Hong Kong (CNN) – A medida que el confinamiento en Shanghái por covid-19 deja a sus residentes en aprietos para conseguir alimentos o recibir atención médica, los ciudadanos de otras partes de China temen que medidas estrictas similares los puedan llegar a afectar. Incuso, mientras los funcionarios tratan de asegurarle al público que están bien preparados.
En la ciudad portuaria de Guangzhou, en el sur del país, los 18 millones de residentes tuvieron que someterse a pruebas de detección obligatorias después de que se detectaran un puñado de casos de covid-19 la semana pasada. Allí las autoridades insistieron en que los alimentos y otros suministros estaban bien cubiertos, a pesar de que un periódico local informó sobre la escasez en los supermercados debido a las “compras de pánico”.
Mientras tanto, en las redes sociales de China circularon publicaciones y artículos sobre cómo prepararse para posibles brotes de covid-19. Los contenidos incluíab consejos sobre cómo almacenar las verduras para que duren y qué preparar para las estancias en cuarentena. Otros artículos abordaban cómo las ciudades se aseguraban de tener suficientes suministros para cubrir los confinamientos.
Los signos de preocupación pública llegan mientras China entra a una etapa difícil de su lucha contra el virus. Con el brote de Shanghái y otro en la provincia de Jilin, en el noreste del país, la variante de ómicron BA.2, altamente transmisible, se ha extendido a niveles nunca antes vistos en China.
Si bien la gran mayoría de casos en los últimos brotes se han registrado en Jilin y Shanghái, también se han detectado infecciones en unas 29 provincias y municipios.
Esto representa un desafío importante para el Partido Comunista de China, que se mantiene firme en su compromiso de “cero covid-19” para erradicar el virus.
Y la experiencia de Shanghái podría sentar un precedente para medidas cada vez más estrictas que se implementen en otros lugares con el objetivo de controlar la propagación de ómicron, advierten los expertos.
“Incluso con pruebas masivas, podemos suponer que el virus llegó más allá de Shanghái antes de que la ciudad se confinara”, dijo el experto en seguridad sanitaria Nicholas Thomas, profesor asociado de la City University de Hong Kong.
“Aunque es posible que se retome el enfoque selectivo en las ciudades más pequeñas, el antecedente de Shanghái llevará que se implementen confinamientos masivos nuevamente en las ciudades más grandes a corto o mediano plazo”.
¿Brotes simultáneos?
Todo esto sucede en un momento políticamente delicado para Beijing, en vísperas de una reestructuración política este otoño, que sucede dos veces cada década. Se espera que el líder de China Xi Jinping asuma un tercer mandato, algo sin precedentes en las últimas décadas.
Los analistas han señalado durante mucho tiempo que China no se arriesgará a flexibilizar su estrategia de cero covid-19 antes de esa fecha por temor a un brote que resulte desestabilizador. Las autoridades de salud han advertido que el virus podría saturar los sistemas de atención médica y poner en peligro a los ancianos, que tienen retrasos en la vacunación.
Pero, incluso cuando Beijing se aferra a su enfoque de tolerancia cero ante el covid-19, se enfrenta a la posibilidad de que ocurran múltiples brotes importantes a medida que ómicron se extiende.
Los recursos resultarían gravemente afectados si China se apega a su manual habitual de estrategias, en el que médicos de todo el país y funcionarios de salud de Beijing se desplazan a los focos de los brotes para apoyar medidas que van desde las pruebas masivas de detección hasta la construcción de hospitales temporales.
También aumenta la posibilidad de que las autoridades locales implementen controles más estrictos para garantizar que la propagación del virus no alcance los niveles observados en Shanghái.
Las autoridades de esta ciudad recibieron críticas por adoptar inicialmente un enfoque más selectivo, en comparación a la ciudad meridional de Shenzhen, que controló un brote el mes pasado cerrando rápidamente toda la ciudad durante una semana.
En Shanghái, donde algunos residentes llevan semanas bajo confinamiento, las autoridades municipales anunciaron este lunes la flexibilización provisional de algunas medidas para los residentes en zonas consideradas de bajo riesgo.
La posibilidad de nuevos confinamientos “es una realidad a la que se enfrentan muchos chinos, debido a la naturaleza del virus… (y porque) la estrategia de cero covid-19 necesita utilizar los confinamientos para manejar este asunto”, explicó Alfred Wu, profesor asociado de la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
“La propaganda de China también hace muy difícil un cambio de política pública. Cada vez que… (los dirigentes) dicen ‘tenemos éxito, somos los únicos en el mundo que pueden contener el virus’. Así que puede que dentro de un mes digan esto (sobre Shanghái), pero otros lugares estarán sufriendo”.
Desconfianza en Shanghái
Mientras tanto, los repetidos confinamientos y las demás restricciones también podrían tener un mayor costo humano, especialmente porque algunos brotes recientes de ómicron han sido persistentes.
Tanto en Shanghái como en Changchun, capital de la provincia de Jilin, el número de casos siguió aumentando a pesar de los confinamientos. Lo que deja a las personas preguntándose cuándo llegará la libertad y, en algunos casos, incluso las necesidades diarias o el acceso a la atención médica.
A raíz de los retos que enfrentan los residentes confinados en Shanghái y Jilin, los ciudadanos han planteado dudas importantes en los debates en línea sobre si el costo de controlar el virus es mayor que el riesgo del propio virus.
“Tal vez el legado más demoledor de Shanghái sea que el gobierno tendrá que volver a reforzar la confianza de la población en el sector médico y en el gobierno para hacer frente a la pandemia con eficacia”, dijo Thomas, de la City University.
“De lo contrario, su capacidad para controlar futuros brotes será mucho más limitada”, afirmó.
Próxima fase
Ya se están implementando múltiples restricciones en todo el país.
Luego de las pruebas masivas, las autoridades de Guangzhou cambiaron las clases escolares para que fueran en línea y dijeron que las personas no debían salir de la ciudad a menos que fuera necesario y que para hacerlo se necesitaría una prueba de covid-19 negativa.
La ciudad reportó 37 casos el domingo, después de que un día antes se informara de casi una docena de infecciones.
En la ciudad central de Wuhan, donde el virus se identificó por primera vez a finales de 2019, los pasajeros que viajan en el metro de la ciudad ahora tienen que mostrar una prueba de covid-19 negativa.
Y en Beijing, a los residentes de un supuesto barrio de alto riesgo les restringieron los movimientos. Las autoridades de la capital dijeron la semana pasada que cientos de contactos cercanos estaban siendo vigilados, mientras se apresuraron a rastrear “múltiples cadenas de transmisión”, incluidas las vinculadas a una tienda de ropa y un jardín de niños.
Las ciudades vecinas a Shanghái han decretado sus propios confinamientos en la última semana, ante el temor de que se produzca un contagio. En la cercana provincia de Zhejiang, las autoridades se comprometieron a intensificar los controles de entrada en la región.
Todos estos brotes siguen siendo pequeños, por ahora. Pero aún es una incógnita la eficacia de estas medidas y su impacto en la vida de las personas a largo plazo.
“Debido a que la variante ómicron es tan transmisible y, en la mayoría de los casos, leve, es mucho más difícil de prevenir la propagación una vez que se establece en comparación con las variantes anteriores”, dijo Alex Cook, profesor asociado de la Escuela de Salud Pública Saw Swee Hock de la Universidad Nacional de Singapur.
“Aunque China haya tenido un éxito asombroso en su política de cero covid-19 hasta hace poco, no está claro si la estrategia sigue siendo viable en la era de ómicron”, dijo.
La oficina de CNN en Beijing contribuyó a este informe