(CNN) – “¿Quién quiere pasta?” les digo a mis hijos mientras me asomo a la despensa.
“¡Yo!”, gritan mis dos hijos, de 2 y 4 años, al unísono.
Pongo el agua a hervir y echo la pasta, pero sin nada de salsa porque mis hijos la prefieren con mantequilla.
Pregunto a los niños de qué color quieren los platos. Sin falta, mi hijo de 4 años grita: “¡Quiero el verde!”, mientras que mi hijo de 2 años lanza sus manos hacia el otro con emoción: “¡Azul, azul, mamá!”.
Pongo los platos delante de ellos con una guarnición de fresas rebanadas y un poco de jugo de manzana diluido en sus vasitos, y me sirvo una copa de vino.
Me siento realizada, pero 15 minutos después esa sensación se disipa. Mis hijos no han tocado nada de sus platos, salvo unas pocas fresas.
“¡No me gusta!”, dice mi hijo menor con una mueca. Sin levantar la vista, el de 4 años dice: “Quiero una paleta helada”.
Aquí vamos de nuevo, pienso. Los siguientes 30 minutos consisten en sobornarlos para que coman unos pocos bocados más a cambio de algo dulce.
Me encuentro dándole mi comida casera a nuestra perra, Franky. Es el miembro mejor alimentado de nuestra casa.
Resulta que no soy la única que sufre con el drama a la hora de cenar. Ser quisquilloso con la comida es común entre los niños pequeños. Según el Centro Nacional de Información Biotecnológica, hasta el 50% no quiere comer verduras ni probar nuevos alimentos.
Preparar una comida para mis hijos es la mitad de la batalla, la coman o no, me dijo la psicóloga Alli Delozier en una entrevista reciente.
“Quítales la presión de comer en la mesa”, dijo Delozier. “Simplemente poniendo los alimentos en sus platos o en la mesa, estás haciendo un gran trabajo como padre porque sigues exponiéndolos a esos alimentos. Los ven, los huelen, los tocan y los prueban. Y cada vez que tienen esa exposición, están un paso más cerca de aprender a que les guste ese alimento”.
Varios padres de mi círculo de amigos me dijeron que viera una cuenta de Instagram llamada “Kids Eat in Color”. Jennifer Anderson, una dietista registrada, creó la página, acumulando más de 1 millón de seguidores que buscan lo que ella dice es “información y estrategias basadas en la evidencia para la alimentación y la nutrición infantil”.
“Esta es la edad en la que el mayor poder (de tus hijos) es decir que no y tener opiniones”, dijo Anderson. “Y por ello, esto es totalmente esperable. No están haciendo nada malo”.
¿Y qué pasa con mi ansiedad cuando mis hijos no se comen la comida? Anderson dijo que eso también es normal.
“Lo que sucede es que cuando los niños dicen que no, como padres solemos preocuparnos mucho, como, ‘Oh, Dios mío, no van a comer. No van a crecer. Se van a enfermar’… Y por ese miedo, hacemos un montón de cosas”, me dijo Anderson.
“Les ponemos una pantalla delante para que coman mejor. Les preparamos lo que quieren. Les decimos: ‘Vale, puedes comer todo el día. Te seguiré con esta cuchara’”, añadió. “Todos lo hemos hecho, como perseguir al niño diciendo, ‘Come un bocado’. Empezamos a decir cosas como: ‘Toma un bocado o te quito el iPad. Dale tres mordiscos antes de que puedas bajar’. Y entonces empezamos a exigirle estas cosas a un niño pequeño cuyo mayor poder es decir: ‘¿Me dices que haga eso? De ninguna manera’. Y así, caemos en estos hábitos que realmente nos perjudican a largo plazo”.
Mis hijos quieren tiras de pollo empanizado todas las noches. ¿Está bien?
Según ambos expertos, sí: dale a tus hijos lo que quieran comer.
“Siempre queremos servir una comida con la que el niño se sienta cómodo”, dijo Anderson. “Si sabes que generalmente les gustan los macarrones con queso, o que generalmente les gusta la mantequilla de cacahuate y la mermelada, o que les gustan las manzanas y las fresas, siempre queremos tener en la mesa algo que generalmente les guste, pero también tenemos que respetar su tipo de autonomía corporal”.
