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Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion

(CNN Español) – Antes de vivir en Estados Unidos, y durante mis frecuentes visitas a este país, me impresionaba la cantidad de personas que veía deambular sucias, solitarias o abandonadas por las avenidas. Al referirse a los protagonistas de este fenómeno, algunos preferían llamarle homeless, desamparados, y otros, simplemente, los etiquetaban de “locos”.

Aunque no todas las personas sin techo enfrentan problemas de salud mental — tampoco todas las personas con problemas de salud mental tienen como destino vivir sin hogar— el hecho de vivir en las calles, de estar expuestos a diferentes fenómenos, enfrentar solos la noche, el frío, los ciclones y hasta centros de acogida donde se mezclan personas y situaciones difíciles e inesperadas, crea retos a su salud física, problemas de abuso de sustancias, síndromes y reacciones complejas en el interior de estos individuos. No saber dónde ir marca tu vida, cambia tu modo de ver el mundo para siempre y, cuando tratas de salir de este laberinto, te encuentras con un muro difícil de transitar sin una atención médica especializada.

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En 2015 se estimaba que cerca del 25% de las personas sin hogar en Estados Unidos tenía un problema de salud mental grave y cerca del 45%, un problema de salud mental de cualquier índole. Un estudio de 2016 reveló que el 4,2% de la población general había sido diagnosticado con un trastorno mental grave. Puede ser depresión, esquizofrenia o desorden bipolar, entre otros.

El Dr. Gonzalo de Quezada, médico certificado por el Consejo de Psquiatría y Neurología de EE.UU., me confiesa que el tema de la salud mental es uno de los más delicados y mal tratados por la sociedad contemporánea, pues nadie se ríe, burla o minimiza un paciente de cáncer, mucho menos a un enfermo que va de camino a una unidad de cuidados intensivos con un ataque al corazón; sin embargo, una persona con crisis de ansiedad suele ser víctima de burlas y no tomada en cuenta como lo que es, un enfermo de alto riesgo. Esto, que es muy evidente para todos, se ha vuelto una plaga social que incumbe, no solo al paciente, sino a quienes le rodean.

En Los Ángeles pude ver hacinados bajo los puentes a cientos de indigentes, quienes pernoctan, piden limosnas, y algunos, hasta deliran ante nuestros ojos, mientras avanzamos por las calles, cambiando el punto visual sobre aquello que nos resulta tan incómodo como ajeno. Pero cuidado, “Homo sum, humani nihil a me alienum” (Soy un hombre, nada humano me es ajeno) expresó sabiamente Publio Terencio Afro.

Muchos conocemos a alguien que ha perdido el camino de la razón y ha terminado deambulando por las calles. La diferencia entre Estados Unidos y nuestros países latinoamericanos es que por lo general hay una buena red de apoyo, un vecino, un amigo, una hermana mayor o una abuela que encuentra el tiempo suficiente para localizarlos, acogerlos y recogerlos; en este país, salvo excepciones, el ritmo de la vida no permite abandonar el trabajo para cuidarlos con esmero.

Hay un momento en que la mente decide, como la sombra a Peter Pan, tomar un camino distinto al cuerpo, y es, en ese instante, donde la sociedad y los seres queridos juegan un papel fundamental.

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Mayo es el mes de la Concientización sobre la Salud Mental. Esta fecha comenzó a tenerse en cuenta en Estados Unidos en 1949 como parte de una iniciativa de la organización Mental Health America (MHA, por sus siglas en inglés) conocida anteriormente como la Asociación Nacional para la Salud Mental. Los afiliados del MHA y otras organizaciones interesadas en el tema llevan a cabo una serie de actividades basadas siempre en tópicos distintos. Este año, el tema seleccionado es Back to Basics. Este concepto sugiere enfocarnos, regresar, reparar en las cosas básicas de la vida, y se eligió con el objetivo de proporcionar conocimientos fundacionales sobre la salud mental y sus diferentes vías de prevención y atención.

El 36% de los hispanos con depresión recibió atención, frente al 60% de los blancos no hispanos. La población negra e hispana utilizó los servicios de salud mental aproximadamente a la mitad de la tasa de los estadounidenses blancos no hispanos en el último año. Entre los adultos de raza negra en 2018 con enfermedades mentales, el 58,2% de quienes tenían de 18 a 25 años y el 50,1% de los que tenían de 26 a 49 años no recibieron tratamiento. El 28% de los adultos asiáticoestadounidenses, el 30% de los adultos negros y el 33% de los adultos latinos recibieron tratamiento de salud mental en comparación con el promedio en Estados Unidos, que fue del 43%.

