(CNN) – Tiene más de 130.000 seguidores en Instagram, donde publica fotos de sus aventuras por el mundo. Su maquillaje es siempre impecable, su ropa parece sacada de una pasarela. Canta, baila y modela, y nada de eso es real.
Rozy es una “influencer virtual” surcoreana, un ser humano renderizado digitalmente tan realista que a menudo se confunde con alguien de carne y hueso.
“¿Eres una persona real?”, pregunta uno de sus seguidores en Instagram. “¿Eres una IA? ¿O un robot?”.
Según la empresa con sede en Seúl que la creó, Rozy es una mezcla de las tres cosas que oscila entre el mundo real y el virtual.
Es “capaz de hacer todo lo que los humanos no pueden… de la forma más parecida a la humana”, dice Sidus Studio X en su página web.
Eso incluye obtener ganancias para la empresa en los multimillonarios mundos de la publicidad y el entretenimiento.
Desde su lanzamiento en 2020, Rozy ha conseguido acuerdos con marcas y patrocinios, se ha presentado en desfiles de moda virtuales e incluso ha lanzado dos sencillos.
Y no es la única.
La industria de los “humanos virtuales” está en pleno auge, y con ella toda una nueva economía en la que los influencers del futuro no envejecen, no tienen escándalos y son digitalmente impecables, lo que ha hecho sonar la alarma entre algunos en un país ya obsesionado con estándares de belleza inalcanzables.
Cómo funcionan las influencers virtuales
La tecnología CGI (imágenes generadas por computadora) que hay detrás de Rozy no es nueva. Es omnipresente en la industria del entretenimiento actual, donde los artistas la utilizan para crear personajes no humanos realistas en películas, juegos de computadora y videos musicales.
Pero solo recientemente se ha utilizado para crear influencers.
A veces, Sidus Studio X crea una imagen de Rozy de la cabeza a los pies utilizando la tecnología, un enfoque que funciona bien para sus imágenes de Instagram. Otras veces superpone su cabeza al cuerpo de un modelo humano, por ejemplo, cuando modela ropa.
La marca minorista surcoreana Lotte Home Shopping creó a su influencer virtual -Lucy, que tiene 78.000 seguidores en Instagram- con un software que suele utilizarse para los videojuegos.
Al igual que sus homólogos en la vida real, los influencers virtuales consiguen seguidores a través de las redes sociales, donde publican instantáneas de sus “vidas” e interactúan con sus fans. La cuenta de Rozy la muestra “viajando” a Singapur y disfrutando de una copa de vino en una azotea mientras sus fans elogian su ropa.
Las generaciones mayores podrían considerar algo extraño interactuar con una persona artificial. Pero los expertos dicen que los influencers virtuales han tocado la fibra sensible de los coreanos más jóvenes, nativos digitales que pasan gran parte de su vida en línea.
Lee Na-kyoung, una joven de 23 años que vive en Incheon, empezó a seguir a Rozy hace unos dos años pensando que era una persona real.
Rozy la siguió, a veces comentando sus publicaciones, y así surgió una amistad virtual que ha perdurado incluso después de que Lee descubriera la verdad.
“Nos comunicábamos como amigas y me sentía cómoda con ella, así que no la considero una IA, sino una amiga de verdad”, dice Lee.
“Me encanta el contenido de Rozy”, añadió Lee. “Es tan bonita que no puedo creer que sea una IA”.
Un negocio rentable
Las redes sociales no solo permiten a los influencers virtuales crear una base de fans, sino que es donde entra el dinero.
El Instagram de Rozy, por ejemplo, está salpicado de contenidos patrocinados en los que anuncia productos de cuidado de la piel y de moda.
“Muchas grandes empresas de Corea quieren utilizar a Rozy como modelo”, dijo Baik Seung-yup, CEO de Sidus Studio X. “Este año, esperamos alcanzar fácilmente más de dos mil millones de wones coreanos (unos US$ 1,52 millones) de ganancias, solamente con Rozy”.
