(CNN) – En una fría tarde de marzo, en una ciudad en confinamiento, en la provincia nororiental china de Jilin, Chang Liping estaba parado frente a un hospital, desesperada e insegura sobre hacia dónde ir.
Chang había estado luchando para que su esposo, que sufre de una enfermedad renal, se sometiera a diálisis durante cuatro días, un tratamiento de rutina que se convirtió en una aparente imposibilidad después de que su ciudad, Changchun, se vio obligada a un estricto confinamiento, a principios de ese mes, en respuesta a un brote de covid-19.
Ella lo había llevado al hospital designado para residentes cuyos bloques de viviendas, como el de ellos, tenían casos positivos de covid-19, dijo Chang. Aún así, fueron rechazados. Lo mejor que podía hacer una trabajadora comunitaria, según Chang, era agregar a su esposo a una lista de espera.
“¿Pero cómo puede esperar?… Ha tenido miedo de comer y beber durante cuatro días… por miedo a envenenar su cuerpo”, dijo Chang. “El hospital no nos deja entrar, y no sabemos a dónde ir… ¿ahora tengo que verlo morir?”.
En otra parte de la ciudad, Li Chenxi también estaba presa del pánico, incapaz de acceder a la atención para su madre, que tiene cáncer de endometrio. Durante más de dos semanas, su madre no había recibido tratamiento después de que la ciudad industrial de 8,5 millones de habitantes estuviera bajo confinamiento, el 11 de marzo. Su hospital local no aceptaba pacientes durante el brote, dijo Li, y no había encontrado otro lugar disponible.
“Lo único que podemos hacer es esperar. Pero el tumor no nos esperará. El tumor crece todos los días”, dijo Li.
“Hay tantas enfermedades que son más graves que el covid… Mi madre ha sido diagnosticada con una enfermedad terminal y solo quiero obtener el medicamento lo antes posible para poder mantenerla con vida”, dijo Li entre lágrimas.
Para Li y Chang, las crisis de salud individuales de sus seres queridos se ven inexorablemente atrapadas en la más grande de China, ya que el país lidia con su primer brote importante de covid-19 en más de dos años. Ahora varias ciudades, incluido el centro financiero de Shanghái y otras más en el “cinturón de óxido” del norte del país, han sido colocadas bajo el confinamiento ordenado por el Gobierno, parte de la estrategia intransigente de “cero-covid” de China.
Durante dos años, ese enfoque (intentar erradicar todas las infecciones a través de estrictas medidas de aislamiento, pruebas y rastreo masivos y confinamientos bruscos) ha sido aclamado como un éxito por el gobernante Partido Comunista.
Pero ahora, mientras el país lucha por controlar un brote de semanas de duración de la variante altamente infecciosa ómicron BA.2, las historias de terror como las de Chang y Li también se están convirtiendo en parte de lo que significa “cero-covid” para China.
Un sistema de salud abrumado en China
Dentro de ese régimen “cero-covid”, los sistemas médicos pueden verse abrumados rápidamente por los requisitos para aislar todos los casos positivos, independientemente de su gravedad, incluso después de que las reglas se flexibilizaron, el mes pasado, para permitir que los pacientes sean enviados a una instalación de cuarentena central y no solo hospitales.
Las tareas regulares de los trabajadores médicos también pueden verse complicadas por los procedimientos para evitar la contaminación cruzada, mientras que las salas de emergencia de los hospitales están cerradas regularmente para “desinfección” debido a la exposición al covid-19.
Y para quienes están encerrados, viajar al hospital puede ser un desafío y, a menudo, requiere un permiso especial o ambulancias.
Todo esto ha tenido la consecuencia no deseada de poner en riesgo la salud de personas vulnerables, ya que las autoridades sanitarias intentan proteger al país contra un brote masivo de covid-19.
Los Gobiernos locales que lidian con los brotes recientes de covid-19 han reconocido estas deficiencias y, en muchos casos, han implementado líneas directas de apoyo y otras medidas, como permisos para salir de recintos restringidos, para ayudar a las personas a acceder a la atención médica.
Pero esto puede no ser siempre suficiente.
En respuesta a una solicitud de comentarios de CNN, el miércoles, el Gobierno municipal de Changchun dijo que ya había abordado el acceso al tratamiento médico y emitió directivas “enfatizando que se debe dar prioridad a los pacientes [enfermos críticos]”.
“No hay problema ahora”, dijo un representante, que se negó a ser identificado, en una llamada que CNN realizó pocas horas después de hablar con Li y Chang.
