(CNN) – El derramamiento de sangre del fin de semana de Pascua es representativo del alarmante e incesante aumento de la violencia con armas de fuego en Estados Unidos.
De Nueva York a Pennsylvania y Florida, de Nevada a California y Oregon, ocho personas perdieron la vida y decenas resultaron heridas durante al menos 10 tiroteos masivos tan solo el fin de semana pasado.
Esta violencia se suma al creciente número de tiroteos masivos en lo que va del año en Estados Unidos, que ascendía a 154 en la mañana de este domingo, según el Gun Violence Archive. Según la definición de Gun Violence Archive y CNN, un tiroteo masivo es un incidente en el que cuatro o más personas son heridas por disparos, sin contar al agresor.
La matanza del fin de semana de Pascua incluyó a dos adolescentes que fueron abatidos a tiros en una fiesta repleta de gente en Pittsburgh a primera hora del domingo cuando, según la policía, varios agresores descargaron más de 90 disparos. Algunos asistentes a la fiesta, muchos de ellos menores de edad, sufrieron cortes y fracturas de huesos al saltar por las ventanas tras oír los disparos.
“Es desgarrador ver ese nivel de violencia”, dijo el jefe de policía de Pittsburgh, Scott Schubert, a CNN.
Los expertos consideran que el fácil acceso a las armas es una causa de la violencia, y los estados en los que no hay restricciones para portar armas reducen la barrera para que la gente tenga y lleve armas en público. Pero el repunte de la violencia desde el verano de 2020 ha sido general, en ciudades y estados con leyes de armas laxas y estrictas, con fiscales progresistas y conservadores, así como con alcaldes y gobernadores republicanos y demócratas.
Mientras estas olas de violencia con armas de fuego llenan las comunidades de agobio y desesperación, cinco expertos consultados por CNN plantean posibles soluciones y razones para no perder la esperanza.
Cedric Huntley, Nonviolence Institute
Cedric Huntley, director ejecutivo del Nonviolence Institute de Rhode Island, que lleva décadas trabajando con la policía y los activistas para ofrecer capacitación destinada a frenar la violencia de las bandas y los tiroteos en represalia, dice que no hay lugar para la desesperación en la lucha contra la violencia armada.
“Tengo un equipo de divulgación e intervención aquí y a diario hablamos de lo que ocurre ahí fuera”, dijo. “Hablamos de las formas en que podemos intervenir, pero no podemos perder la esperanza”.
El personal del instituto trabaja con las fuerzas de seguridad para mediar en posibles conflictos entre bandas, proporcionar mentores a los jóvenes que corren el riesgo de convertirse en pandilleros, responder inmediatamente en casos de tiroteos y apuñalamientos y a las salas de urgencias de los hospitales en un esfuerzo por evitar que los conflictos se agraven, y poner en contacto a las víctimas con los servicios comunitarios.
Según Huntley, la mayoría de sus empleados cumplieron condena por delitos violentos y adoptaron la resolución de conflictos y los principios de no violencia del reverendo Martin Luther King Jr. Son una parte esencial de la primera línea de combate contra la plaga de la violencia armada.
“Son los mejores embajadores para decir: ‘Oye, escucha, quiero marcar la diferencia’”, dijo Huntley. “Nuestro entrenador principal estuvo encarcelado. Tenía 19 años cuando se vio involucrado en un crimen y fue encarcelado por un asesinato que no cometió. Pero estaba involucrado. Estaba allí. Fue co-conspirador. Pasó 14 años en prisión, recibió formación en no violencia dentro de los muros de la cárcel y ahora es un experto en el tema”.
Otro de los responsables de la divulgación es un joven exmiembro de una banda que cumplió condena por delitos de armas y drogas. Ha trabajado en el instituto desde que salió de la cárcel. Una formadora es una madre que perdió a su hija en un triple homicidio en Providence en 2012.
“Entregan a la gente una mayor comprensión del perdón, una mayor comprensión del amor y… de las segundas oportunidades”, dijo Huntley. “Lo importante que es dar esas segundas oportunidades a quienes quieren hacer un cambio”.
El instituto ha fomentado las relaciones y la confianza tanto con las fuerzas del orden como con las bandas locales.
“Entendemos que la gente quiera salir a luchar y destruir”, dijo Huntley. “Nosotros queremos salir a defender y construir a través de la filosofía Kingiana… que es mostrar amor, y construir relaciones, reconciliación y perdón”.
Alex Kotlowitz, periodista y escritor
Alex Kotlowitz ha dedicado su vida a contar historias de violencia y pobreza urbana, como su libro clásico de 1991, “There Are No Children Here”, sobre dos jóvenes hermanos que crecen en un complejo de viviendas públicas en el West Side de Chicago.
