(CNN Español) – Ted Bundy, uno de los asesinos seriales más conocidos de Estados Unidos, se casó con Carole Ann Boone mientras se estaba llevando adelante un juicio por homicidio en su contra y juntos tuvieron un hijo. Su caso no es excepción: las historias de personas que se enamoran de criminales, tanto de bajo como de alto perfil, existen. La atracción sexual por estos criminales incluso tiene un nombre: hibristofilia.
La Asociación de Psicología Estadounidense (APA, por sus siglas en inglés) define la hibristofilia como el “interés y atracción sexual por quienes cometen delitos” que, en ciertos casos, puede dirigirse a personas que están en prisión.
El término fue definido inicialmente en 1986 por el Dr. John Money para caracterizar una parafilia por la que una persona se “excita sexualmente solo por una pareja que tiene un historial depredador de ultrajes perpetrados a otros”, explica la Dra. Melissa Matuszak de la Universidad de la ciudad de Riverside en esta investigación.
La palabra proviene del griego hubrizein, que significa “cometer una atrocidad contra otro” y “philia”, que significa gustar o ·tener una fuerte preferencia por”, dice por su parte Evelyn B. Kelly en su libro “The 101 Most Unusual Diseases and Disorders”.
Kelly también pone esta práctica bajo el paraguas de las parafilias que son, según la definición de la APA, trastornos que implican la necesidad de fantasías o comportamientos inusuales o extraños para la excitación sexual. Existen múltiples tipos de parafilia, que pueden incluir la excitación a partir de objetos (fetichismo), con animales, el voyeurismo, el exhibicionismo, etc.
Prevalencia de mujeres
“Más mujeres que hombres parecen tener esta atracción”, dice Kelly, una afirmación que comparten otros artículos sobre el tema.
Y no existe un patrón social definido: no se trata necesariamente de mujeres de nivel socioeconómico bajo, o sin educación, sino que se conocen casos de profesionales y de personas de todos los grupos sociales.
Las mujeres a las que les atraen asesinos, especialmente los asesinos en serie, suelen tener entre 30 y 40 años, explicó por su parte en este artículo de Psychology Today Katherine Ramsland, profesora de Psicología Forense en la Universidad DeSales de Pensilvania.
Sandra Lustgarten, psicóloga especializada en sexología, explica por su parte a CNN que la hibristofilia también es lo que se ve en el caso de las adolescentes que tienen una atracción idílica a los “chicos malos” que siempre están envueltos en situaciones complicadas.
Hibristofilia pasiva y agresiva
Aquellas personas a las que se conoce como “groupies de los asesinos seriales” y envían cartas a los hombres que están en prisión pero usualmente no tienen interés en formar parte de las actividades delictivas que cometen pueden clasificarse como de una hibristofilia pasiva, dice Kelly. Muchas de estas mujeres, afirman, tienen fantasías de rescatar a los hombres, creen que nunca les harán daño a ellas y que pueden cambiarlos. Son posibles de ser manipuladas.
Del otro lado de la hibristofilia está la que se puede caracterizar como agresiva: quieren formar parte de la “agenda criminal” y ayudarán a sus parejas, sin aceptar que pueden ser psicópatas. En este caso, dice la autora, pueden manipularlos.
La pregunta clave: ¿por qué existe la hibristofilia?
¿Por qué una persona puede sentirse atraída sexualmente y enamorarse de otra que cometió un crimen atroz y que está encarcelada, por ejemplo, tras cometer delitos como el homicidio o la violación?
Sheila Isenberg, autora de “Women Who Love Men Who Kill”, habló con docenas de mujeres que tuvieron relaciones con asesinos, reseña CNN.
Descubrió que hay dos grupos principales de personas que acaban con asesinos: las que se enamoran de “asesinos normales”, creyendo que ven el “verdadero” lado bueno del asesino, y las que inician relaciones con asesinos notorios, de los que salen en las noticias, porque se sienten atraídas por la fama. “Saben que si se involucran con estos hombres su nombre o tal vez su foto saldrá en el periódico”, explicó la autora.
La fantasía de redención
Lustgarten explica que, aunque no hay demasiados estudios al respecto, algunos especialistas vinculan esta inclinación a las mujeres que han tenido alguna experiencia de abuso sexual o con traumas de la infancia, mujeres con dependencia afectiva, que se sienten atraídas a criminales “con la fantasía de tipo amorosa de que los van a cambiar, de que van a modificar la conducta y que los van a volver buenos”.
