(CNN) – En toda Ucrania, en medio de un calor intenso, hay una imagen que se está volviendo familiar este verano: las cosechadoras barriendo los campos de grano en una carrera contra los incendios que se propagan rápidamente.
Las líneas del frente del conflicto se extienden por algunas de las tierras agrícolas más ricas de Ucrania. Ya sea por accidente o de forma intencionada, los incendios que oscurecen el cielo del verano se están comiendo una cosecha que siempre iba a ser difícil de recoger y aún más difícil de exportar.
Pavlo Serhienko está en el punto de mira de esta batalla. Este joven de 24 años es la tercera generación de su familia que dirige una explotación agrícola en el distrito de Vasylivka, en Zaporiyia. Desde que su padre falleció a causa del coronavirus, Serhienko gestiona él solo la explotación de 3.000 hectáreas. Pero casi la mitad de la tierra es ahora demasiado peligrosa para cultivar, dijo a CNN este sábado.
“Ni siquiera podemos llegar allí. Está minado o cerca de los territorios ocupados, literalmente en primera línea. Tenemos ocupantes en parte de los campos”, explicó.
Serhienko ha visto literalmente cómo se esfuma el negocio de su familia: “Desde hace cuatro días, todas nuestras rodillas están cubiertas de sangre, estamos apagando [incendios en] los campos. Ellos [los rusos] golpean especialmente los campos —campos con trigo y cebada— todos los días”.
Dijo que en los últimos días había perdido 30 hectáreas de trigo y 55 de cebada. Y “esas 1.200 hectáreas a las que no puedo llegar también están ardiendo. ¿Pero qué puedo hacer? Ni siquiera voy a ir allí”.
La temporada de siembra fue igual de peligrosa. “Sembramos un campo de 40 hectáreas. Tuvimos que abandonar el campo cuatro veces para terminarlo. Cada vez que salíamos, bombardeaban el lugar al instante. Una vez hubo 23 impactos de mortero”.
Sus edificios y equipos también han sido alcanzados: la granja de animales y todos los almacenes construidos en los últimos 20 años fueron destruidos. “La sembradora fue aplastada, el taller de invierno, donde reparamos tractores y cosechadoras, también fue destrozado”.
Hay cientos de agricultores en una situación similar. Es probable que muchos se enfrenten a la quiebra.
Asaltos selectivos
Las autoridades ucranianas no dudan de que parte de la estrategia de Rusia es destruir la riqueza agrícola de Ucrania.
La semana pasada, la policía de la región meridional de Jersón, una de las zonas agrícolas más productivas de Ucrania, abrió un proceso penal por “la destrucción intencionada” de cultivos por parte del ejército ruso.
La policía acusó a las fuerzas rusas de “bombardear tierras agrícolas con proyectiles incendiarios”. Todos los días se producen incendios a gran escala; ya han ardido cientos de hectáreas de trigo, cebada y otros cultivos de cereales”.
“Para salvar al menos una parte de la cosecha, los aldeanos trabajan con maquinaria junto a un muro de fuego”, dijo la policía.
Una vez que se inician los incendios, hay pocas posibilidades de extinguirlos. Muchas de las zonas disputadas carecen de agua corriente, y a menudo es demasiado peligroso intentar atajar las llamas.
La policía de Jersón alega que “los rusos no permiten deliberadamente que nadie apague los incendios”, citando un incendio que quemó 12 hectáreas y los bosques de pinos adyacentes en la zona ocupada alrededor del pueblo de Rozlyv.
Las líneas de frente activas en el conflicto se extienden a lo largo de más de 1.000 kilómetros (620 millas), en su mayoría a través de tierras de cultivo. En la región de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, jefe de la administración militar regional, dijo que “el enemigo comenzó a utilizar la táctica de destruir los campos donde se está cosechando”.
Los servicios de emergencia ucranianos publicaron imágenes de los incendios que habían arrasado las tierras de cultivo de Donetsk la semana pasada.
Ihor Lutsenko, un exmiembro del Parlamento que ahora está en el ejército, publicó una imagen que mostraba un importante incendio al sur de Bakhmut, una zona de Donetsk que está bajo un ataque casi constante. “Los campos están en llamas aquí”, dijo Lutsenko a CNN la semana pasada.
“Fuimos testigos de cómo los rusos lanzaban munición incendiaria. Esto es para quemar nuestras posiciones”, añadió.
La imagen fue republicada por el Ministerio de Defensa, que añadió: “No es el trigo ucraniano el que está en llamas, es la seguridad alimentaria del mundo la que está en llamas”.
Un poco más al oeste, el ayuntamiento de Kramatorsk —una zona que está siendo objeto de un fuego ruso cada vez más intenso— también publicó imágenes de campos calcinados, algunos con restos de cohetes rusos todavía presentes. Dijo que 35 hectáreas de cultivos habían sido destruidas en los últimos incendios.
Batalla en múltiples frentes
La cosecha de verano acaba de empezar, por lo que aún no es posible evaluar los daños globales causados por los incendios. Este viernes, el Ministerio de Agricultura dijo que los agricultores habían recogido el primer millón de toneladas de grano de la temporada 2022 en algo más de 400.000 hectáreas, pero eso representa solo el 3% de la superficie de siembra.
