(CNN) – Como declaración de intenciones, fue lo más directo posible.
Corea del Norte ha desarrollado armas nucleares y nunca desistirá de ellas, dijo al mundo su líder, Kim Jong Un, el mes pasado.
El movimiento es “irreversible”, dijo; las armas representan la “dignidad, el cuerpo y el poder absoluto del Estado” y Pyongyang continuará desarrollándolas “mientras existan armas nucleares en la Tierra”.
Puede que a Kim le guste el lenguaje colorido, pero vale la pena tomar en serio su promesa, que convirtió en ley. Hay que tener en cuenta que estamos ante un dictador que no puede ser expulsado del poder por la votación popular y que, generalmente, hace lo que dice que hará.
También hay que tener en cuenta que Corea del Norte ha realizado un número récord de lanzamientos de misiles este año (más de 20), afirma que está desplegando armas nucleares tácticas (algo que CNN no pudo confirmar de forma independiente), y también se cree que está listo para una séptima prueba nuclear subterránea.
Todo esto ha llevado a un número creciente de expertos a preguntarse si ahora es el momento de llamar a las cosas por su nombre y aceptar que Corea del Norte es, de hecho, un Estado nuclear. Hacerlo implicaría renunciar de una vez por todas a las esperanzas optimistas —algunos dirían ilusorias— de que el programa de Pyongyang está de algún modo incompleto o de que Kim aún podría ser persuadido para que lo abandone voluntariamente.
Como dijo Ankit Panda, miembro senior de Stanton en el programa de política nuclear del Fondo Carnegie para la Paz Internacional: “Simplemente tenemos que tratar a Corea del Norte como es, en lugar de como lo que nos gustaría que fuera”.
Decir lo que no se puede decir
Desde un punto de vista puramente fáctico, Corea del Norte tiene armas nucleares, y pocos de los que siguen de cerca los acontecimientos cuestionan ese hecho.
Una columna reciente de Nuclear Notebook del Bulletin of the Atomic Scientists estimó que Corea del Norte puede haber producido suficiente material fisionable para construir entre 45 y 55 armas nucleares. Además, las recientes pruebas de misiles sugieren que tiene varios métodos para lanzar esas armas.
Sin embargo, reconocer públicamente esta realidad conlleva múltiples peligros para países como Estados Unidos.
Una de las razones más convincentes para que Washington no lo haga es su temor de desencadenar una carrera armamentística nuclear en Asia.
Corea del Sur, Japón y Taiwán son solo algunos de los vecinos que probablemente querrían igualar el estatus de Pyongyang.
Pero algunos expertos dicen que negarse a reconocer la capacidad nuclear de Corea del Norte, frente a la evidencia cada vez más obvia, tiene pocos efectos tranquilizando a estos países. Más bien, la impresión de que los aliados tienen la cabeza bajo tierra puede ponerlos más nerviosos.
“Aceptémoslo, Corea del Norte es un estado con armas nucleares, y Corea del Norte tiene todos los sistemas de lanzamiento necesarios, incluidos ICBM (misiles balísticos intercontinentales) bastante eficientes”, dijo Andrei Lankov, profesor de la Universidad Kookmin en Seúl y una autoridad académica preeminente sobre Corea del Norte.
La solución israelí
Algunos sugieren que un mejor enfoque podría ser tratar el programa nuclear de Corea del Norte de manera similar al de Israel, con una aceptación tácita.
Esa es la solución que prefiere Jeffrey Lewis, profesor adjunto en el Centro James Martin para Estudios de la No Proliferación en el Instituto de Estudios Internacionales de Middlebury en Monterey.
“Creo que el paso crucial que (el presidente de Estados Unidos, Joe) Biden debe dar es dejar en claro, tanto a sí mismo como al Gobierno de Estados Unidos, es que no vamos a lograr que Corea del Norte se desarme y eso es fundamentalmente aceptar a Corea del Norte como un país nuclear. No es necesario que reconocerlo legalmente”, dijo Lewis.
Tanto Israel como India ofrecen ejemplos de a lo que Estados Unidos podría aspirar al tratar con Corea del Norte, agregó.
Corea del Norte realizó lo que llamó pruebas de misiles nucleares “tácticos”, que fueron personalmente “guiados” por Kim Jong Un entre el 25 de septiembre al 9 de octubre.
Israel, del que se cree ampliamente que comenzó su programa nuclear en la década de 1960, siempre ha defendido la ambigüedad nuclear mientras se niega a ser parte del Tratado de No Proliferación Nuclear. India, por su parte, abrazó la ambigüedad nuclear durante décadas antes de abandonar esa política con su prueba nuclear de 1998.
“En ambos casos, Estados Unidos sabía que tenían la bomba, pero el trato era que si no hablas de eso, si no lo conviertes en un problema, y si no causas problemas políticos, entonces no vamos a responder. Creo que ese es el mismo lugar al que queremos llegar con Corea del Norte”, dijo Lewis.
Desnuclearización: “Como perseguir un milagro”
Sin embargo, en la actualidad, Washington no muestra signos de abandonar su enfoque de intentar persuadir a Pyongyang para que renuncie a sus armas nucleares.
