(CNN Español) – La temporada de huracanes en el Atlántico ha sido inusualmente tranquila hasta el momento. Hay al menos dos factores que lo explican: la cizalladura del viento y el aire seco. Sin embargo, según expertos, la situación podría cambiar pronto y rápido.
Hace exactamente 17 años, el 29 de agosto de 2005, el huracán Katrina tocaba tierra cerca de Nueva Orleans, cobrándose la vida de más de 1.800 personas y causando daños materiales que se cifraron en US$ 125.000 millones.
Hasta ahora, el panorama de 2022 no tiene punto de comparación. Desde que comenzó la temporada se han registrado tres tormentas con nombre en el Atlántico, Alex, Bonnie y Colin, y puede que ni siquiera las recuerdes, tal como explica aquí la meteoróloga Jennifer Gray. “Si parpadeaste, te lo perdiste. Colin se formó sobre tierra en Carolina del Sur y apenas sobrevivió unas 24 horas”, dijo al respecto.
La situación es excepcional. Este es apenas el quinto año desde 1950 en el que no se han formado tormentas con nombre en el período desde el 3 de julio al 26 de agosto, según Philip Klotzbach, meteorólogo de la Universidad Estatal de Colorado especializado en pronósticos de la temporada de huracanes del Atlántico.
¿Pero por qué?
Dos factores en juego: la cizalladura del viento y el aire seco
Hay dos factores que explican la tranquilidad en la cuenca atlántica en los meses de julio y agosto, según el meteorólogo Taylor Ward, del equipo de CNN.
Por un lado, hay una cizalladura del viento —o cortante del viento— por encima de lo normal. “La cizalladura del viento es el cambio de velocidad y fuerza del viento con la altura de la atmósfera. Los altos niveles de cizalladura del viento impiden que las perturbaciones tropicales se conviertan en sistemas bien organizados y también pueden desarmar los sistemas que se forman”, explicó.
El hecho de que se esté registrando una cizalladura por encima de lo normal es “sorprendente”, según Ward, porque el patrón de La Niña suele provocar el efecto contrario, es decir una reducción de la cizalladura sobre el Caribe y el Atlántico tropical.
Un segundo factor que influye es el aire seco que, al igual que la cizalladura del viento, “limita el crecimiento de la actividad de tormenta de las olas tropicales”, dijo Ward.
El aire seco, en este caso, es el resultado del polvo sahariano que sale de África y se desplaza por la cuenca atlántica.
El punto máximo todavía no llegó
El hecho de que hasta ahora la temporada haya sido tranquila no brinda garantías para los próximos meses. Según explicó Ward, el punto máximo de la temporada está a unas dos semanas de distancia (es el 10 de septiembre) y “las cosas pueden cambiar rápidamente”.
“En una temporada promedio, la gran mayoría de los huracanes mayores (de las categorías 3 a 5) se producen entre mediados de agosto y mediados de octubre, por lo que estamos entrando en el corazón de la temporada”, explicó.
Klotzbach, por su parte, también aseguró el viernes pasado que los indicios apuntan a que la actividad en el Atlántico será mayor o potencialmente mucho mayor en los próximos días.
Otro dato numérico es revelador: en los últimos cuatro años hubo, en cada caso, 10 o más tormentas con nombre después de 1 de septiembre.
Temporada por encima de lo normal
En la última actualización de las previsiones para la actual temporada de huracanes, que es del 4 de agosto, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) dijo que aún se esperaba una temporada por encima de lo normal.
Para ese entonces ya había sido un arranque menos activo en comparación de los últimos dos años pero, incluso así, la probabilidad de una temporada superior a la media se cifraba en un 60%. El pronóstico de la agencia fue de entre 14 y 20 tormentas con nombre.
Esta cifra, no obstante, representaba una pequeña disminución en comparación con la previsión de mayo, donde se preveían entre 14 y 21.
“Aunque el comienzo de la temporada de huracanes ha sido relativamente lento, sin que se hayan desarrollado tormentas importantes en el Atlántico, esto no es inusual y, por lo tanto, no podemos permitirnos bajar la guardia”, dijo a comienzos de agosto Deanne Criswell, la administradora de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglos en inglés), cuando la NOAA actualizó sus previsiones en agosto. “El próximo Ida o Sandy podrían estar al acecho”, remató.
Con información de Jennifer Gray, Taylor Ward, Allison Chinchar y Payton Major de CNN.