Añadió que a medida que Rozy se hacía más popular, la empresa consiguió más patrocinios de marcas de lujo como Chanel y Hermes, así como de revistas y otras empresas de comunicación. Sus anuncios han aparecido ahora en la televisión, e incluso en espacios offline como vallas publicitarias y los laterales de los autobuses.
Lotte espera obtener este año ganancias similares con Lucy, que ha recibido ofertas publicitarias de empresas financieras y de la construcción, según Lee Bo-hyun, director de la división de medios de comunicación de Lotte Home Shopping.
Las modelos tienen una gran demanda porque ayudan a las marcas a llegar a los consumidores más jóvenes, dicen los expertos. Entre los clientes de Rozy se encuentran una compañía de seguros de vida y un banco, empresas que suelen considerarse anticuadas. “Pero dicen que su imagen se ha vuelto muy joven después de trabajar con Rozy”, comenta Baik.
También ayuda el hecho de que, en comparación con algunas de sus homólogas en la vida real, estas nuevas estrellas son poco exigentes.
Lotte y Sidus Studio X tardan entre unas horas y un par de días en crear una imagen de sus estrellas, y de dos días a unas semanas para un anuncio de video. Es mucho menos tiempo y trabajo que el que se necesita para producir un anuncio con personas reales, en el que se pueden invertir semanas o meses en buscar locaciones y preparar la logística, como la iluminación, la peluquería y el maquillaje, el estilo, el catering y la edición de posproducción.
Y quizás igual de importante: los influencers virtuales nunca envejecen, se cansan o generan controversia.
Lotte se decantó por una influencer virtual al considerar cómo aprovechar al máximo sus “anfitriones del programa”, dijo Lee.
Lotte Home Shopping contrata a presentadores humanos para anunciar productos en televisión, pero “cuestan bastante” y “habrá cambios cuando envejezcan”, dijo Lee. Así que idearon a Lucy, que tiene “siempre 29 años”.
“Lucy no está limitada al tiempo ni al espacio”, añadió. “Puede aparecer en cualquier lugar. Y no hay problemas morales”.
Una cuestión de belleza
Corea del Sur no es el único lugar que ha acogido a influencers virtuales.
Entre las influencers virtuales más famosas del mundo están Lil Miquela, creada por los cofundadores de una startup tecnológica estadounidense, que ha apoyado a marcas como Calvin Klein y Prada y tiene más de 3 millones de seguidores en Instagram; Lu de Magalu, creada por una empresa brasileña de venta al por menor, con casi 6 millones de seguidores en Instagram; y FNMeka, una rapera creada por la empresa musical Factory New, con más de 10 millones de seguidores en TikTok.
Pero hay una diferencia importante, según Lee Eun-hee, profesora del Departamento de Ciencias del Consumidor de la Universidad de Inha: las influencers virtuales de otros países suelen reflejar una diversidad de orígenes étnicos e ideales de belleza.
Los seres humanos virtuales de otros lugares tienen una “singularidad”, mientras que “los de Corea siempre se hacen bellos y bonitos… (reflejando) los valores de cada país”, añadió.
Y en Corea del Sur -a menudo apodada la “capital mundial de la cirugía plástica” por su floreciente industria de US$ 10.700 millones- existe la preocupación de que los influencers virtuales puedan alimentar aún más los estándares de belleza poco realistas.
Los coreanos más jóvenes han comenzado a oponerse a estos ideales en los últimos años, provocando un movimiento en 2018 apodado “escapar del corsé”.
Pero las ideas de lo que se considera popularmente bello en el país siguen siendo reducidas; para las mujeres, esto suele significar una figura pequeña con ojos grandes, una cara chica y una piel pálida y clara.
Y estos rasgos son compartidos por la mayoría de las influencers virtuales del país; Lucy tiene una piel perfecta, un pelo largo y brillante, una mandíbula fina y una nariz afilada. Rozy tiene labios carnosos, piernas largas y un abdomen plano que asoma por debajo de sus crop tops.