Los hospitales citados por las mujeres no respondieron a las reiteradas llamadas.
Crisis en Shanghái por covid-cero
Changchun no es la única que enfrenta estos problemas.
En el centro financiero de Shanghái, ampliamente considerada la ciudad más progresista y mejor equipada de China, las autoridades han reconocido las deficiencias en el acceso a la atención médica de emergencia mientras se enfrentan a las repercusiones imprevistas de las políticas inflexibles de “cero covid”.
Con miles de casos nuevos informados diariamente, la mayor parte de la ciudad de 25 millones ahora está bajo estricto confinamiento, a partir del viernes por la mañana.
Según un esquema anterior, la mitad este de la ciudad, unos 11 millones de personas, estaban restringidos a quedarse en sus hogares para realizar pruebas masivas durante cuatro días, seguidas por la segunda mitad, de 14 millones, durante los próximos cuatro.
Pero el jueves por la noche, las autoridades extendieron las medidas de cuarentena para la mayoría de esas áreas del este, algunas de las cuales ya habían estado bajo un confinamiento más específico durante semanas, sin un final claro a la vista.
La gran mayoría de los más de 30.000 casos de Shanghai en marzo se han registrado como asintomáticos o leves, y la ciudad no ha informado de muertes hasta el momento. No obstante, ha habido una tremenda presión sobre el sistema de atención médica, ya que los pacientes deben permanecer en hospitales y centros de cuarentena, que los trabajadores se apresuran a construir en estadios y centros de exhibición.
La semana pasada, una enfermera fuera de servicio murió después de que la rechazaran de una sala de emergencias en su propio hospital que estaba cerrado por desinfección, confirmó el hospital.
Otro residente en el área cerrada de Pudong murió el miércoles después de sufrir una emergencia médica en su casa antes de poder llegar al hospital.
Un video ampliamente difundido en las redes sociales chinas que parece haber sido borrado desde entonces, por el cartel original, muestra a los residentes reunidos alrededor de una ambulancia suplicando ayuda y un desfibrilador para su vecino.
Pero el trabajador médico a la vista, vestido con un traje de materiales peligrosos y sentado dentro de la ambulancia, pareció no moverse. El vehículo ya estaba destinado a transportar a otro residente, dijo más tarde un comunicado de las autoridades sanitarias locales.
Este caso, cuyas circunstancias no pudieron ser verificadas de forma independiente por CNN, provocó una disculpa de la Comisión de Salud del Nuevo Distrito de Pudong de Shanghái, el jueves, que atribuyó la responsabilidad al trabajador médico. La Comisión dijo que a pesar de que el trabajador de la salud estaba tratando de concentrarse en el tratamiento de otro paciente, lo que hizo fue “inapropiado” y debido a la “falta de experiencia”.
Pero algunos observadores en las redes sociales culparon al sistema. “No nos mata el covid, sino las medidas de control del covid”, señala un comentario popular en Weibo, similar a Twitter.
“Vidas primero y personas primero”
Incluso cuando sus ciudades luchan por hacer frente a la carga de “cero-covid”, está claro que el liderazgo de China teme que la alternativa sea peor, y los funcionarios de salud en los últimos días enfatizaron los peligros para el sistema de salud de sentirse abrumado si el virus se propaga ampliamente en la población de 1.400 millones, especialmente porque las vacunas se retrasan entre los ancianos.
En cambio, China ha intentado reunir a su gente para que apoye sus medidas contra el covid-19 bajo el lema de “las vidas primero y las personas primero”, una frase atribuida a un discurso del líder chino, Xi Jinping, el mes pasado, donde exhortó a las autoridades a “lograr el máximo efecto en la prevención y el control, con el mínimo costo”.
Durante dos años, las políticas de “covid cero” de China han sido ampliamente populares, especialmente cuando los medios estatales destacaron los horrores de los brotes en el extranjero e inculcaron el miedo sobre la enfermedad.
Pero ahora, hay señales de que la gente está cada vez más preocupada por ese costo, según el experto en seguridad sanitaria Nicholas Thomas, profesor asociado de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong.
“Existe una preocupación pública emergente sobre la amenaza del virus y los desafíos sociales y económicos que plantean las respuestas de emergencia”, dijo Thomas.
“Las autoridades chinas ahora enfrentan el doble desafío de tranquilizar al público y, al mismo tiempo, luchar contra un virus que se ha escapado de su control”.