(CNN Español) – Para los habitantes de Jojutla, en el estado de Morelos, el 19 de septiembre de 2017 marcó un antes y un después: un terremoto devastó la ciudad, destruyendo viviendas, plazas, colegios y otros espacios de encuentro para la comunidad, como el Santuario del Señor de Tula, ubicado en un complejo con cinco siglos de historia.
Con el apoyo de reconocidos arquitectos mexicanos, la ciudad echó a andar un proyecto para reconstruir los espacios públicos. Uno de los resultados de esos esfuerzos es el nuevo Santuario del Señor de Tula, un proyecto en el que participó el arquitecto Francisco Franco junto con Dellekamp / Schleich + AGENdA Agencia de Arquitectura.
En diálogo con CNN en español, Franco recuerda que, cuando llegó a Jojutla después del temblor, la iglesia parecía íntegra de afuera. Pero al entrar quedaba claro que “se iba a caer en cualquier momento”. “Parecía que no tenía reparación y había muy poca fe de que esto iba a cambiar algún día”, dice.
Pero cambió. El resultado de su trabajo es una capilla abierta con un diseño fuera de lo común que, a través de un piso escalonado, permite a los fieles y visitantes “ir descendiendo al interior de la iglesia”, en palabras de su arquitecto. El objetivo era que, “de alguna manera, el interiorizarte también te desconectaba del contexto urbano y te daba esa sensación de estar realmente integrado al oficio o a la celebración”.
En el proceso de la construcción —que estuvo a cargo trabajadores de la región de Jojutla— no todo fue color de rosa. Cuando los habitantes de la ciudad vieron que estaban comenzando a destruir la vieja iglesia se sintieron frustrados, recuerda Franco. Sin embargo, pudieron establecer un canal de comunicación sincero para presentar el proyecto y “la gente de alguna manera aceptó este reto de cambio”.
Los encargados del proyecto apostaron por dos materiales que son de uso común en la arquitectura mexicana: el tabique rojo y el concreto. El tabique rojo, de carácter cálido, permitió a la población conectar con un material que se ha utilizado muchísimo en el país. Y el concreto, por otra parte, da “cierta paz” porque tiene una connotación de “fortaleza, de seguridad”.
Y así se integró el nuevo Santuario del Señor de Tula en un complejo en el que también se encuentran algunas de las construcciones tempranas del Virreinato, como la capilla de Guadalupe, de 1570, y la de San Miguel, de 1640 aproximadamente.
Para Franco, uno de los arquitectos involucrados en el nuevo Santuario del Señor de Tula, la autoría de este espacio es colectiva. “Yo creo que la autoría viene en función de todos aquellos que participaron directa o indirectamente. Creo que ese es uno de los grados de valor que este tipo de proyectos aportan a la sociedad”.