“En mi propia ciudad, en Chicago, el número de tiroteos y homicidios en los últimos dos años ha sido impactante”, dijo. “Sin embargo, tengo que decir que no me falta esperanza”.
La policía de Chicago investigó 797 homicidios el año pasado, la mayor cantidad desde 1996.
“La violencia callejera que vemos en nuestras ciudades, en su gran mayoría ocurre en barrios profundamente desfavorecidos”, dijo Kotlowitz.
“No es una coincidencia. Tenemos que volver a comprometernos a encontrar formas de fortalecer y reconstruir estas comunidades: cosas muy obvias, que son viviendas asequibles, acceso a atención de salud, mejores escuelas, centros comunitarios. Esa es la parte que me vuelve loco. Cosas que ya sabemos, pero no somos capaces o no estamos dispuestos a abordarlas de una manera realmente sólida”.
Kotlowitz alabó la labor de grupos como READI (Rapid Employment and Development Initiative) de Chicago, que pone a disposición de los ciudadanos “interruptores de la violencia” que intervienen en los conflictos latentes en un intento de desescalarlos antes de que estallen en un derramamiento de sangre. El grupo también ofrece asesoramiento sobre traumas.
“Por fin se reconoce que muchas personas que viven en estas comunidades están lidiando con traumas personales colectivos, y así, por ejemplo, este programa, a través de estos algoritmos, encontró que ciertos jóvenes tienen más probabilidades de recibir disparos o de disparar a alguien”, dijo Kotlowitz, que coprodujo “The Interrupters”, un documental sobre los trabajadores de mediación de conflictos que arriesgan sus vidas en las calles.
“No solo les dan trabajo, que es una forma de, de nuevo, reconstruir la comunidad, sino que también les proporcionan terapia cognitiva conductual. Mucha gente de estas comunidades desfavorecidas está increíblemente enojada y lo entiendo. Están furiosos, en primer lugar, por sus circunstancias de raza y clase, pero también porque han perdido a un ser querido, están en duelo y no saben qué hacer con todo ello”.
Aun así, los residentes de los barrios más duros de Chicago y otras ciudades de Estados Unidos no han perdido la esperanza ni se han desentendido del problema.
“Sin duda marca sus vidas y hacen todo lo posible para no dejar que los defina”, dijo Kotlowitz sobre el derramamiento de sangre.
“Pero la gente que conocí, lo que admiré de ellos es que todos se mantenían de pie y seguían adelante, y algunos de ellos seguían adelante heroicamente, haciendo este extraordinario trabajo en parte porque ellos mismos han sido tocados por la violencia”.
Rafael Mangual, Manhattan Institute
Rafael Mangual, investigador principal y jefe de investigación de la Iniciativa de Vigilancia y Seguridad Pública del conservador Manhattan Institute, dijo que la disminución del número de policías en las calles es un obstáculo para combatir el aumento de los homicidios y los tiroteos en Estados Unidos.
“Una de las cosas de las que no se habla lo suficiente es que incluso antes de 2020 había un enorme problema de contratación y retención en los departamentos de policía de todo el país, especialmente en los departamentos de policía urbanos”, dijo.
Algunos departamentos de policía han alertado sobre los niveles de personal actuales y futuros, citando como causas el covid-19, la llamada “Gran Renuncia”, los bajos salarios, el clima para la aplicación de la ley y los esfuerzos locales de reforma que están dificultando la contratación y la retención.
“Tenemos que averiguar cómo atraer y retener a buenos policías en lugares con problemas importantes de delincuencia”, dijo Mangual.
“También creo que tenemos que entender que la naturaleza de la crisis de reclutamiento y retención también impacta realmente en los rangos superiores de una manera particular, que creo que resultó en una fuga de cerebros significativa dentro de los departamentos de policía”.
Una encuesta nacional de junio de 2021 reveló que los departamentos de todo el país cubrían en promedio el 93% de los puestos disponibles, según el Police Executive Research Forum.
Entre los departamentos que respondieron, hubo una disminución del 5% en la tasa de contratación, un aumento del 18% en la tasa de renuncia y un aumento del 45% en la tasa de jubilación, según la encuesta.
“Lo que sucedió es que la gente que puede jubilarse permanece en el trabajo durante menos tiempo después de haber cumplido los requisitos”, dijo Mangual. “Esto significa que los agentes con muchos más años de experiencia y que van a tender a estar en diferentes tipos de funciones, digamos como investigadores, detectives, son los que están renunciando a las tasas más altas, y significa que incluso si se vuelven a llenar esas posiciones, se llenan con agentes menos experimentados”.
Thomas Abt, Consejo de Justicia Penal
Thomas Abt, experto en violencia con armas de fuego y miembro del Consejo de Justicia Penal, afirmó que, aunque los homicidios sigan aumentando en las principales ciudades de Estados Unidos, los gobiernos locales pueden tomar medidas para reducir la violencia que no requieran aprobar leyes ni grandes presupuestos.
