(CNN) – Cuando Jennifer Aniston habló recientemente sobre su lucha con los tratamientos de fecundación in vitro para tratar de formar una familia, dio voz a las personas que han pasado por arduos procesos de fertilidad que terminaron sin hijos biológicos.
La fecundación in vitro, o FIV, es un método de reproducción asistida que consiste en extraer óvulos de los ovarios y fertilizarlos fuera del cuerpo. Los embriones resultantes generalmente se colocan en el útero de una mujer con la esperanza de que estimulen un embarazo.
El trámite no es barato. Cada ciclo puede costar entre US$ 12.000 y US$ 17.000, según una estimación, aunque en algunos lugares está cubierto por un seguro.
CNN habló con cuatro mujeres que intentaron la FIV sin éxito. Describieron los meses de inyecciones diarias, ultrasonidos y análisis de laboratorio. Hablaron de largas esperas, de esperanzas y decepciones. De tensiones financieras y preguntas dolorosas de sus seres queridos y de extraños sobre por qué no tenían hijos.
“La narrativa actual sobre la infertilidad está dominada por las historias de éxito, porque las personas parecen más dispuestas a hablar sobre su experiencia después de convertirse en padres”, dice Katy Seppi, de 40 años. “Aquellos de nosotros que cerramos nuestros procesos sin un bebé, a menudo nos encontramos con consejos no solicitados, lo que refuerza la narrativa de que obviamente nos rendimos demasiado pronto”.
La historia de Aniston ayudó a poner rostro a las personas que no logran tener hiijos, una lucha profundamente personal que muchos enfrentan en silencio y en las sombras.
Aquí están sus historias.
Se sumió en el duelo tras renunciar a su deseo de tener un hijo
Katy Seppi luchó contra la infertilidad durante cuatro años. En abril de 2017, recurrió a la FIV.
Escogió nombres para bebés y un centro de maternidad. Tenía una habitación lista para el bebé en su casa en Salt Lake City. Pero después de un ciclo de FIV, sus embriones resultaron no ser viables.
El proceso empeoró sus fibromas (crecimientos no cancerosos en el útero) y su endometriosis, una condición en la que el revestimiento del útero crece fuera de él. Seppi decidió no continuar con un segundo ciclo después de que su endocrinólogo reproductivo le advirtiera que probablemente conduciría a un resultado similar al primero, relata.
Para Seppi, los calendarios de ovulación detallados, los intentos obsesivos para concebir y la desesperación que venía con las pruebas de embarazo negativas se volvieron insoportables. Después de sopesar todas sus preocupaciones sobre su salud reproductiva, decidió poner fin a su proceso de maternidad y someterse a una histerectomía en 2017, una decisión que inicialmente la sumió en un duelo que describió como total.
“Soy una de las pocas afortunadas que tenía cobertura de FIV a través de mi empleador, por lo que no fue un sacrificio financiero para mí”, dice. “Pero decidí abandonarlo para proteger mi salud física, emocional y mental. Mi corazón se rompía todos los meses cuando me llegaba la regla y no sabía cuánto más podría aguantar”.
Empezó a ver a un terapeuta que le dijo que estaba bien que se pusiera a sí misma en primer lugar y la ayudó a procesar lo que significaba para su futuro no tener un bebé.
“Pasé toda mi vida soñando con la maternidad… Me quedé en mi trabajo para tener licencia por maternidad; había dejado espacio en mi vida para un bebé”, dice. “A través de la terapia, el trabajo de duelo y la conexión con otros sin hijos de mi comunidad, lentamente comencé a crear una nueva visión para mi vida. Me elegí a mí misma y a mi bienestar por encima de aferrarme a la esperanza de un bebé”.
Durante su proceso de fertilidad, Seppi dice que no pudo encontrar muchos recursos para las personas que no pueden tener hijos. Ella volcó su energía en tratar de cambiar eso. Abrió un blog y una cuenta de Instagram dedicada a las personas sin hijos y poco a poco empezó a conectarse con ellos.
También fundó Chasing Creation, una comunidad en línea de personas que enfrentan desafíos similares y que ahora organiza una cumbre en línea por año.
Seppi dice que cree que la franqueza de Aniston sobre su propio proceso de FIV ayuda a validar las experiencias de muchas personas que no pueden tener hijos.
“Existe la creencia común de que cualquiera puede tener un bebé si lo desea lo suficiente, tiene la esperanza suficiente y nunca se da por vencido”, dice ella. “Simplemente no es cierto, y eso conduce a muchos malentendidos y al rechazo del dolor que te queda cuando te das cuenta de que tienes que dejar de lado tu sueño de ser madre”.
La afectaron las muchas decisiones que rodearon el proceso de FIV
Cuando Sherrae Lachhu decidió someterse a la FIV, compró un diario de embarazo, ropa de maternidad y camisetas de recuperación de óvulos para ella y su esposo.
Las camisetas estaban estampadas con las palabras: “Piernas arriba, luces apagadas, hora de sacar mis óvulos”.
