese es un crimen que en Georgia conlleva hasta 20 años de prisión. Willis ha pedido la protección del FBI tras las muchas amenazas, incluso de muerte, que ha recibido.
Junto a estas dos brillantes fiscales se encuentra también Alvin Bragg, fiscal de distrito de Manhattan y sucesor de Cyrus Vance Jr, quien inició una investigación contra Trump por presuntos fraudes en sus negocios, manipulación del valor de sus propiedades para ahorrar dinero en préstamos y evadir impuestos. De nuevo, Trump ha dicho que la investigación tiene una motivación política.
Algo más que dijo en su discurso incendiario ese sábado el expresidente es que consideraría indultar a los asaltantes del Capitolio si ganaba las elecciones de 2024, porque cree que han sido tratados injustamente. Ya se podrán imaginar la súbita esperanza que estos criminales convictos podrían experimentar al escuchar esa promesa.
¿Y qué decir de los que podrían andar sueltos preparados para hacer lo que sea por su jefe, que nos gobernó por cuatro años erráticamente, propagando desinformación, acercándose a polémicos líderes como Vladimir Putin y Kim Jong Un, que hacía muchas veces declaraciones racistas y xenofóbicas e incurría en abusos de poder?
Pero con el discurso de ese sábado en Texas no termina el peligro si no hacemos algo para evitar lo que podría avecinarse.
El domingo 30, Trump dijo en un comunicado que el entonces vicepresidente Mike Pence pudo haber cambiado los resultados de las elecciones y que tenía “el poder de hacerlo”. Eso es falso, según ha dicho varias veces el mismo Pence. También dijo Trump que quería que Pence lo hiciera.
A Trump no le importó en lo absoluto la insurrección sediciosa y terrorista que se desarrollaba en el Capitolio el 6 de enero de 2021. Sabemos que pasaron horas en las que vio por televisión los acontecimientos y no hizo nada, a pesar de que su hija Ivanka le rogó varias veces que detuviera aquello, según dijo Liz Cheney citando testimonios de “primera mano” sobre el momento. Le importó poco o nada que la turba buscara a su vicepresidente Mike Pence.
Y luego nos enteramos de que Trump evaluó muy seriamente algunas propuestas para apoderarse de las máquinas de votación. Fuentes cercanas al entonces presidente le han dicho a CNN que analizó seriamente los planes creados por sus asesores para usar el Departamento de Seguridad Nacional con el fin de apoderarse de las máquinas de votación para socavar los resultados de las elecciones. Según el diario, el entonces comandante en jefe rechazó hacer la solicitud al Pentágono, una idea que presentaron unos asesores. De igual forma, dice el periódico, el exsecretario de Justicia William Barr lo rechazó. Ninguno lo hizo, pero queda demostrado una vez más hasta dónde estuvo dispuesto Trump para hacer creer que quien ganó las elecciones fue él y no Biden, una mentira que muchos trumpistas creen ciegamente, como creen que no hubo intento de golpe de Estado.
El 8 de noviembre de 2022 serán las elecciones legislativas y de gobernadores en Estados Unidos. Faltan muchos meses, pero sospecho que el tiempo que queda será peligroso y violento. Así y todo, no olvidemos que en nuestras manos está, votando ese día contra viento y marea, que no triunfen los que anhelan con pasión desenfrenada destruir la democracia de la república. Que ganen los que creemos en la democracia, en la libertad, la justicia, la paz y el respeto a los derechos humanos.
A pesar de todo lo que ha dicho el que para mí es el peor presidente que ha tenido Estados Unidos, confieso que lo que más estupor me causa es la inmensa cantidad de republicanos, que opino que son inmorales, o que por su inmensa ignorancia votarán por Donald Trump si logra postularse y no está enfrentando investigaciones por los señalamientos en su contra.