Además de los incendios, los agricultores ucranianos se enfrentan a múltiples retos. Los que están cerca del frente deben lidiar con el riesgo de la cosecha y la falta de almacenamiento adecuado. Decenas de silos y algunas de las mayores terminales de exportación han sido destruidas por los bombardeos rusos. Uno de los más grandes —en la ciudad sureña de Mykolaiv— contenía unas 250.000 toneladas de grano antes de ser quemado en junio.
Además, algunos analistas afirman que hay problemas para obtener gasoil debido a la destrucción de las refinerías, lo que significa que algunas cosechas no se podrán recoger.
Dondequiera que estén, los agricultores se enfrentan a una pesadilla logística para exportar su grano y semillas oleaginosas porque los puertos del Mar Negro están esencialmente sellados. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha lanzado un programa de emergencia de US$ 17 millones para ayudar a superar los problemas de almacenamiento. Estados Unidos también se ha comprometido a ayudar a construir silos temporales en Polonia, que limita con Ucrania al oeste.
Incluso antes de los incendios, Ucrania había pronosticado un fuerte descenso de la cosecha de cereales y oleaginosas este año, en comparación con la producción récord del año pasado.
La semana pasada, el sindicato ucraniano de comerciantes de cereales dijo que esperaba una cosecha de cereales y oleaginosas de 69,4 millones de toneladas, ligeramente superior a las previsiones anteriores, pero muy por debajo de los 106 millones de toneladas cosechadas el año pasado.
El ministro de Agricultura, Taras Vysotskiy, dijo que la cosecha de cereales podría ser de al menos 50 millones de toneladas, frente a los 86 millones de toneladas de 2021. Al menos la mitad de esa producción se destina a la exportación, según el sindicato de comerciantes.
La producción y la exportación de trigo en un mercado mundial ya ajustado pueden ser las más amenazadas. La consultora francesa Agritel dijo la semana pasada que espera que Ucrania coseche 21,8 millones de toneladas de trigo este verano, frente a los 32,2 millones del año pasado.
El consultor Dan Basse, de la consultora AgResource, con sede en Chicago, declaró a finales de junio en el podcast AgriTalk que, debido a los problemas logísticos, duda que las exportaciones rusas puedan compensar el déficit de trigo ucraniano, y que el mercado mundial podría sufrir un déficit de unos 10 millones de toneladas de trigo este año.
Tras una reciente caída, los precios del trigo están cerca de sus niveles más altos del año.
Parte de la producción ucraniana se encuentra ahora en territorio en manos de los rusos y sus aliados en las autodeclaradas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk (DPR y LPR, respectivamente, por sus siglas en inglés). El líder de la DPR, Denis Pushilin, dijo la semana pasada que la cosecha de trigo allí sería mucho mayor que en 2021.
Pushilin publicó fotografías de reuniones con agricultores y dijo que habían discutido “la venta de productos”. También ha dicho que la RPD planea utilizar el puerto de Mariúpol para exportar la cosecha.
Agritel estima que podrían cosecharse hasta 3,7 millones de toneladas de trigo en algunas regiones del sur y del este bajo control ruso. Los operadores rusos están haciendo todo lo posible para disfrazar el origen del trigo en un esfuerzo por venderlo en el extranjero. Están transfiriendo el grano en el mar en un aparente esfuerzo por disfrazar su origen, según las imágenes de satélite revisadas por CNN, y los barcos mercantes están apagando sus transpondedores.
Lo que no está claro es si las autoridades respaldadas por Rusia en las zonas ocupadas están pagando precios de mercado por los productos. Funcionarios ucranianos han dicho que, en algunas zonas, los rusos insisten en hacer grandes descuentos. Hay pruebas anecdóticas de que algunos agricultores ucranianos han preferido no cosechar.
Estrategia cínica
El canciller ucraniano, Dmytro Kuleba, dijo la semana pasada que Rusia tenía una “estrategia bien pensada y cínica” para destruir la agricultura ucraniana.
“El bloqueo naval ruso de los puertos ucranianos ya ha destrozado las cadenas mundiales de suministro de alimentos”, dijo Kuleba. “Añadiendo el insulto a la herida, Rusia roba el grano ucraniano y bombardea los graneros ucranianos”.
“Rusia está jugando esencialmente a los juegos del hambre con el mundo al mantener el bloqueo naval de los puertos ucranianos con una mano y trasladar la culpa de ello a Ucrania con la otra”, añadió Kuleba.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó a Ucrania de provocar la paralización de la navegación mercante al minar las aguas costeras. Las negociaciones sobre el paso seguro de los buques mercantes, con la mediación de Turquía, aún no han dado ningún resultado.
No solo está en peligro la cosecha de este año. Los agricultores independientes constituyen gran parte del sector agrícola en Ucrania, y no tienen bolsillos profundos.
Basse, de AgResource, declaró a AgriTalk: “La financiación se está agotando. Te diré que, según hablo con mis amigos y clientes, habrá agricultores que quiebren. Y luego, por supuesto, cuando eso ocurra, tendremos problemas con la próxima cosecha de trigo y la próxima cosecha de maíz. Así que me preocupa más la producción de 2023 que la de 2022”.
También lo está Serhienko, que afirma que la combinación del cierre de los puertos, el aumento de los costes de transporte y el descenso de los precios significa que “no hay duda” de que sus beneficios se desvanecerán este año. Calcula que sus pérdidas hasta el momento ascienden a unos US$ 10 millones, en términos de producción perdida e infraestructura destruida, y no sabe si la granja familiar sobrevivirá en 2023.