Nota del editor: Cristina Moreno es profesora de Ciencia Política en la Universidad de Murcia. Tiene un doctorado en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid. Es codirectora del Grupo de Estudios Cívicos e Innovación Social (GECIS) de la Universidad de Murcia.
Geovanny Vicente-Romero es abogado, politólogo y estratega político con experiencia como asesor de Políticas Públicas, Gobernanza y Comunicación Gubernamental. Es profesor asociado de Comunicación Estratégica (ERM) en la Universidad de Columbia. Es director de Comunicaciones del Instituto Interamericano de Justicia y Sostenibilidad (IIJS) en Washington. También, fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Síguelo en Twitter: @GeovannyVicentR.
(CNN Español) – El 8 de noviembre se celebraron en Estados Unidos las elecciones legislativas de medio periodo o intermedias, que tienen lugar cada dos años para renovar una parte del Congreso. En esta ocasión, los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 senadores. Por otra parte, en 36 estados se ha elegido nuevo gobernador, además de celebrarse referéndums para decidir la legislación local sobre temas como el derecho al aborto, el porte de armas, las apuestas deportivas, el consumo recreativo del cannabis o los hongos alucinógenos, el cobro de impuestos, el sistema electoral o incluso, la esclavitud (la excepción a la Enmienda 13 de la Constitución, que significa el trabajo penitenciario forzoso en algunos estados).
¿Qué había en juego en las elecciones intermedias?
Esta cita en las urnas además se consideran una suerte de referéndum sobre la gestión del presidente Joe Biden, pues al producirse a mitad de su mandato, el resultado determina que el mandatario llegue a los siguientes comicios en una posición más o menos cómoda. Además, las intermedias son vitales para la gobernabilidad, al condicionar su resultado el margen de maniobra que tendrá el presidente para avanzar en su agenda legislativa.
La tendencia parece ser, como en esta ocasión, que los votantes castiguen al partido oficialista en las elecciones intermedias. No obstante, en la mayoría de los casos, los presidentes han conseguido salir reelegidos dos años después de las elecciones de mitad de mandato.
Además de hacer de termómetro respecto a la gestión del presidente, en estas intermedias también constituyen un espacio para estrategias de líderes que podrían concurrir a la próxima carrera por la Casa Blanca, como es el caso del expresidente Donald Trump, que parece haber querido convertir el evento del 8 de noviembre en un plebiscito sobre la posibilidad de presentarse a la competencia de 2024. De ahí que los resultados no hayan estado a la altura de sus expectativas. En este sentido, podría decirse que se trata de unos comicios que, además de la renovación del poder, cumplen lo que podríamos llamar una función instrumental.
Respecto al presidente Joe Biden, su tasa de aprobación para el momento de estas elecciones intermedias es la segunda más baja para un presidente en este tramo de su mandato, un fenómeno que no se presentaba desde la década de 1950, según Gallup, mientras que la calificación de su gestión era similar a la de Trump, pero más baja que la de otros presidentes recientes, según un análisis del Pew Research Center de octubre de 2022. Por eso, lo acontecido en estos comicios puede ser clave para la estrategia en las elecciones presidenciales de 2024.
El gigante dormido
En el crisol de culturas estadounidense, un colectivo de gran importancia es la comunidad hispana, con más de 62,6 millones de habitantes, según el censo de 2020. Es la minoría étnica más grande de esta nación, al representar el 18,9 % de la población total de un país donde, aunque no existe un idioma oficial, el inglés es el principal y el español, la segunda lengua más hablada, lo que deja el camino abierto para que llegue a ser la lengua más hablada en EE.UU. hacia 2050, convirtiendo este país en el mayor hispanohablante de todo el mundo, como indica un estudio publicado por el Instituto Cervantes en 2015, titulado El español: una lengua viva.
