(CNN Español) – Como en estos días deambulamos por los tristes pórticos de una posible guerra nuclear, nos llega muy a propósito el reportaje de Will Ripley, de CNN, sobre la vulnerabilidad de Estados Unidos ante un ataque con misiles armados con ojivas atómicas. Ripley se basa en una reciente investigación de la Sociedad Estadounidense de Física (APS) que afirma que sí somos vulnerables. Y eso podría significar decenas de millones de muertos en este país, en caso de guerra nuclear.
De cada diez cohetes nucleares disparados desde Corea del Norte, nos alcanzarían cinco, se afirma en el reportaje. Si el ataque viene de la Federación Rusa o de China, tendería a aumentar la cantidad de impactos.
La Agencia de Defensa de Misiles (MDA) sostiene, en cambio, que estamos protegidos.
El lector decidirá si somos o no vulnerables. Aunque los testimonios negativos de expertos de la APS son en extremo convincentes y el contenido del reportaje de CNN nos inclina a pensar, con datos y razonamientos, que no debemos estar tan seguros ante un ataque nuclear enemigo, como nos ha indicado el Gobierno y nos lleva a creer el sentido de la superioridad estadounidense.
¿Cómo empezó todo?
Los intentos estadounidenses de defensa contra los Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM) se iniciaron en 1957 con el primer sistema del Pentágono, llamado Nike-Zeus. Después de 65 años y muchos cambios de nombre, llegamos al actual sistema de defensa contra misiles, que abarca defensas en tierra con el sistema GMD, y desde el mar con el Aegis.
Durante tantos años han existido al menos dos episodios inquietantes en el desarrollo de la defensa contra misiles nucleares. ¿Recuerdan a Ronald Reagan, con su Iniciativa de Defensa Estratégica rebautizada por la prensa de centroizquierda como Programa Guerra de las Galaxias, aquella fantástica táctica que incluía láseres y combates en el espacio?
Pues bien, el proyecto nunca se materializó, se cerró en 1993 porque la Guerra Fría había terminado. En realidad, la tecnología apropiada no existía entonces para lograr la iniciativa de Reagan, pero parece que los soviéticos sí creyeron que los estadounidenses disponían de ella y además, agotados porque no podrían competir en aquella carrera imaginaria, se rindieron. Así que el programa de Reagan, sin disparar un cohete, cumplió ejemplarmente su objetivo. Pero sería por poco tiempo.
Recientemente, Donald Trump también fantaseó con crear una defensa antimisiles infranqueable, a la que se le denominó Space Force (Fuerza Espacial). En su fundamentación se subrayaba un peligro ruso real a neutralizar para que Estados Unidos estuviera a salvo: los misiles hipersónicos. Misiles con los que la Federación Rusa cuenta efectivamente, como lo demostró en Ucrania. Washington no cuenta con ellos aún, pero se espera que en 2023 los tenga en su arsenal.
Panorama actual
Con estos antecedentes, la conclusión que la APS publicó tras su estudio no es nada halagüeña. Y esta es que, después de seis décadas y un gasto cercano a los US$ 350.000 millones, ningún sistema de defensa antimisiles desarrollado hasta ahora en EE.UU. (ni en otro lugar del mundo) ha demostrado ser totalmente efectivo contra amenazas realistas de misiles balísticos intercontinentales, los capaces de llevar ojivas nucleares con un alcance de al menos 6.400 kilómetros. En otras palabras, que el sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos no puede contener totalmente un ataque nuclear ruso “serio”, especialmente, si usa misiles hipersónicos.
La Agencia de Defensa de Misiles, responsable de dichos sistemas de defensa, niega la conclusión de la APS y asegura que “el sistema de defensa contra misiles ha demostrado tener capacidad medida para defender a Estados Unidos, sus Fuerzas Armadas desplegadas y a sus aliados de ataques nucleares desatados por una nación rebelde”.
El estudio de la APS se refiere a los misiles balísticos intercontinentales de Corea del Norte, cuyo porcentaje de efectividad y rechazo ha sido establecida en un 50%. Pero la Federación Rusa y China tienen muchos más cohetes intercontinentales, y es de imaginar que cuentan con más organización y puntería para desarrollar esa macabra tarea. Y claro, Estados Unidos y los países atacados responderían con su ofensiva, pero las decenas o centenas de millones de estadounidenses muertos serían inevitables en esta bella nación. Así concluye la investigación de la APS mientras que la MDS mantiene su efectividad en “distinguir entre la ojiva y una nube de señuelos”.
Pero ¿qué piensa, usted amable lector?