“Ahí está la esperanza, que hay soluciones a nivel micro que las ciudades pueden tomar ahora mismo”, dijo Abt, presidente del Grupo de Trabajo sobre Delitos Violentos del Consejo, que en enero anunció una serie de medidas inmediatas para frenar la violencia con armas de fuego. “Están hiperconcentradas. Se centran en las personas y los lugares de mayor riesgo. Las personas que tienen más probabilidades de tomar un arma y usarla en los lugares donde es más probable que eso ocurra. Algunas de esas soluciones pasan por la aplicación de la ley y otras por los servicios de tratamiento y la divulgación en la comunidad”.
El grupo recomienda que las ciudades lleven a cabo una revisión exhaustiva de los informes sobre tiroteos e incidentes y la información recopilada por las fuerzas del orden para identificar las “zonas de conflicto” con más violencia.
También pide que se combine el trabajo de compromiso con las comunidades y los hospitales para desactivar los conflictos con lo que los expertos denominan esfuerzos policiales proactivos, como los “desmantelamientos de bandas” que, según los estudios, han contribuido al descenso de la violencia con armas de fuego en los complejos de viviendas públicas de Nueva York en los últimos años.
“Me gustaría ver una selección de objetivos, una recopilación cuidadosa de información sobre quiénes son las personas de mayor riesgo”, dijo Abt. “Pero lo que no me parece bien es que se busque a las personas que tienen un aspecto determinado o a quienes visten de una manera determinada o que viven en un barrio determinado. Hay que tener mejor información”.
El mayor impedimento para reducir la violencia con armas de fuego en estos momentos es la política partidista, según Abt.
“Una de las cosas más difíciles de navegar son los extremos, es decir, que la gente te va a odiar si trabajas con la policía, y luego te va a odiar o rechazar si trabajas con las comunidades. La respuesta es que hay que hacer ambas cosas”.
Daniel Webster, Johns Hopkins Center for Gun Violence Solutions
Daniel Webster, codirector del Johns Hopkins Center for Gun Violence Solutions, está de acuerdo en que la intervención comunitaria contra la violencia es un complemento, no un sustituto, de una buena labor policial.
“Su capacidad no llega a ser lo que uno querría para abordar realmente este problema”, dijo sobre los programas comunitarios. “En gran medida han sido financiados… como proyectos de demostración como, oh, tenemos un poco de dinero extra de esta subvención o aquella subvención, vamos a poner un programa aquí o allá y listo”.
Y en comunidades en las que las armas son tan fáciles de conseguir, dijo Webster, es difícil imaginar una respuesta que no incluya a las fuerzas del orden armadas.
Webster también se mostró de acuerdo con el llamamiento del Consejo de Justicia Penal para que se proporcione una mejor formación y educación, así como salarios y beneficios adecuados a los trabajadores comunitarios contra la violencia.
“Tendemos a hablar de responsabilidad solo en el lado de las fuerzas del orden”, dijo. “Creo que el mismo conjunto de normas profesionales debería aplicarse también al trabajo comunitario… Hay que darles el mismo tipo de prestaciones que a las fuerzas del orden. Se juegan la vida. Ahora mismo hemos tratado de hacer todo de forma barata. Y ellos efectivamente hacen milagros”.
En Baltimore, tres interruptores de la violencia comunitaria fueron asesinados a tiros el año pasado, según Webster. En su discurso sobre el estado de la ciudad, pronunciado en abril, el alcalde de Baltimore, Brandon Scott, recordó a los tres trabajadores de Safe Streets, Dante Barksdale, Kenyell Wilson y Da’Shawn McGrier, así como al personal de los servicios de emergencia y a los trabajadores de la seguridad pública que perdieron la vida en actos de servicio.
“Nuestros trabajadores de Safe Streets arriesgan sus vidas día tras día porque creen en un futuro mejor para nuestra ciudad, un futuro en el que todos deberíamos creer,” dijo Scott en una declaración después de que McGrier fue herido fatalmente por disparos en enero, reportó WBAL-TV, afiliada de CNN.
“Ellos realizan un trabajo muy peligroso”, dijo Webster de los interruptores de violencia. “Lo hacen sin armas ni chalecos antibalas… Lo que estamos tratando de hacer en última instancia es cambiar la cultura y cambiar algunas de las normas. Y parte de la manera de conseguirlo es honrar a los constructores de la paz, honrar a la gente que está demostrando que no hay que responder a cada provocación con un arma”.
– Peter Nickeas, Emma Tucker, Ryan Young y Devon M. Sayers de CNN contribuyeron con este reportaje.