¿Y se traduce en votos esta importancia hispana? En realidad, este colectivo se ha ganado el sobrenombre de “gigante dormido” por su tendencia a la abstención. Se trata de la minoría que más crece en términos de número de personas que pueden votar (con un crecimiento del 62 % de posibles votantes desde las últimas elecciones intermedias), y sin embargo, deja una ecuación de más votantes potenciales, pero menos participación. En este sentido, datos de un análisis reciente del Pew Research Center en el que se estudia la fuerza del voto latino, destaca que 34,5 millones de hispanos pueden votar, indicándose que este colectivo ha representado el 14,3 % de los votantes en las elecciones intermedias de 2022. Por tanto, la importancia del voto latino es potencialmente determinante, pero solo si despierta.
Los referéndums para decidir la legislación local sobre los temas mencionados al inicio remiten a una de las particularidades del contexto estadounidense, la de la importancia del issue voting (voto por temas). Los debates que han caracterizado estas elecciones intermedias se han articulado en torno a una serie de temas y las medidas que los diferentes candidatos proponen respecto a los mismos.
¿Y el gigante durmiente? Parece que no despierta con el polémico beso no consentido de las promesas centradas en los temas relevantes para otros colectivos; este gigante necesita algo más, necesita propuestas sobre temas que conecten con su realidad, con sus preocupaciones, con sus demandas. Además, estas propuestas podrían hacer que no percibiera la política como algo ajeno, donde no tiene cabida.
¿Y en las presidenciales de 2024?
Los resultados de las elecciones de medio periodo han concedido una cierta tregua al presidente Biden, ya que, aunque los resultados han sido peores para los demócratas, no lo han sido tanto como parecía por los pronósticos. Además, cumpliendo con la que hemos llamado función instrumental de estos comicios, la dinámica de estas elecciones, totalmente centradas en temas concretos y muy polarizadas en torno a los mismos, anticipa lo que puede ser la pauta (y, por tanto, las estrategias) de cara a las presidenciales.
El voto por temas ha articulado en gran medida las propuestas de las diferentes candidaturas. Y los discursos extremistas, junto a la polarización del escenario que favorecen, han contribuido a la percepción de división y posiciones irreconciliables en torno a cuestiones clave. Pero esos temas ¿eran relevantes para el colectivo latino? ¿Quién ha abanderado las cuestiones que conecten con este grupo social?
El voto latino tiene el potencial para ser clave en las presidenciales de 2024. Sin embargo, para desarrollar el sentimiento de pertenencia, es necesario que se apele a temas que tienen que ver con la vida cotidiana de las personas que integran este colectivo, como la economía, la salud, la educación, el control del crimen violento y las políticas de armas. Las propuestas relacionadas con temas ajenos, no van a generar incentivos para participar, sino todo lo contrario.
Desde el bando demócrata se ha contado históricamente con el voto de los hispanos que iban a votar; y el hecho de que una gran parte optara por la abstención, evitaba abordar temas que podrían haber generado oposición entre otros colectivos. No obstante, según un informe de la consultora LSG, Análisis del voto hispano, más del 50 % de los latinos desaprueba la gestión de Biden y casi tres de cada cuatro están insatisfechos con la dirección que está tomando el país, por lo que tal vez podría pensarse que para los demócratas podría ser más rentable que el gigante continuase dormido. Sin embargo, la paradoja del escenario de las próximas elecciones presidenciales de 2024 consiste en que ahora el voto latino puede significar la diferencia entre ganar o perder la presidencia.
El presidente tiene ante sí el reto al que su partido no ha hecho frente en estas intermedias, el de plantear propuestas dirigidas a este gigante que lo saquen de la apatía que le produce un sistema que no le interpela, que no plantea políticas públicas sobre los problemas que condicionan su día a día. ¿Aceptará Biden el reto de convertir al gigante en un objetivo electoral?, ¿apelará a temas específicamente latinos? Tendremos que esperar a la carrera por las presidenciales para comprobar si se enfrenta el desafío de intentar despertar a nuestro bello gigante durmiente.