(CNN Español) – Gabriel García Márquez calificó el periodismo como “el mejor oficio del mundo”.
“El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”.
A 40 años de que la Academia sueca le otorgara el Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, y advirtiendo que este hecho cambió radicalmente la mirada sobre nuestro continente, teniendo en cuenta que su escritura marca un antes y un después en el modo de contar historias endémicas, únicas y delirantes, convirtiéndose en muestrario de nuestra tradición cultural, hablaremos hoy de la trascendencia de su legado para quienes, a diario, se enfrentan a esa otra narrativa: el arte de hacer periodismo en América Latina.
¿Cómo separar la obra periodística de la literatura que lo llevó a ganar el Nobel? Fórmulas literarias dentro del periodismo, descarnadas historias encontradas en sus crónicas llevadas a literatura conforman el paisaje interior que críticos y académicos siguen estudiando y desmembrando en la infinita obra del autor nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia.
Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo, responde a nuestras interrogantes en La pregunta audaz.
1- ¿Qué es la Fundación Gabo? ¿Cuáles fueron los motivos de su nacimiento y hasta qué punto Gabo se involucró en ese proceso?
La Fundación Gabo es la obra viva del ganador del Nobel de Literatura de 1982 que se escribe día a día. Su germen está en su proyecto de un periódico que nunca llegó a nacer: El otro, un diario nacional para Colombia en el cual iba a invertir la plata de ese premio. En una entrevista de 1983, el mismo año en que lo conocí en Barranquilla, García Márquez se atrevió a decir: “No quiero que se me recuerde por “Cien años de soledad”, ni por lo del Premio Nobel, sino por el periódico. Nací periodista y hoy me siento más reportero que nunca. Lo llevo en la sangre, me tira. Además, quiero que hagamos el mejor diario de América Latina, el mejor informado, el más veraz, el más exacto. Que nunca nos rectifiquen”.
Diez años después Gabo volvió a la carga, cuando, en una noche de diciembre de 1993 en Barranquilla, me expuso su idea: hacer talleres con periodistas, y me pidió que lo ayudara a desarrollarla. Después de una planeación concienzuda de seis meses, creamos en Cartagena en 1994 la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Acepté su invitación de asumir la dirección y me retiré del canal regional Telecaribe. Por su parte, él llevó la presidencia de la Fundación hasta su fallecimiento, guió nuestro arranque, ayudó a conseguir maestros, aliados y recursos, financió en parte el presupuesto de los primeros años, pero sobre todo se dedicó gozosamente a experimentar sus teorías educativas con unos talleres memorables de reportaje, crónica y periodismo judicial. De todo ello hizo un relato pormenorizado en el discurso que dio en 1996 ante la asamblea de la SIP en Los Ángeles, California, titulado “El mejor oficio del mundo”.
Han pasado 27 años desde que hicimos el primer taller. Ahora nos llamamos Fundación Gabo y somos una institución consolidada en la que trabaja un grupo permanente de 30 colaboradores, con la orientación de una junta directiva internacional de la cual hacen parte Rodrigo y Gonzalo García Barcha, los hijos de Gabo. Nos planteamos como misión fomentar ciudadanos activos y mejor informados, mediante la formación y estímulo a los periodistas y la promoción en distintos públicos del uso ético, creativo y dialogante del poder de investigar, contar y compartir historias, inspirados en el legado de Gabo y en su método de taller. Tratamos de ser fieles a la visión estratégica de García Márquez, pero actualizándola a la realidad de los cambios en el ecosistema de la comunicación y la sociedad en general. Mantenemos un programa anual de actividades que ha beneficiado y conectado a miles de periodistas de América Latina y la península ibérica mediante talleres y seminarios presenciales y virtuales, premios, becas, publicaciones, contenidos digitales y servicios en línea y nuestro máximo evento, el Festival Gabo.
2- ¿Cuál fue tu relación de amistad con Gabo el escritor? ¿Cuál con el periodista y qué es lo que más recuerdas del ser humano?