Se trata de una fantasía infantil, dice, pero les da la sensación de que tienen el poder de modificar la conducta del otro.
La noción del “novio perfecto”
Ramsland, por su parte, suma la noción del “novio perfecto”. “Sabe dónde está en todo momento y sabe que está pensando en ella. Mientras que puede afirmar que alguien la ama, no tiene que soportar los problemas cotidianos que conllevan la mayoría de las relaciones. No tiene que lavar la ropa ni cocinar para él ni rendirle cuentas. Puede mantener la fantasía cargada durante mucho tiempo”, explicó.
Isenberg, mientras tanto, habla también del cortejo: “Te pinta cuadros, te escribe poemas, te escribe largas cartas de 30, 40, 50 páginas. Es una relación enormemente romántica (…) es como si vivieras en tu propia novela romántica”.
A partir de su investigación, Isenberg también concluyó que para muchas de estas mujeres, una relación así es un movimiento de poder pero en otro sentido al mencionado anteriormente.
“Muchas de estas mujeres vienen de una infancia abusiva o fueron mujeres maltratadas. Algunas sufrieron abusos físicos, psicológicos o verbales, pero todas fueron víctimas. Se me ocurrió la teoría de que si tienes una relación con un hombre que está entre rejas de por vida o en el corredor de la muerte, no puede hacerte daño. Estás en el asiento del conductor y en control por primera vez en tu vida”, dijo.
Hipótesis del impulso biológico
Algunos expertos en salud mental han planteado como hipótesis un ímpetu biológico, dice Ramsland. “Estudios sobre primates revelan que las hembras prefieren a los machos más grandes, más ruidosos y más agresivos que muestran claros signos de su masculinidad. En los seres humanos, pues, algunas mujeres podrían percibir en un macho agresivo un compañero más interesante que la mayoría que puede dar más de lo que podría dar un hombre normal. A través de él, percibe inconscientemente, gana estatus y protección”, explica.
Lustgarten explica que, además, otras mujeres sienten que esta característica del varón criminal, asesino, “es lo que los envuelve de una virilidad y una potencia sexual diferente, aumentada, exacerbada”. Lo que hacen, afirma, es virilizar más al varón.
¿Creen en su inocencia?
Isenberg descubrió en su investigación que muchas de las personas que se enamoran de asesinos tienden a creer que sus parejas son inocentes. Un ejemplo es el de Carole Ann Boone, que empezó su relación con Ted Bundy cuando estaba en juicio por dos asesinatos y tres agresiones en la Universidad Estatal de Florida, se casó con él y tuvo un hijo. Más tarde Bundy confesó 30 asesinatos.
Boone, que había trabajado con Bundy en el Departamento de Servicios de Emergencia del estado de Washington, dijo que Ted le cayó bien “inmediatamente” y que testificó a su favor como testigo de carácter porque sintió que estaba siendo “encasillado”.
Recién después de años de su condena se convenció de que era culpable y puso fin a la relación.
Doreen Lioy se casó con Richard Ramirez, conocido como “Night Stalker”, que mató a más de una docena de personas. En 1997 le dijo a CNN que no le importa si la gente piensa que está loca: “Simplemente creo en él completamente”, dijo Lioy. “En mi opinión, había muchas más pruebas para condenar a O.J. Simpson”.
En los casos en que las personas fueron halladas culpables solo de un asesinato, Isenberg dijo que las mujeres a menudo van hacia las circunstancias que pueden mitigar los hechos, por ejemplo que fue un accidente o había consumido drogas.
La hibristofilia, peligro de vida
Al abordar la hibristofilia, es clave reconocer, como dice Lustgarten, que las mujeres que se enamoran e involucran con estos hombres están en riesgo de vida.
“Están poniendo de alguna manera en peligro su vida; siempre viven al límite y expuestas a una situación en donde pueden salir absolutamente mal, pueden morir en el intento de cambiar a los hombres o en la creencia de que este hombre está virilizado y que tiene un poder sexual mayor”, explica la psicóloga, recalcando que en los casos de hombres psicópatas, por ejemplo, tienen la capacidad de encantar a las personas pero de fondo son narcisistas, egocéntricos sin capacidad de empatía.
Con información de Ryan Bergeron de CNN.