CNNE 1260652 - diana revenge dress

Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades durante varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento, productora de cine y columnista de estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion

(CNN Español) – Todas las mujeres del mundo debían tener un “revenge dress” como el que llevó la princesa Diana en 1994 a una cena de caridad en el Serpentine Gallery de Londres ¡la misma noche que su marido — el príncipe Carlos —, en una sorprendente entrevista televisiva, confesaba haber sido infiel y admitía que su matrimonio con Diana estaba irremediable roto!

Y como Diana ya había sido avisada del contenido de la entrevista —esa misma noche usó su sexy vestido negro de seda— diseño de Christina Stambolian, para demostrar su estado de ánimo. Para demostrar que su vida sin Carlos era lo que ella deseaba —y aquella noche estaba feliz, guapísima y su mayor ‘venganza’ de las infidelidades de su marido era la imagen que proyectó a todos. ¡Nunca había lucido más bella y feliz! Y —al fin— era ‘ella’, libre de la imagen de vuelos, ‘suits’ tres tallas más grandes y sombreros estrambóticos que el protocolo real muchas veces le imponía.

Un excelente nuevo libro de la periodista Eloise Moran —“The Lady Di Look Book”— explica algo que siempre he intuido: que Diana de Gales nos ‘hablaba’ a través de la ropa que llevaba en las distintas etapas de su vida. Que con su ropa dejaba saber cómo se sentía.

Desde que primero la conocimos a los 19 años, muy estilo “Sloane Ranger” de las ‘chicas bien’ de la época —con su discreta ropa de maestra de kindergarten, con faldas y cárdigans muy ingleses y modestos— pasando después, cuando ya estaba comprometida con Carlos, por la Diana vestida “apropiadamente”, con enormes trajes de chaqueta y vestidos de fiesta superococó. Todo esto aconsejado por la reina madre Isabel —quien la llevó a vivir en su mansión oficial para entrenarla en la vida de la realeza y el protocolo real— y de quien era dama de honor su abuela materna, Ruth, la baronesa de Fermoy.

¡Y recuerden que hasta su grandioso vestido de novia, con una cola de más de 7 metros y un velo con 130 metros de tul —diseño de Elizabeth y David Emanuel que tenía infinidad de vuelos y docenas de lazos, y que en 1991 costó un equivalente de unos US$ 12.000— es ejemplo perfecto de esta etapa!

Hasta que, poco a poco, —ya casada y enterada de que Carlos la estaba engañado con Camilla Parker-Bowles y padeciendo de bulimia— Diana comienza a vestir más casual, usando su ropa de gimnasio, y zapatillas deportivas. Tiene sus propios romances y la moda parece no ser importante en su vida. Y solo en funciones oficiales y viajes, vemos que va cambiando su estilo —como cuando fue retratada sola y con expresión triste con un vestido más moderno dos piezas rojo y morado— en una visita al Taj Mahal en la India.

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Más tarde —a lo largo de los años y ya divorciada— vemos a Diana con su icónica camisa blanca de hombre y jeans. ¡Un look que le quedaba regio y se le veía era muy suyo! Y con ropa más sencilla, que proyectaba una imagen más favorecedora y más de acuerdo con su edad —como aquellos vestidos largos, tipo columnas, rectos y escotados, que resaltaban lo alta y guapa que era. ¡Y así fue que la vimos con el “revenge dress” ese día de verano del 29 de junio de 1994!

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Lo más curioso es que ella había comprado el vestido —tal como explicó su diseñadora— dos años antes y no lo había usado por considerarlo “demasiado atrevido”. Pero cuando se bajó del carro con aire sexy —los hombros al aire, falda corta, paso atlético y sus largas piernas con medias “off black” y altos tacones de satén— esos 30 segundos captados por docenas de fotógrafos ¡lanzaron la nueva imagen de la princesa de Gales! La Diana sexy, segura de sí misma y feliz.

A partir de ese momento, el estilo de Diana impactó profundamente la moda. El “revenge dress” fue copiado —y sigue siendo copiado— por fabricantes de ropa de todo el mundo —y hasta diseñadoras famosas como Norma Kamali, tiene una exitosa línea llamada The Diana Dress inspirada en ese look.

Y a partir de entonces, y muy en especial de 1995 en adelante, comenzó a usar vestidos rectos, angostos, con escotes cuadrados y tirantes —y unos trajes de chaqueta ceñidos y de corte perfecto creados por su amigo Gianni Versace—, y los que tenía en blanco, azul pálido, naranja y bordados en cuentas color plata, Diana estableció la imagen perfecta. La imagen de una mujer joven y decidida, a cargo de su vida y con un aplomo que mantendría hasta el último día de su vida, el 31 de agosto de 1997.

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Yo la conocí en esos años finales. Un día éramos un reducido grupo de editoras escogidas para saludarla en el “backstage” de una entrega de premios de moda en el Lincoln Center en Nueva York. Llevaba un vestido largo, recto con escote en U, su “choker” de perlas en el cuello y el pelo corto y con un “look” mojado, hacia atrás. Su piel —típica “English Rose”— resplandecía y el cutis —sin apenas maquillaje— le lucía perfecto. En persona parecía mucho más joven y proyectaba un carácter espontáneo y muy amable. ¡Y me impresionó tanto su cálido y fuerte apretón de manos! Era sin duda una princesa superestrella.

Después la volví a ver dos o tres veces más. Siempre sonriente, cálida con todos, muy genuina… Y recuerdo como si fuera hoy el día de su muerte. Yo había llevado a mi hija al nuevo curso de su universidad en Williamstown, Massachusetts, y en un simple motel de carretera vimos la noticia en CNN. ¡Qué horror! ¡Qué tristeza! ¡Parecía imposible!

Con solo 36 años, Diana de Gales dejaba este mundo —cuando tenía toda una vida por delante— y el amor de esos dos hijos que adoraba y la adoraban. Ahora han pasado 25 años desde ese día. Y su leyenda y el amor del público continúa. ¡Y hasta ha crecido aún más!