(CNN) – Han pasado seis meses desde que el presidente ruso Vladimir Putin lanzó su invasión no provocada de Ucrania, una guerra que según cualquier medida convencional ha sido una calamidad.
Millones de ucranianos han sido desplazados. La ciudad de Mariúpol casi ha sido borrada del mapa. Y la ofensiva lanzada el 24 de febrero ha mostrado la podredumbre moral dentro del ejército ruso y su total desprecio por la vida de los civiles.
Según los últimos cálculos del Pentágono, la invasión le ha costado a Rusia entre 70.000 y 80.000 soldados muertos y heridos. Incluso si esa estimación es alta, es justo extrapolar que Rusia probablemente ha visto morir a más tropas en medio año de lucha en Ucrania que las que los soviéticos perdieron durante una década de guerra en Afganistán.
Pero cualquier comparación de la Rusia de Putin con los últimos días de la URSS es prematura. De hecho, Rusia ha cambiado desde el 24 de febrero, pero las grietas en el edificio del putinismo son difíciles de discernir. La mayoría de los rusos han apoyado la guerra, si no abiertamente, o han accedido silenciosamente a su campaña de restauración imperial.
Las calificaciones del líder del Kremlin no se han visto afectadas por la guerra. Tanto la encuestadora estatal WCIOM como la agencia de encuestas independiente Levada-Center colocaron rutinariamente los índices de aprobación de Putin por encima del 80% desde el 24 de febrero. Una encuesta de WCIOM en junio encontró que era probable que el 72% de los rusos apoyara la “operación militar especial” de Putin, el eufemismo oficial para la guerra en Ucrania.
¿Cómo mantiene Putin sus índices de aprobación?
Es tentador concluir que estos números simplemente reflejan el poder de la propaganda estatal de Rusia y su vertiginosa habilidad para construir una realidad alternativa, en la que los buques de guerra rusos no son hundidos por misiles ucranianos y las bases rusas explotan por accidente.
Después de todo, el gobierno ruso actuó rápidamente después de la invasión para cerrar los restos de la prensa libre de Rusia, introduciendo una nueva ley draconiana que imponía severas sanciones penales por información “falsa” que desacreditara a sus fuerzas armadas.
Pero eso no significa que no haya información sobre las desastrosas pérdidas de Rusia en Ucrania. El sitio de noticias independiente ruso Mediazona, que el año pasado fue etiquetado como “agente extranjero” por las autoridades rusas, ha documentado 5.185 muertes de militares, según informes de noticias locales y publicaciones en redes sociales.
Es probable que las clases medias relativamente acomodadas del país hayan quedado aisladas del costo de la guerra. Muchos de los muertos en combate proceden de las regiones más pobres de Rusia; las regiones con el mayor número de víctimas documentadas son las llamadas “repúblicas étnicas” de Daguestán y Buriatia, encontró Mediazona. Por el contrario, las bajas de las dos ciudades más ricas y pobladas de Rusia, Moscú y San Petersburgo, han sido relativamente mínimas, informó.
La popularidad de Putin a veces se atribuye a un clima de miedo y conformidad. Según OVD-Info, un grupo independiente que rastrea las detenciones en Rusia, 16.380 personas han sido arrestadas o detenidas por activismo contra la guerra en Rusia, y se han abierto 75 casos penales bajo la ley de “noticias falsas” de Rusia.
Como era de esperar, la invasión rusa de Ucrania ha reavivado la discusión entre los académicos sobre si el régimen de Putin debe o no ser etiquetado como fascista. Eso puede parecer en gran medida una cuestión de taxonomía, pero apunta a una realidad clara: después del 24 de febrero, términos como “autocrático” o “autoritario” son insuficientes para describir un estado que no tolera la disidencia interna.
¿Cambiará la opinión pública?