Cuando conocí a Gabo a mis 25 años de edad fui desafiante y casi que altanero en mis argumentos hacia él, pero esa actitud no lo molestó, sino por el contrario sirvió para detonar una amistad. Cuando empezamos a trabajar, me integró a su ámbito íntimo con gran afecto, al igual que su esposa Mercedes. Gabo era para mí modelo de caballero Caribe de gran dignidad, valores y logros. En su estilo combinaba cheveridad y rigor, o sea, gozón y mamador de gallo, pero, ante todo, disciplinado y orientado a resultados. Mantenía una actitud democrática de bonhomía e igualitarismo en las relaciones interpersonales, pero era extremadamente celoso de su privacidad, educado y cuidadoso en el trato con los demás. Su pragmatismo le llevaba a repetir las palabras cargadas de sentido común de su madre Luisa: “Lo mejor es lo que pasa”. Un día me dijo: “Te autorizo a que uses mi nombre ante terceros para lo que consideres necesario y conveniente para la Fundación, pero con una condición… que nunca te equivoques”. Mi esfuerzo ha sido por interpretar con lealtad la visión y valores de ese gran hombre, estar a la altura de la responsabilidad que me confirió y gozar el día a día de lo que hacemos con un equipo joven, en interacción con algunas de las personas más interesantes de América Latina, para formar, inspirar, conectar e impulsar talentos.
3- En estos 40 años del Nobel, ¿cuáles son las actividades que realizará el Festival y qué le espera a la Fundación en los próximos años?
Vamos a celebrar los 40 años del Nobel entre el 21 y 23 de octubre en Bogotá, ciudad que fue muy importante para el desarrollo de Gabriel García Márquez como periodista. Allí se formó como reportero y enviado especial en El Espectador y además adelantó varias de sus iniciativas periodísticas como el noticiero QAP y la revista Cambio. Traemos a la capital de Colombia la 10ª edición del Festival Gabo, nuestro gran encuentro anual de periodismo, cultura y ciudadanía de los países de lengua española y portuguesa. El viernes 21, día exacto del aniversario del anuncio del Nobel, entregaremos el Premio en memoria de Gabo al cronista Juan Villoro, por la excelencia de su obra y trayectoria, y a los autores de las mejores historias del periodismo iberoamericano en cinco categorías de concurso.
Con eso damos inicio a tres días de festival en el Gimnasio Moderno de Bogotá y la red de bibliotecas de la ciudad, con 125 eventos que incluyen charlas, talleres, conciertos y exposiciones. No es un congreso profesional ni un simposio académico, sino más bien una fiesta ciudadana alrededor de los ideales del periodismo y la práctica de un periodismo de futuro que ya está entre nosotros: periodismo libre, independiente, innovador, emprendedor, ético, creativo, que sabe usar la tecnología, comprometido ante todo con sus audiencias y muchas veces dedicado a causas de cambio social, ambiental o de otro tipo en su agenda informativa. Aquí la clave es distinguirse del proselitismo y el activismo comunicacional, en el sentido de reconocer que la información periodística debe ser asumida como un bien público, siempre que sea basada en hechos verificados.
El futuro de la fundación gira alrededor de promover ese periodismo, pero también contribuir a que las nuevas generaciones utilicen mejor el poder de comunicar historias, construir y encontrar soluciones a los problemas acuciantes que atravesamos, en vez de dividir o sembrar el odio. Finalmente nos corresponde profundizar, estudiar, difundir e impulsar proyectos alrededor de la apropiación colectiva y el aprovechamiento del legado y la memoria sobre la vida y obra de Gabriel García Márquez como activo de desarrollo social y cultural, para que el mundo sea mejor.
Al final de esta entrevista a Jaime Abello, me pregunto cómo hizo el periodista Gabriel García Márquez para no contaminar su obra literaria con la pesada carga de realidad que llegaba a sus manos en la redacción de un periódico y cómo logró sus grandes crónicas periodísticas sin edulcorar la verdad con demasiada poesía. Para dar respuesta a esta pregunta solo existe una salida, leer las obras completas del Premio Nobel de literatura 1982.