De hecho, la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, lo subrayó durante una visita reciente a la DMZ, la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur.
“Nuestro objetivo compartido, Estados Unidos y la República de Corea, es una desnuclearización completa de la península de Corea”, dijo Harris.
Puede que ese sea un objetivo digno, pero muchos expertos lo ven cada vez menos realista.
“Nadie está en desacuerdo con que la desnuclearización sería un resultado muy deseable en la península de Corea; el problema es que simplemente no es manejable”, dijo Panda.
Un problema que se interpone en el camino de la desnuclearización es que la mayor prioridad de Kim es garantizar la supervivencia de su régimen.
Y si no estaba ya lo suficientemente paranoico, la invasión rusa a Ucrania (en la que una potencia nuclear ataca a una potencia no nuclear) habrá servido como un refuerzo de su creencia de que “las armas nucleares son la única garantía fiable de seguridad”, dijo Lankov, de la Universidad Kookmin.
Intentar convencer a Kim de lo contrario parece imposible, ya que Pyongyang ha dejado en claro que ni siquiera considerará comprometerse con una Administración estadounidense que quiera hablar sobre la desnuclearización.
“Si Estados Unidos quiere hablar sobre la desnuclearización, (Corea del Norte) no va a hablar y si los estadounidenses no hablan, (Corea del Norte) lanzará cada vez más misiles y mejores misiles”, dijo Lankov. “Es una elección simple”.
También existe el problema de que si los cada vez más preocupados vecinos de Corea del Norte concluyen que el enfoque de Washington no va a ninguna parte, podría provocarse la carrera armamentista que Estados Unidos quiere evitar.
Cheong Seong-chang, investigador principal del Instituto Sejong, un grupo de expertos coreano, se encuentra entre el creciente número de voces conservadoras que piden a Corea del Sur que construya su propio programa de armas nucleares para contrarrestar el de Pyongyang.
Los esfuerzos para evitar que Corea del Norte desarrolle armas nucleares “terminaron en un fracaso”, dijo, “e incluso ahora, perseguir la desnuclearización es como perseguir un milagro”.
¿Estaba Trump en el camino correcto?
Aún así, por remoto que parezca el sueño de la desnuclearización, hay quienes dicen que la alternativa —aceptar el estatus nuclear de Corea del Norte, aunque sea sutilmente— sería un error.
“Básicamente (estaríamos) (diciéndole a) Kim Jong Un, después de todo este tira y afloja, (que) simplemente obtendrá lo que quiere. La pregunta más importante (entonces), por supuesto, es: en qué situación deja eso a toda la región?” dijo Soo Kim, un exagente de la CIA que ahora es investigador en el grupo de expertos estadounidense RAND Corporation.
Eso deja otra opción abierta para el gobierno de Biden y de sus aliados, aunque puede parecer poco probable en el clima actual. Podrían buscar un acuerdo en el que Pyongyang ofrezca congelar su desarrollo de armas nucleares a cambio de un alivio de las sanciones.
En otras palabras, algo parecido al trato que Kim le ofreció al entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en su cumbre en Hanoi, Vietnam, en febrero de 2019.
Esta opción tiene sus partidarios. “Un congelamiento es una manera realmente sólida de comenzar las cosas. Es muy difícil deshacerse de las armas que existen, pero lo que es posible es evitar que las cosas empeoren. Quita algo de presión y abre espacio para otro tipo de negociaciones”, dijo Lewis del Centro James Martin.
Sin embargo, los matices con la era Trump podrían hacer que esto no sea una opción. Cuando se le preguntó si pensaba que el presidente Biden podría considerar esta táctica, Lewis sonrió y dijo: “Soy profesor, así que me especializo en dar consejos que nadie va a seguir”.
No hablamos más
Pero incluso en el caso de que el gobierno de Biden estuviera dispuesto, ese barco podría haber zarpado ya. El Kim de 2019 estaba mucho más dispuesto a comprometerse que el Kim de 2022.
Y ese, quizás, es el mayor problema que tienen todas las opciones sobre la mesa: se basan en alguna forma de compromiso con Corea del Norte, algo que es completamente inexistente en la actualidad.
Kim ahora está enfocado en su plan de cinco años para la modernización militar, anunciado en enero de 2021 y ninguna oferta de conversaciones por parte del gobierno de Biden o de cualquier otro le ha llamado la atención en lo más mínimo.
Como reconoció Panda, “hay un conjunto de opciones cooperativas que requerirían que los norcoreanos estén dispuestos a sentarse a la mesa y hablar sobre algunas de esas cosas con nosotros. No creo que estemos ni siquiera cerca de sentarnos con norcorea”.
Y, para ser justos con Kim, la reticencia no está únicamente del lado de Pyongyang.
“Los grandes cambios de política en EE.UU. requerirían el respaldo del presidente, y realmente no veo evidencia de que Joe Biden realmente vea que el problema de Corea del Norte merezca un tremendo capital político”, dijo Panda.
Agregó lo que muchos expertos creen, y lo que incluso algunos legisladores estadounidenses y surcoreanos admiten a puertas cerrada: “Viviremos con una Corea del Norte con armas nucleares probablemente durante algunas décadas de aquí en más”.