Dicho esto, algunos observadores se preguntan cuánto tiempo podrá Putin contar con el apoyo de amplios segmentos del público ruso en medio de duras sanciones internacionales que han aislado a Rusia de la economía mundial y han reducido drásticamente el suministro de importaciones. La inversión occidental ha huido en gran medida del país. Sectores de la economía como la aviación, que durante mucho tiempo han dependido de aviones fabricados en EE.UU. o Europa, se han visto muy afectados.
Como señaló recientemente Clare Sebastian de CNN, Putin y sus tecnócratas han trabajado durante años para proteger la economía rusa de las sanciones, a través de la sustitución de importaciones (desarrollando reemplazos locales para bienes importados) y desarrollando un sistema de pagos para evitar el aislamiento financiero.
Y Rusia ha convertido el extraño cambio de marca de McDonalds y Starbucks en historias de resiliencia económica.
Pero un estudio reciente realizado por el Instituto de Liderazgo Ejecutivo de la Escuela de Administración de Yale pinta un panorama más terrible.
Los autores del estudio argumentan que Rusia no tiene la infraestructura para simplemente impulsar las exportaciones de energía como el gas natural a Asia, que los fabricantes rusos carecen de piezas de proveedores internacionales y que las estadísticas oficiales de Rusia están ocultando la profundidad de la retirada económica del país.
“A pesar de los delirios de autosuficiencia y sustitución de importaciones de Putin, la producción nacional rusa se ha paralizado por completo sin capacidad para reemplazar negocios, productos y talento perdidos”, dice el informe. “El vaciamiento de la base de producción e innovación nacional de Rusia ha llevado a precios altísimos y a la angustia de los consumidores”.
Aún así, el sistema financiero de Rusia no se ha derrumbado y la ansiedad de los consumidores no se ha traducido en disturbios políticos. Para Ucrania y sus partidarios, la conversación ahora se ha desplazado hacia la búsqueda de formas de infligir dolor a los rusos por su apoyo pasivo a Putin.
“Estamos trabajando en nuevas sanciones contra Rusia y en estimular a los ciudadanos del estado terrorista a sentir su parte de responsabilidad por lo que está sucediendo”, dijo el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en un discurso reciente. “La discusión sobre las restricciones de visa en Europa para los titulares de pasaportes rusos se expande cada día, se unen nuevos estados y nuevos políticos”.
No está claro si una prohibición de visas cambiaría en última instancia el comportamiento ruso. Algunos líderes europeos, en particular, el canciller alemán Olaf Scholz, se han mostrado reacios a respaldar una prohibición. Hablando en una conferencia de prensa reciente en Oslo, Scholz dijo a los periodistas que los líderes tenían que ser “muy claros” sobre el tema de la prohibición de visas, ya que las acciones en Ucrania son “la guerra de Putin” y “no la guerra del pueblo ruso”.
Y aunque Putin puede ser el que decide, tomando prestado un bushismo (de George W. Bush), también hay un Putin colectivo que lo apoya y ayuda a realizar sus políticas. Cualesquiera que sean las consecuencias económicas que enfrentan por las sanciones, los oligarcas leales a Putin no han roto filas.
“La guerra de Putin con Ucrania ha estado ocurriendo durante 6 meses”, escribió el líder opositor ruso encarcelado Alexey Navalny en lo que llamó un “hilo de ira” tras las rejas. “Desde el día 1, los líderes occidentales afirmaron con firmeza que los oligarcas y los sobornados por Putin enfrentarían sanciones inminentes y no escaparían esta vez. Pero lo hicieron”.
Es una imagen sombría, y sugiere que Putin, que ha sobrevivido antes al desaire de los líderes mundiales, está dispuesto a disputar un juego de largo aliento aquí. Tal vez esté contando con el hecho de que, durante los próximos seis meses, los europeos pagarán precios más altos por la energía, lo que podría aumentar la presión sobre los gobiernos para que presionen a Ucrania para que se someta a un acuerdo de paz. Puede que se acerque el invierno, pero los ucranianos también están luchando por su supervivencia nacional.