(CNN) – Para algunos corredores, la perspectiva de correr los 42 kilómetros de un maratón es un reto suficiente. Pero levantarse al día siguiente y correr otro, y repetir la rutina durante los siguientes tres meses y medio, requiere una mezcla particular de resistencia, dedicación y lo que algunos llamarían locura.
Al menos, eso es lo que Jacky Hunt-Broersma, una corredora de resistencia con una amputación que vive en Arizona, podría haber pensado antes de empezar a practicar este deporte hace casi seis años.
“No era corredora antes de ser amputada”, dice a CNN Sport, “pensaba que los corredores estaban locos… Pero poco a poco me hice adicta a este deporte”.
En 2022, Hunt-Broersma, de 46 años, acaba de completar la hazaña de correr 104 maratones en 104 días consecutivos entre enero y abril.
En un principio se propuso correr 100 maratones en 100 días, pero empezó el reto con varias incógnitas: “¿Va a poder aguantar mi muñón los kilómetros? ¿Va a resistir mi prótesis?”, pero con el paso de las semanas se sorprendió a sí misma una y otra vez.
“No sabía cómo reaccionaría mi cuerpo, y eso me demostró lo fuertes que pueden ser nuestros cuerpos”, dice Hunt-Broersma. “Cada día, seguí adelante y me hice más y más fuerte… el cuerpo es simplemente increíble”.
El reto, resultó ser “90% mental vs. a físico”. Reunir la motivación para salir por la puerta cada día y correr la distancia del maratón era a menudo la mayor batalla.
“Nunca sabías lo que te depararía el día”, añade Hunt-Broersma.
“Era como… seguir un poco la corriente. Algunos días, solo tienes que hacerlo, aguantarte y (poner) un pie delante del otro y seguir adelante, y otros días te sientes muy bien y es como si volaras”.
Altibajos
Hunt-Broersma corrió la mayoría de los maratones alrededor de su casa en Gilbert, Arizona, hizo algunos en una cinta de correr y participó en el Maratón de Boston en su 92ª edición.
Competir en las calles de Boston fue uno de los puntos máximos del reto, pero también hubo muchos puntos débiles, concretamente en la marca de 50 maratones, cuando se le pasó por la cabeza la idea de abandonar.
“Fue un momento extraño porque físicamente me sentía bien”, dice Hunt-Broersma.
“Mi cuerpo, obviamente, me dolía y todo eso, pero no había nada malo en él; era solo mi mente la que no quería más”.
“Tuve que luchar contra esas emociones para superarlo y decir: ‘Sabes qué, no, todavía puedes hacerlo. Puedes seguir adelante’. Y una vez que lo superé, pasé a centrarme en el objetivo. Es como si solo tuvieras que llegar a ese 100”.
Antes de eso, hubo otro punto bajo 15 días antes, cuando decidió dividir su carrera diaria en dos medias maratones para tener tiempo de cuidar a sus hijos.
Pero después de que la gente cuestionara si dividir un maratón estaba dentro de las “reglas” del desafío, Hunt-Broersma sintió que no tenía otra opción que correr otro maratón completo esa noche, completándolo finalmente cinco minutos antes de la medianoche.
“No quería llegar a los 100 y que luego me dijeran: ‘Bueno, en realidad, ése no cuenta’. Me sentiría avergonzada”, dice.
“Así que me dije: ‘Vale, está bien, ¿sabes qué? Voy a tener que salir y hacer esto’. Y eso es lo que hice. No sé cómo lo logré, pero lo hice… Aprendes a aguantarte y a hacerlo”.
Desde que completó su maratón número 104, Hunt-Broersma ha iniciado el proceso de solicitar que su hazaña sea reconocida oficialmente por el Guinness World Records, ya que el actual récord de 95 lo estableció la estadounidense Alyssa Clark en 2020.
Conseguir la ratificación de un récord no es sencillo. El proceso, que dura meses, implica la presentación de archivos GPX de cada carrera, fotos de la salida, la mitad y la llegada, imágenes de video y un informe de testigos.
“Ese proceso es probablemente más difícil que la parte de la carrera, para ser honesto”, sugiere Hunt-Broersma en broma.
Una sensación de libertad
Nacida y criada en Sudáfrica, Hunt-Broersma vivió en Inglaterra y Países Bajos antes de trasladarse a Estados Unidos.
En 2001 le amputaron la pierna tras diagnosticarle un sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer poco frecuente que afecta a los huesos o al tejido que los rodea. Gracias a la práctica del running, que retomó 15 años después, empezó a apreciar lo que su cuerpo era realmente capaz de hacer.
“Cuando me convertí en una persona con amputación, te limitas mucho; todo el mundo te dice: ‘No puedes hacer esto, no puedes hacer aquello’”, dice Hunt-Broersma. “Y entonces, cuando me puse una prótesis para correr, tuve una sensación de libertad. Sentí que volaba y que hacía algo que creía que no podía hacer”.
Empezó con carreras de cinco kilómetros y pronto progresó en las distancias: 10k, medios maratones, maratones y ahora ultramaratones.
Actualmente se está entrenando para competir en la Leadville 100, una carrera de 100 millas o 160 kilómetros en Leadville, Colorado, conocida como “Race Across The Sky” en agosto y en la Moab 240, una carrera de 380 kilómetros a través de los desiertos, rocas y montañas de Utah, en octubre.
Competir en estas emblemáticas pruebas de resistencia está muy lejos de los días en que Hunt-Broersma empezó a correr.
“Había un elemento en el que me sentía avergonzada de quién era”, dice. “No quería ser una persona con amputación. No quería que la gente me viera diferente”.
“Correr me ha dado confianza: puedo ser quien soy. Porque sé que mi cuerpo ha corrido 160 kilómetros, he hecho todo esto con una prótesis, así que estoy orgullosa de ser quien soy ahora”.
Como parte de su reto maratónico, Hunt-Broersma recaudó cerca de US$ 200.000 para Amputee Blade Runners, una organización benéfica que proporciona prótesis especiales para correr, que suelen ser costosas, para las personas con amputaciones.
Esto superó con creces su expectativa inicial de US$ 10.000, al igual que superó sus propias expectativas al correr 104 maratones consecutivos.
“Mi carrera me ha enseñado que soy capaz de mucho más”, dice Hunt-Broersma. “Pensé que esto sería una gran manera de mostrar a la gente lo que puedes hacer si te empujas fuera de tu zona de confort”.