En años recientes mucho han tenido que ver en el aumento de estas cifras los recortes del Gobierno federal a los programas de vivienda asequible y a los de instalaciones para salud mental en las últimas décadas, pues todo esto termina siendo responsabilidad de los Gobiernos locales, que se ven sobrepasados y no logran proveer el servicio médico para todo tipo de pacientes, incluyendo las personas que quedaron sin hogar. CNN se hizo eco de los informes de la Oficina de Censo de EE.UU. y las ayudas a estadounidenses durante la pandemia “aunque la tasa de pobreza del país aumentó al 11,4%, el año pasado, (…) las dos primeras rondas de pagos del estímulo federal ayudaron a mantener a 11,7 millones de estadounidenses fuera de la pobreza […] Los pagos, una parte clave de la respuesta federal sin precedentes a los estragos económicos causados por la pandemia de coronavirus, provocaron una disminución de una medida de pobreza suplementaria al 9,1%, en 2020”, dice la Oficina del Censo.

¿Cuán desamparados se encuentran las personas sin techo en Estados Unidos? Existen varios programas gubernamentales, especialmente el llamado Continuidad de Cuidado de Asistencia a Personas sin Hogar (conocido como CoC) que tiene como objetivo principal la ayuda a individuos y familias sin hogar para mudarse a viviendas provisionales y permanentes. A pesar de ello, todos los días descubrimos más y más criaturas desorientadas que transitan las calles víctimas de problemas de salud físicos, y también mentales. Son evidentes para nosotros, ciudadanos que caminamos junto a ellos, desprovistos de herramientas prácticas o científicas para poder aliviarles.

“Muchas personas que luchan contra una enfermedad mental en nuestras comunidades sienten que no tienen ningún lugar al que acudir”, dijo el senador Vin Gopal, demócrata de Nueva Jersey. “Entre ellos se encuentran nuestros veteranos militares y, cada vez más, nuestros jóvenes. La investigación ha demostrado que los servicios de apoyo de intervención temprana, cuando se ponen a disposición, pueden ser un salvavidas para aquellos que se encuentran en crisis”.

Los problemas de salud mental nos pueden afectar a todos. ¿Cuáles son esas vías emergentes, y a la vez, tempranas, para evitar caer en estas crisis? Según el portal Medical News Today, “las personas deben buscar ayuda si experimentan: sentimientos persistentes de tristeza, ira o ansiedad, sensación de estar abrumadas, poca energía, pérdida de la motivación, pérdida de interés en cosas que la persona disfrutaba anteriormente, pensamientos incontrolables o intrusivos, ataques de pánico, pensamientos de suicidio o autolesión, violencia doméstica o sexual, efectos adversos luego de un desastre natural, dificultades en las relaciones, adicción, recuerdos persistentes de traumas pasados y períodos prolongados de sufrimiento después de un duelo. Las personas también deben buscar ayuda si una afección emocional o mental causa cambios en el comportamiento o las creencias, o si la familia y los amigos notan una diferencia en su comportamiento o actitud”.

Sobre el tema del suicidio existen vías de atención, como, por ejemplo: la Línea de prevención del suicido en EE.UU., disponible 24 horas en el teléfono 800-273-8255, en inglés o español, y durante una crisis, las personas con problemas auditivos pueden llamar al 800-799-4889.

En América Latina y España, puedes obtener ayuda aquí.

Ante la duda de cómo seleccionar a un terapeuta, lo más importante será combatir los prejuicios y pedir ayuda, dirigirse al médico de cabecera, o a una compañía de seguros que posea la lista de profesionales calificados para este menester. Las escuelas, organizaciones religiosas y caritativas, los familiares y amigos pueden también ser de gran ayuda para quienes están experimentando sentimientos negativos e impulsos incontrolables e indescifrables. Es difícil encontrar terapias o especialistas para quienes no poseen seguro, y esto es un capítulo que necesita mucho debate para encontrar la solución, pero existen opciones gratuitas, que en ningún caso deben reemplazar a la ayuda profesional. La Asociación Estadounidense de Ansiedad y Depresión (ADAA) proporciona una lista de aplicaciones móviles de salud mental.

La fragilidad de la mente sigue siendo un misterio para estudiosos, científicos y familiares quienes, a diario, lidian con la pérdida de la razón y sus consecuencias. El apego y el desapego, los cortes bruscos en nuestros hábitos y costumbres, la desaparición de seres queridos, la profunda soledad en el difícil camino de la emigración crean situaciones traumáticas que, si no se atienden, pueden atentar seriamente contra nuestra salud. Sobre el destino de uno de estos emigrantes habla la excelente novela autobiográfica, muy recomendada, “Boarding Home”, del escritor Guillermo Rosales, que comienza así: “La casa decía por fuera Boarding home, pero yo sabía que sería mi tumba”. En ella podemos encontrar el mapa interior de quienes ingresan a ese territorio y no encuentran la salida.

La pregunta es: ¿poseemos herramientas personales sólidas para evitar los desequilibrios mentales en la sociedad contemporánea?