Lee Eun-hee advirtió que las influencers virtuales como Rozy y Lucy podrían hacer aún más inalcanzables los ya exigentes estándares de belleza de Corea, y aumentar la demanda de cirugía plástica o productos cosméticos entre las mujeres que buscan emularlas.
“Las mujeres reales quieren parecerse a ellas, y los hombres quieren salir con personas de su misma apariencia”, dijo.
Los creadores de Rozy y Lucy rechazan estas críticas.
Lee Bo-hyun, representante de Lotte, dijo que habían intentado que Lucy fuera algo más que una “imagen bonita”, creando una historia de fondo y una personalidad elaboradas. Estudió Diseño Industrial y trabaja en el diseño de automóviles. Publica sobre su trabajo y sus intereses, como su amor por los animales y el kimbap (rollos de arroz envueltos en algas). De este modo, “Lucy se esfuerza por tener una buena influencia en la sociedad”, dijo Lee, y añadió: “Está dando un mensaje al público de ‘haz lo que quieras según tus creencias’”.
Baik, CEO de Sidus Studio X, dijo que Rozy no es lo que “cualquiera llamaría bella” y que la empresa había intentado deliberadamente que su aspecto fuera único y se alejara de las normas tradicionales coreanas. Señaló las pecas de sus mejillas y sus ojos saltones.
“Rozy muestra a la gente la importancia de la confianza interior”, añadió. “Hay otros humanos virtuales que son tan bonitos… pero hice a Rozy para mostrar que se puede seguir siendo bello (incluso sin un rostro convencionalmente atractivo)”.
“‘Blackface’ digital”
Pero la preocupación va más allá de los estándares de belleza coreanos. En otras partes del mundo hay un debate sobre la ética de la comercialización de productos a los consumidores que no se dan cuenta de que los modelos no son humanos, así como el riesgo de apropiación cultural al crear influencers de diferentes etnias, etiquetado por algunos como “‘blackface’ digital”.
La empresa matriz de Facebook e Instagram, Meta, que tiene más de 200 influencers virtuales en sus plataformas, ha reconocido los riesgos.
“Como cualquier tecnología disruptiva, los medios de comunicación sintéticos tienen el potencial de hacer tanto bien como mal. Las cuestiones de representación, apropiación cultural y libertad de expresión son ya una preocupación creciente”, afirma la empresa en una publicación de blog.
“Para ayudar a las marcas a navegar por los dilemas éticos de este medio emergente y evitar posibles peligros, (Meta) trabaja con socios para desarrollar un marco ético que guíe el uso de (influencers virtuales)”.
Pero una cosa parece clara: el sector ha llegado para quedarse. A medida que aumenta el interés por el mundo digital -desde el metaverso y las tecnologías de realidad virtual hasta las monedas digitales-, las empresas afirman que los influencers virtuales son la próxima frontera.
Lotte espera que Lucy pase de la publicidad al entretenimiento, tal vez apareciendo en un drama televisivo. La empresa también trabaja en un ser humano virtual que atraerá a los compradores de entre 40 y 60 años.
Sidus Studio X también tiene grandes ambiciones: Rozy lanzará su propia marca de cosméticos en agosto, así como un NFT (token no fungible), y la empresa espera crear un trío de pop virtual que se lance a las listas de éxitos musicales.
Baik señala que la mayoría de los fans no conocen a los famosos reales en persona, solo los ven en las pantallas. Así que “no hay una gran diferencia entre los humanos virtuales y las celebridades de la vida real que les gustan”, comentó.
“Queremos cambiar la percepción de cómo la gente piensa en los humanos virtuales”, añadió Baik. “Lo que hacemos no es quitarle el trabajo a la gente, sino hacer cosas que los humanos no pueden hacer, como trabajar 24 horas o hacer contenidos únicos como caminar por el cielo”.
Cho Eun-young contribuyó a este informe.