“No tienen que comerlo… si no quieren comerlo, y lo respetamos. En realidad, estamos sentando las bases desde muy pronto para que decidan que pueden elegir lo que le ocurre a su cuerpo, y eso tiene efectos de largo alcance para muchas cosas”.
¡Y haz que parezca divertido! El plato de tu hijo debe ser colorido.
“Cada color diferente se debe a las sustancias químicas de los alimentos que están haciendo cosas específicas en nuestro cuerpo”, dijo Anderson. “Cuando pensamos: ‘Oye, le estoy dando una amplia gama de colores a mi hijo’, sé que están recibiendo nutrientes sin obsesionarme con cosas específicas como ¿están tomando suficiente vitamina C? ¿Calcio? ¿Reciben suficiente magnesio? Así que si comen una gama de colores cuando son niños, o al menos si están expuestos a ello, es más probable que después coman una dieta más variada”.
¿Y la introducción de nuevos alimentos? Sí, es una buena idea, dicen los expertos. Pero hay que exponer a los niños a nuevos alimentos poniendo en la mesa algunas otras opciones.
“¿Tienes que ponerles todo en el plato? No”, dijo Anderson. “Si tienes un niño que dice: ‘No me gustan los chícharos. Me gusta poner lo que yo llamo una micro-porción en su plato. Esto es, pondría un solo chícharo. No da miedo, pero siguen teniendo esa exposición”.
“Y decir algo como: ‘Estos es lo que hay disponible para la comida. Puedes elegir qué comer de lo que hay aquí’”.
¿Y los dulces? Delozier dice que los dulces están bien, pero que no hay que utilizarlos como una recompensa.
“Es muy fácil decir: ‘Bueno, si te acabas los ejotes, puedes tomar una paleta helada’. Todos hemos caído en esa trampa, pero dejar que simplemente tengan la cosa y no ponerla en un pedestal y no hacerla como una recompensa de comida puede ser útil. Y luego tú decides con qué frecuencia le parece bien a tu familia, ya sea comiendo un postre todas las noches o comiendo un helado después del colegio o una vez a la semana. Eso depende de ti”.
Algunos consejos de ‘Kids Eat in Color’
- No prepares nada más.
- No te lo tomes personal.
- Deja que se llenen con otras partes de la comida.
- No celebres cuando se acaben la comida.
- Sirve los alimentos de manera formal y coherente. Siéntate a la hora de comer y merendar.
- No obligues ni sobornes a tus hijos a comer ningún alimento.
Suelo dejar que mis hijos jueguen o vean sus iPads durante la hora de la comida, pero ambos expertos me dijeron que debería dejar de hacerlo.
“Realmente tratamos de que sea un ambiente tranquilo para comer, donde puedan concentrarse en la comida y en la conexión con los miembros de la familia”, dijo Delozier. “No queremos tener pantallas en la mesa. No queremos que haya juguetes ni cosas por el estilo. Y eso es algo que puede tomar algún tiempo resolver”.
¿Cuándo hay que preocuparse?
Pero hay situaciones en las que se trata de algo más que de comer de forma selectiva. ¿En qué momento hay que acudir a un profesional?
“Cuando tienes un niño que no está en su curva de crecimiento, que su pediatra está preocupado por que no está ganando peso, especialmente si está perdiendo peso, todas esos son razones definitivas para preocuparse”, dijo Delozier.
En la última semana, dejé atrás los sobornos y probé con las microporciones. He notado un aumento gradual de la cantidad de comida que comen mis hijos. En definitiva, lo que aprendí es que no hay un camino lineal para la hora de comer.
“Como psicóloga y como madre, puedo decir que gran parte de nuestras creencias sobre lo que los niños deben comer y cómo debemos alimentar a nuestros hijos están informadas por nuestras propias creencias sobre la comida y cómo nos alimentamos nosotros mismos”, dijo Delozier. “Hay que quitar a los alimentos de un pedestal (y) hacerlos más neutrales. (Entonces sus hijos serán) más propensos a ser capaces de sintonizar con sus señales de hambre y comer en función del hambre y tomar decisiones que vayan de acuerdo con sus valores familiares”.