(CNN) – El descontento de la población con la economía estadounidense, que ha sufrido una pandemia, oculta las buenas noticias: incluso después de la inflación, la mayor parte del país ha salido adelante.
La gran demanda de mano de obra significa que los trabajadores de bajos ingresos pueden obtener aumentos salariales que superan el incremento de los precios. Lo mismo ocurre con los trabajadores de ingresos medios que cambian de trabajo.
Los cheques de ayuda aprobados por los legisladores de ambos partidos y enviados por los presidentes Donald Trump y Joe Biden han dado un colchón a la mayoría de los hogares. Los que se encuentran en la parte superior de la escala de ingresos han visto aumentos considerables en el valor de sus viviendas y activos de inversión.
Incluso aquellos que culpan a las políticas de Biden de exacerbar los riesgos de inflación reconocen que, en estos momentos, la economía pandémica sigue ofreciendo grandes recompensas infravaloradas.
“Para la mayoría de la gente”, concluye Michael Strain, que dirige los estudios de política económica en el derechista American Enterprise Institute, “la situación económica actual es buena”.
Sin embargo, eso no se puede decir de la opinión pública. Una encuesta de CNN de la semana pasada mostraba que solo el 37% de los estadounidenses aprueba la gestión de la economía por parte del presidente Joe Biden, menos de lo que aprueban su gestión contra la delincuencia, las relaciones con Rusia o la protección de la democracia.
La mayor tasa de inflación en cuatro décadas –el 7,5% anual según los datos del Gobierno, de la semana pasada– explica en parte el mal humor. Sin embargo, este preocupante hito está directamente relacionado con otro más tranquilizador: el mayor crecimiento económico anual en cuatro décadas, con una tasa de desempleo de sólo el 4%.
Diferentes economistas utilizan diferentes medidas de ganancias económicas. La inflación parece más amenazante si se considera solo el año 2021, pero lo es menos si se incorpora también el año 2020, cuando los confinamientos iniciales por el covid-19 hicieron bajar los precios de los gastos más importantes, como la gasolina.
En realtimeinequality.org, los economistas de la Universidad de California-Berkeley estiman que los ingresos disponibles para los estadounidenses en general aumentaron un 5,3% después de la inflación de diciembre de 2019 a diciembre de 2021. Utilizando esa medida, que incluye los efectos tanto de los ingresos laborales como de los pagos de ayuda por el covid, el 50% de los asalariados con menos ingresos vio aumentar su renta disponible en un 10,9%, en comparación con el 3,8%, del 40% medio, y el 4,4%, del 10% superior.
Examinando únicamente los cambios en los salarios, Arin Dube, de la Universidad de Massachusetts-Amherst, calcula que dos tercios de los trabajadores estadounidenses vieron aumentar sus salarios después de tener en cuenta la inflación en los últimos dos años. Solo en el último año –cuando la inflación se aceleró sustancialmente–, aproximadamente un tercio de los trabajadores salió ganando, afirma Dube.
Las grandes ganancias en la parte inferior de la escala de ingresos reducen la desigualdad y crean oportunidades para los trabajadores más jóvenes que ocupan muchos puestos de trabajo menos cualificados y peor pagados. El mercado laboral está lo suficientemente caliente como para que millones de estadounidenses sigan dejando sus trabajos por otros mejor pagados en lo que el economista de la Casa Blanca, Bharat Ramamurti, llama “La gran actualización”.
Los estadounidenses de más edad con más recursos se han beneficiado del auge de los mercados inmobiliarios y financieros. Desde febrero de 2020, el promedio industrial Dow Jones subió aproximadamente un 19%.
Sin duda, los promedios generales ocultan la parte significativa de los estadounidenses, ni ricos ni pobres, que perdieron terreno frente a la inflación en los últimos meses. “Hay una parte intermedia que falta”, dice Dube.
Incluye a los propietarios de pequeñas empresas presionados por el aumento de los costes laborales, si es que pueden encontrar trabajadores. Incluye a los trabajadores que no han cambiado de trabajo, conformándose con los modestos aumentos salariales a los que estaban acostumbrados desde hace tiempo. Incluye a los inquilinos cuyos caseros quieren más cuando los contratos de alquiler expiran.
Un reciente análisis de Wells Fargo mostró que los consumidores de ingresos medios son los más afectados por el aumento de los precios de la gasolina y de los coches usados. Es más doloroso para aquellos que, sin beneficiarse de las opciones de trabajo desde casa, han seguido desplazándose a sus puestos de trabajo.
Según los economistas de Cal-Berkeley, el 40% de los asalariados de nivel medio vio mermada su renta disponible en un 1,1% después de la inflación en el último año. Este grupo es especialmente importante en la política estadounidense.
El descontento de la población incorpora la ansiedad por la capacidad continuada de la pandemia para perturbar la actividad económica. El hecho de que la mayoría de los estadounidenses haya ganado económicamente no significa que vayan a seguir haciéndolo.
“Yo haría una distinción entre ‘se han beneficiado’ y ‘se beneficiarán’”, observa Strain. Teme que los intentos de la Reserva Federal de atemperar la inflación mediante tipos de interés más altos puedan desencadenar una recesión.
Strain fue uno de los relativamente pocos economistas que advirtió hace un año que el Plan de Rescate, de Biden, de US$ 1,9 billones, era demasiado grande y corría el riesgo de causar una inflación excesiva al sobreestimular la demanda. Muchos otros han aceptado tardíamente la clarividencia de esas advertencias.
“Era más grande de lo que hubiera sido ideal”, dice el economista liberal Dean Baker, del Centro de Investigación Económica y Política.
Por supuesto, la parte del plan de rescate de Biden que los expertos en economía más lamentan por alimentar innecesariamente la inflación fue también la más irresistible políticamente. Se trata de los cheques de ayuda por el covid, de US$ 1.400 para los contribuyentes solteros que ganan US$ 75.000 o menos, y para las parejas que ganen US$ 150.000 o menos.
El Gobierno de Biden ha trabajado durante meses para aliviar los puntos de estrangulamiento en la cadena de suministro de bienes escasos como los automóviles. Pero el principal poder para combatir la inflación reside en la Reserva Federal, y a los estadounidenses descontentos con la inflación de hoy puede que no les guste mucho más el aumento de los costes de los préstamos de mañana.
“La gente que pide a gritos que Biden haga algo no quiere que la Fed suba los tipos de interés”, dice Betsey Stevenson, execonomista de la administración Obama, que ahora trabaja en la Universidad de Michigan. “Quieren más malditos coches”.