(CNN) – Según Benjamin Franklin, “invertir en conocimiento produce siempre los mejores beneficios”, pero, para muchos estudiantes estadounidenses, la inversión que hacen en educación universitaria se traduce en una deuda financiera que les ata al sistema bancario durante décadas.
En la actualidad, un año en una universidad privada de Estados Unidos cuesta en promedio US$ 38.070, en tanto en una universidad pública cuesta US$ 10.740 cada año, pero puede ser mucho más alto para quienes llegan de estados diferentes de donde se encuentra la alma mater.
Yeniffer Torres estudió Historia del Arte en su natal Cuba, llegó a los Estados Unidos hace casi 8 años y decidió ampliar sus conocimientos a través de una maestría en Marketing Digital con el fin de abrirse puertas profesionales en su nuevo país de residencia.
Ella es una de las 43 millones de personas a las que la administración del presidente Joe Biden decidió condonar parte de su deuda estudiantil, lo que podría costarle al país casi US$ 300 millones, según el modelo de presupuesto de Penn Wharton.
Cuando Torres se graduó en el año 2018 apenas lograba pagar los intereses de cada mensualidad pues las oportunidades laborales no se presentaron como ella lo esperaba, después de cursar la maestría y ser una de las mejores alumnas de la generación. Aunque mejoró su nivel de inglés, empezó a dudar si su maestría fue una buena inversión. “No creo que le haya sacado tanto provecho al máster realmente, pensé que me iba a abrir mayores puertas, pero no lo hizo, entonces una se plantea, tengo una deuda de US$ 30.000 por algo que no le ha sacado el provecho”, asegura Torres.
Con el inicio de la pandemia en marzo del 2020, su deuda fue congelada al igual que la de miles de estudiantes. Ahora, espera con ansias su parte de la condonación que será un bálsamo a un saldo pendiente que en momentos se ha vuelto para ella impagable. “Creo que el interés es lo que más afecta a las personas, es demasiado alto, yo tengo un 6% de interés”, dice. Una vez que reciba la dispensa financiera, planea refinanciar la deuda, para que sus cuotas sean más bajas.
La decisión del gobierno federal ha causado una vorágine de opiniones, pues muchos creen que este plan aumentará la inflación ya existente en el país. Por ejemplo, el senador Marco Rubio criticó la condonación y aseguró que esta será “una carga injusta para las familias trabajadoras”.
Por otro lado, según un análisis de Moody’s Analytics, la decisión de condonar parte de la deuda se cruza con la decisión de levantar el congelamiento de pagos de la deuda estudiantil federal desde inicios de la pandemia, lo que significa que el impacto en la economía podría ser muy pequeño. Sin embargo, significará una gran diferencia para las personas como Torres, que verán eliminadas buena parte del total de su carga financiera.
Para Matías Ríos, experto en planeación financiera, el alivio estudiantil que dará el gobierno es acertado ya que se reduce el gasto mensual de las familias que tienen este tipo de deudas, provocando un impacto positivo en un momento en que la economía se encuentra en recesión. “El gobierno está llamado a invertir los recursos federales de la manera que más le convenga a la comunidad. No puedo imaginar una mejor manera de invertir los recursos que financiando y facilitando la educación”, asegura el experto.
Torres, por su parte, dice que obviamente tomará esta oportunidad, aunque entiende la preocupación de quienes temen un mayor deterioro en la economía nacional; no obstante, pone sobre la mesa un tema que ella considera el principal problema de todos: el costo de la educación universitaria en Estados Unidos. La deuda que adquirió para estudiar su maestría fue por US$ 30.000. “Yo no creo que los recursos que se han usado para mi máster hayan costado US$ 30.000, yo creo que hay que hacer un balance, yo creo que la educación aquí es muy cara, si comparas con España, por ejemplo, un máster te puede costar 2.000 o 3.000 euros”, enfatiza Torres.
Ella no es la única que piensa de esa manera, Marc Goldwein, director senior de Políticas del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, le dijo a CNN que lo que realmente se necesita es “que la universidad sea asequible, no enviar un regalo de US$ 10.000 a personas que ya tienen, en muchos casos, títulos avanzados”.
En tanto, el senador Rubio ha propuesto eliminar los intereses de los préstamos federales estudiantiles, para reemplazarlos con un monto no compuesto que sería pagado durante la vigencia del préstamo.
De acuerdo con un análisis del Departamento de Educación citado por la Casa Blanca, el promedio de deuda estudiantil con el que se gradúa de la universidad un estudiante es casi de US$ 25.000.
Sin embargo, para Ríos un préstamo estudiantil es una inversión que retornará a lo largo de su vida laboral que podría ser de 20 a 30 años, de tal forma que, aunque sea costoso, es necesario verlo como un proyecto a largo plazo, dice.
Cuando Torres se graduó, intentó encontrar trabajo en su nueva carrera de Marketing Digital, pero no lo logró. Su falta de experiencia laboral en la rama y la necesidad de pagar sus gastos personales y familiares le jugaron en contra de este objetivo. Así que decidió entrar en el mundo de las ventas y la exportación, y hoy tiene un trabajo que le satisface en muchos aspectos de su vida personal y profesional, a pesar que poco o nada aplica lo aprendido en su maestría, razón por la cual su paso por la universidad se reduce a un orgullo propio. “Es una satisfacción personal el haber estado en una universidad estadounidense, pero eso no quita que tenga US$ 30.000 de deuda”, lamenta.