(CNN) – Uno esperaría que la capacidad de aburrimiento de los niños se viera acompañada de un apetito por todo lo nuevo, si tan solo la crianza fuera así de fácil. Probar cosas nuevas es difícil para muchos niños, ya sea que se trate de comida, una actividad o una habilidad diferente. Les gusta lo que conocen y saben lo que les gusta.
La pandemia sin duda no ayudó.
El acceso a la novedad y a lo desconocido se cortó estos últimos años. Hubo menos exposición a la cocina de otras personas, se limitaron las actividades extracurriculares y los viajes, y se redujeron las citas de juego con nuevos amigos cuyas casas tienen olores, comidas y reglas diferentes, entre otras oportunidades perdidas. Para empeorar las cosas, el covid-19 convirtió el mundo en un lugar más aterrador, donde todas las cosas nuevas y desconocidas venían acompañadas de un riesgo adicional de enfermar.
“Cuando los niños están ansiosos, tienden a preferir la previsibilidad, la familiaridad y la repetición, y no les gusta la incertidumbre, la imprevisibilidad y el cambio. Esas tres últimas palabras son una parte importante de la vida en la pandemia”, dijo Eli Lebowitz, director del Programa de Trastornos de Ansiedad del Centro de Estudios Infantiles de Yale y autor de “Breaking Free of Child Anxiety and OCD: A Scientifically Proven Program for Parents”.
“Todos los niños han sufrido pérdidas, ya sea de su vida normal, del sustento de su familia o de sus seres queridos”, dijo Lebowitz. “No es sorprendente que veamos a los niños aislarse en los lugares donde sí tienen control”.
Una de mis principales tareas como madre es exponer a mis hijos a una gran variedad de personas y experiencias. Lo hago con la esperanza de que se conviertan en personas más abiertas, que recojan un amplio espectro de colores con los que puedan pintar la historia de sus vidas.
Por desgracia, todos estamos un poco oxidados. Los niños necesitan que se les anime a salir y experimentar el mundo, y los padres y cuidadores necesitan ayuda para saber cómo proporcionarles esa ayuda sin que se sientan inseguros o sobreexpuestos. Ese equilibrio requiere reflexión e intención, algo que, afortunadamente, no es imposible de conseguir.
He aquí algunos consejos aprobados por expertos sobre cómo hacer que tus hijos prueben cosas nuevas sin temor.
Empieza con algo conocido
Elige algo que a tus hijos ya les guste o se les dé bien y empújalos a probarlo en un entorno nuevo o de forma ligeramente diferente, dice Maurice J. Elias, profesor de Psicología de la Universidad de Rutgers y coautor de “Emotionally Intelligent Parenting: How to Raise a Self-Disciplined, Responsible, Socially Skilled Child”.
“Queremos que nuestros hijos se sientan seguros de sus puntos fuertes y utilicen eso como trampolín para intentar algo nuevo. ¿En qué son buenos nuestros hijos? ¿En qué se sienten cómodos? ¿Cómo podemos ayudarlos a avanzar en eso?”, dijo. Por ejemplo, “si tocan un instrumento musical, ¿cuál es otro lugar donde pueden tocar ese instrumento?”.
No hay necesidad de aprender un nuevo instrumento, en sentido figurado y metafórico, es solo una oportunidad para empujar a su hijo a probar algo nuevo con la habilidad o afición que conoce.
Las rutinas son tus amigas
A veces, una cosa nueva funciona mejor cuando forma parte de una cosa vieja. Esta es una táctica especialmente útil con los niños neurodiversos, así como con otros que son reacios al cambio, dice Karen VanAusdal, directora principal de Prácticas de la organización Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning, con sede en Chicago.
“Las rutinas y los rituales pueden ser muy reconfortantes y útiles”, dijo. “Creo que hay que mantenerlas y luego estirar una parte [de ellas] para añadir algo nuevo, al tiempo que se permite al niño la voluntad y el poder de decidir si quiere hacerlo”.
Este es un pequeño ejemplo propio: mis hijos y yo solemos salir a comer comida coreana los jueves por la noche. Hace poco, probamos un nuevo restaurante donde la comida era un poco diferente. A ellos, para mi sorpresa, no les importó. La idea de comer juntos en un restaurante coreano les resultaba tan segura, emocionante y familiar que estaban dispuestos a probar alimentos que nunca antes habían probado.
Haz una lista
Pregúntale a tu hijo qué cosas nuevas quiere probar, o pídele que escriba una lista, dice VanAusdal. Ayúdele a averiguar qué es lo que le preocupa cuando evita cosas nuevas, ya sea una pijamada en casa de un amigo o un nuevo platillo de pasta.
A veces el acto de identificar y nombrar los miedos puede ayudar a disminuirlos. Es una forma de sentirte a cargo de tus emociones y de comprender la conexión entre sentimientos, pensamientos y acciones.
“Como parte de esta conversación, puedes pedirles que hagan un ejercicio en el que se imaginen haciendo algo que les gusta hacer. Y luego pídeles que piensen en si nunca lo hubieran intentado”, explica. “Les ayudará a ver cómo, aunque puede haber un pequeño riesgo [al hacer cosas nuevas], la recompensa puede ser enorme”.
Empatizar y animar
Lebowitz anima a los padres y cuidadores a que practiquen tanto el reconocimiento de los miedos de sus hijos como la expresión de la certeza de que su hijo puede hacer frente a la tarea. Ambas cosas son igualmente importantes, dice, y no siempre son intuitivas. Algunos se inclinan por decir a los niños que algo que temen no da miedo, lo que puede invalidar sus emociones. Otros se inclinan por consolarles y decirles que no pasa nada si no quieren hacer algo que les asusta, lo que puede validar sus miedos.
“Comunica aceptación. Reconozca que algo puede ser aterrador, angustioso, incómodo o difícil”, dice Lebowitz. Su consejo: diles directamente que sabes que esto les da miedo o es difícil. Haz que esté bien. Pero no te detengas ahí.
Es importante proyectar confianza en tu hijo, añadió Lebowitz. “Dile que crees que tiene la capacidad de manejar esos desafíos y tolerar la incomodidad, las preocupaciones o los sentimientos negativos” que pueden surgir al hacer cosas nuevas o que dan miedo.
Los padres y cuidadores son como espejos para los niños, dijo, y “si el reflejo que crean los padres es vulnerable, débil o incapaz, así es como se ven a sí mismos”.
Considera si están haciendo lo suficiente
Los padres y cuidadores también deberían reflexionar por su cuenta, dice Lebowitz. ¿Necesita realmente su hijo probar el tofu, las artes marciales o quedarse a dormir en casa de la abuela? O, tal vez, ¿lo está haciendo perfectamente, imperfectamente, bien?
Lebowits afirma que es útil concebir este proceso a través de la lente de la comida. ¿Su dieta es tan restringida que está perjudicando su salud? O bien, ¿llevan una dieta mayormente equilibrada que tú, como padre, desearías que fuera más aventurera, pero que no supone ningún riesgo para su bienestar?
“Realmente importa cuál sea. Si tu hijo funciona en general, hace lo básico, tiene algunos amigos, entonces aliéntalo, pero no te estreses demasiado por todo lo que no hace”, dice Lebowitz. “A veces hacer eso nos impide centrarnos en las cosas que sí están haciendo”.
– Elissa Strauss cubre temas de la cultura y la política de la paternidad. Su libro sobre el poder radical de la paternidad y el cuidado se publicará en 2024.