(CNN) – A medida que los Estados árabes del golfo Pérsico pierden la fe en el compromiso de Estados Unidos con su seguridad, dos archienemigos en Medio Oriente están tomando el asunto en sus propias manos.
Este lunes, Irán reveló que a fines de la semana pasada celebró una quinta ronda de conversaciones con Arabia Saudita. Las negociaciones entre los dos pesos pesados de la región fueron “progresivas y positivas”, según un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán. Arabia Saudita aún no ha comentado nada al respecto.
El portavoz de la Cancillería iraní dijo que estaban sosteniendo conversaciones sobre el envío de 40.000 fieles iraníes al Hajj, la peregrinación a la ciudad saudí de La Meca, este año.
Aunque hasta la fecha las conversaciones se centran en cuestiones relativamente pequeñas, como la peregrinación a los lugares sagrados, y han contado con la participación de funcionarios de los servicios de inteligencia, la posible inclusión de funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores en las próximas rondas podría indicar un progreso significativo y el deseo de poner fin a algunos de los conflictos más intratables de la región.
Riad rompió los lazos con Teherán en 2016 después de que manifestantes iraníes asaltaran la embajada saudí en la capital de Irán tras la ejecución de un clérigo chií en Arabia Saudita.
Frustrados por lo que consideran un interés cada vez menor de Estados Unidos en sus preocupaciones de seguridad, los Estados árabes del Golfo han empezado a tomar cartas en el asunto últimamente, acercándose a sus rivales y enemigos para evitar conflictos que pueden causar estragos en sus economías.
Las instalaciones petrolíferas de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han sido atacadas en los últimos años por grupos que se cree están respaldados por Irán, incluidos los rebeldes hutíes de Yemen. En ambos casos, los Estados del Golfo se vieron decepcionados por la respuesta de Estados Unidos, lo que provocó un replanteamiento de un antiguo pilar de la relación entre Estados Unidos y el Golfo, que aseguraba la consideración árabe de las necesidades energéticas de Estados Unidos a cambio de las garantías de seguridad estadounidenses.
Estados Unidos reiteró su compromiso con la seguridad en el Pérsico reforzando las defensas regionales contra los ataques con misiles. El viernes, el presidente Biden eligió al diplomático de carrera Michael Ratney como próximo embajador de Estados Unidos en Riad. De ser confirmado, sería el primer diplomático de carrera en ocupar el puesto en ese país en tres décadas.
La manifestación más clara de este replanteamiento ha sido la discreta reacción de los Estados del Golfo a la guerra de Ucrania. Los aliados de Estados Unidos no han apoyado de manera incondicional la posición del Gobierno de Biden sobre la guerra de Rusia en ese país, y los funcionarios regionales han señalado el conflicto como una señal de un orden mundial cambiante en el que Occidente puede tener menos voz que antes.
Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, y los Emiratos Árabes Unidos han rechazado los llamamientos de Estados Unidos para que aumenten la producción de petróleo con el fin de reducir el precio del crudo que alimenta la guerra de Rusia, y han optado por mantener una alianza con el otro exportador, Rusia, para aumentar la producción gradualmente. Tras más de 15 meses de presidencia, Joe Biden y el príncipe heredero de facto de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, aún no se han dirigido la palabra.
Mientras tanto, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita han estado arreglando sus diferencias en la región.
En las últimas dos semanas, Arabia Saudita ha desescalado su guerra en Yemen mediante una inusual tregua e inició un acercamiento con el Líbano tras una ruptura de lazos sin precedentes del año pasado. Ambos países son escenarios de conflictos por entre Riad y Teherán.
El mayor obstáculo para estrechar lazos desde la perspectiva iraní era la guerra en Yemen, dijo Mohammad Marandi, profesor de la Universidad de Teherán. “Ahora que eso se detuvo, al menos por el momento, hay una esperanza real de mejora”, dijo. Añadió que Irán solo estaba dispuesto a discutir asuntos de carácter bilateral y no a “negociar en nombre de” los rebeldes hutíes de Yemen.
La reanudación de las conversaciones también se produce cuando las negociaciones entre las potencias mundiales e Irán para reactivar el acuerdo nuclear de 2015 están en una fase avanzada. Los árabes del Golfo se han sentido frustrados con Estados Unidos por no abordar sus preocupaciones con Irán en las conversaciones, pues consideran que su influencia sobre Teherán palidece en comparación con la influencia que ejerce Estados Unidos.
“Los países del Golfo creen que Estados Unidos debería estar presente en la mesa para que Irán cumpla las promesas que le han hecho”, dijo Elham Fakhro, miembro asociado del centro de estudios Chatham House de Londres. Pero el Gobierno de Biden ha insistido en que esas conversaciones se celebren por separado entre Irán y los Estados del Golfo, añadió.
Las conversaciones directas con Irán son un intento de los Estados árabes del Golfo de hacer precisamente eso, pero los analistas dudan de su capacidad para lograr resultados satisfactorios para ambas partes.
“Estas conversaciones están casi condenadas al fracaso”, dijo Mohammed Alyahya, miembro del Instituto Hudson. “En el fondo, el problema no es entre Irán y Arabia Saudita, sino entre Irán y Estados Unidos. Irán ataca al reino porque lo percibe como un estado cliente del orden imperial estadounidense”.
Pero Seyed Hossein Mousavian, antiguo negociador nuclear iraní y profesor de la Universidad de Princeton, dice que ambos Estados tienen suficiente influencia sobre el otro como para justificar las conversaciones.
“La cuestión clave para ambos es la garantía mutua de no tener una agenda regional hegemónica” y las garantías de seguridad, dijo. Arabia Saudita cuenta con el respaldo de Estados Unidos e “Irán tiene una enorme influencia de base en los países de la región la que puede ser una amenaza a largo plazo para los saudíes”, dijo.
Pero es ese respaldo de Estados Unidos el que se pone en duda últimamente. El descontento con Estados Unidos en el Golfo es tan profundo que algunos consideran que el papel de Washington en la región es más bien el de un aguafiestas que el de un garante de la estabilidad.
“Los Estados del Golfo consideran que la política de apaciguamiento de Estados Unidos hacia Irán durante la última década es la responsable de que Irán haya aumentado su agresividad”, dijo Alyahya, y añadió que esa política ha provocado “incendios que pueden extenderse a nuestra casa”.
“Cuando un pirómano llega a tu casa, eso es peligroso. Lo que es más aterrador es cuando el pirómano viene vestido de bombero”, dijo, refiriéndose a la política de Estados Unidos sobre Irán.