(CNN) – En Jaisalmer, una ciudad desértica del norte de la India también conocida como “la ciudad dorada” por su arquitectura de piedra arenisca amarilla, las temperaturas pueden alcanzar unos 49 grados Celsius en pleno verano.
Aquí, los edificios se diseñan desde hace tiempo para adaptarse al calor. Una tradición que la arquitecta neoyorquina Diana Kellogg preservó con su trabajo en la escuela para niñas Rajkumari Ratnavati.
El proyecto, que pretende capacitar a las mujeres y las niñas a través de la educación en una región en la que la tasa de alfabetización femenina es la más baja de la India, fue encargado por CITTA, una organización estadounidense sin fines de lucro que proporciona apoyo económico y educativo a las mujeres de comunidades remotas y marginadas. Es el primer paso de un proyecto arquitectónico en tres partes que también incluirá un centro de cooperativas de mujeres y un espacio de exposiciones.
Nombrada “Edificio del Año” en 2020 por Architectural Digest India, la escuela ecológica de piedra arenisca se inauguró en noviembre de 2021 y actualmente hay 120 niñas matriculadas en su plan de estudios, según Kellogg.
Refrigeración natural
Diseñar un espacio de aprendizaje confortable puede ser un reto en el corazón del desierto del Thar, donde el cambio climático está haciendo que los periodos de sequía sean más largos e intensos. Kellogg, que suele diseñar proyectos residenciales de alto nivel, se sintió motivada por un viaje a Jaisalmer en 2014, y quería que el edificio simbolizara la esperanza y la resiliencia del desierto fusionando aspectos de la arquitectura tradicional de Jaisalmer con un diseño moderno.
“Hay métodos para refrescar espacios que se han utilizado durante siglos. Lo que hice fue juntarlos en una combinación que funcionara”, dijo Kellogg, añadiendo que las temperaturas interiores de la escuela son aproximadamente de 11 a 16,5 °C menores que las exteriores.
Para la estructura, Kellogg optó por utilizar piedra arenisca de origen local, un material resistente al clima que se ha utilizado durante mucho tiempo en los edificios de la zona, incluido el fuerte de Jaisalmer, una parte de la ciudad que alberga una cuarta parte de su población y que es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
“Es muy abundante en esta zona. Es muy razonable (en precio) y los canteros de gran talento hacen magia con la piedra”, dijo Kellogg. “Realmente mantiene el calor y también el frescor por la noche”.
Entre las técnicas tradicionales que Kellogg incorporó al diseño se encuentra el revestimiento de las paredes interiores con yeso de cal, un material poroso y natural que refresca y ayuda a liberar la humedad atrapada.
Inspirándose en otros edificios de la región, también instaló un muro jali, una rejilla de piedra arenisca que permite que el viento se acelere en un fenómeno llamado “efecto venturi”, refrescando el espacio del patio al tiempo que resguarda del sol. Los techos altos y las ventanas liberan el calor ascendente en las aulas, mientras que una marquesina de paneles solares proporciona sombra y energía.
La estructura, inclinada en relación con los vientos dominantes, tiene una forma elíptica, elegida por su capacidad de captar y hacer circular el aire fresco, pero también por sus connotaciones simbólicas de feminidad, que coinciden con el espíritu del proyecto. Kellogg lo llama “un abrazo grande y apretado”.
Confort en la sostenibilidad
Aunque muchas de las técnicas para combatir el calor utilizadas en la escuela podrían aplicarse en principio en otros lugares, su eficacia y sostenibilidad variarían de un sitio a otro, admite Kellogg. Las direcciones particulares del viento y las diferentes piedras areniscas regularían las temperaturas de forma diferente a los materiales encontrados y utilizados en Jaisalmer, por ejemplo.
El aire acondicionado no se utiliza en ninguna parte del edificio, no solo por su impacto ambiental sino porque no es habitual en la zona. Al adoptar, en cambio, mecanismos de refrigeración tradicionales y naturales con los que los estudiantes están familiarizados, cree que pueden obtener una sensación de confort de su entorno, lo que les lleva a una mayor confianza.
“Yo misma lo he visto en los últimos tres o cuatro meses”, dijo.
“El cambio en las chicas, de ser bastante tímidas a ser estas luces brillantes que devoran cualquier tipo de información que les pongas delante”.