Lachhu, que vive en Charlotte, Carolina del Norte, tenía un buen presentimiento al respecto. Compró alrededor de una docena de enteritos blancos y grises, y un par de rosados adicionales, con la esperanza de que fuera una niña.
Pero sus dos ciclos de FIV no tuvieron éxito. El primero condujo a una prueba de embarazo positiva en febrero, y sangrado y aborto espontáneo unas seis semanas después. El segundo fue el mes pasado, más o menos cuando habría nacido el primer bebé, y no tuvo éxito.
Se necesita una fuerza inmensa para perseguir un sueño de toda la vida que viene con repetidas decepciones, dice Lachhu.
Cada etapa de su proceso involucró numerosas decisiones, incluso si probar un embrión y cuántos implantar, asegura.
“Lo más difícil ha sido el proceso de toma de decisiones. Hay muchas decisiones que tienes que tomar, comenzando con la de embarcarte incluso en este viaje cuando tienes una edad avanzada, como es mi caso”, dice Lachhu, de 45 años, una empresaria que posee una práctica virtual de entrenamiento y terapia.
“Luego están las decisiones sobre el proveedor médico, qué protocolo podría funcionar mejor en cada caso, la gran cantidad de suplementos que la comunidad te alientan a tomar, la decisión de continuar comiendo y bebiendo como uno lo haría normalmente o mantenerse limpio durante meses o años. Para alguien como yo con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la fatiga por las decisiones fue a veces abrumadora”.
Lachhu tiene tres hijastros a través de su matrimonio, pero dice que tiene momentos de tristeza en los que piensa en lo que ha perdido. Ella dice que junto a su esposo esperan seguir tratando de tener un hijo, pero sus opciones financieras son limitadas. El trabajo de su esposo pagó dos rondas de FIV, pero ya han agotado esas oportunidades.
Para intentarlo de nuevo, dice, su esposo tendría que conseguir otro trabajo que brinde esos beneficios nuevamente. O tendrían que recaudar sus propios fondos.
Lachhu dice que la gente a veces le pregunta si eligió no tener sus propios hijos.
“Es probable que a la mayoría de ellos no se les ocurra que la infertilidad es mucho más común de lo que creen, y que no todas las mujeres quedan embarazadas y experimentan un parto exitoso simplemente porque desean tener hijos”.
Sus embriones no sobrevivieron, pero ella se había endeudado por US$ 17.000
Meaghan Hamm, de 35 años, pasó por el proceso de retiro y fertilización de óvulos en agosto.
Los médicos recolectaron siete óvulos maduros y, después de la fertilización, terminó con cinco embriones. Pero ninguno de ellos sobrevivió.
Fue un golpe emocional y financiero para Hamm, agente de atención al cliente de un banco en Ontario, Canadá. Había pagado el proceso dejando de irse de vacaciones con su esposo y pidiendole dinero a su familia.
“La parte más difícil fue sentir que estábamos logrando algo al tener cinco embriones y luego terminar sin ninguno con posibilidades reales” dice ella. “Fue un duro golpe desde el punto de vista financiero, ya que todavía teníamos que pagar todo”.
La extracción de óvulos costó casi US$ 12.000 y el medicamento alrededor de US$ 5.000. Las pruebas en los embriones habrían costado unos US$ 5.000 adicionales, pero la pareja no tuvo que pagar eso ya que no llegaron a esa etapa.
En Ontario, el gobierno provincial paga un ciclo de retiro de óvulos, pero hay una lista de espera de casi dos años para acceder a eso, relata. Ella y su esposo pagaron con dinero de su bolsillo, aunque sus nombres siguen en la lista de espera.
Hamm dice que las historias de procedimientos de FIV fallidos no se cuentan lo suficiente y, como resultado, la mayoría de las personas no entienden lo que implica el proceso y lo difícil que puede ser. La historia de Aniston arrojó luz sobre estas luchas y puede ayudar a reducir el estigma de las personas que se sienten juzgadas por no tener hijos, dice Hamm.
“Muchas personas no tienen educación sobre problemas de infertilidad y tienen la creencia de que la FIV lo solucionará”, dice ella. “El concepto de FIV para solucionar la infertilidad debe terminar. Las personas que comparten sus historias fallidas de FIV ayudarán a otros a ver que no es su culpa. Puede ayudar a otros a no sentirse tan solos”.
Se sintió un fracaso cuando su FIV no funcionó
April Barsby, de 32 años, tuvo un ciclo de FIV en septiembre del año pasado. Su único óvulo maduro fue calificado como una C, dice, pero era el único que tenía y esperaba que la ayudara a cumplir su sueño de ser madre.
Barsby, que vive en Norman, Oklahoma, luchó contra la endometriosis y el recuento bajo de óvulos, por lo que puso todas sus esperanzas en un óvulo.
“La parte más difícil fue que todas mis esperanzas se derrumbaron al final, ya que mi dulce óvulo no se pegó y mi ciclo falló”, dice. “Solo tuve un óvulo maduro después de mi retiro y había puesto toda mi esperanza y entusiasmo en él”.
Barsby no tiene trabajo. Sus amigos y familiares donaron algunos artículos que luego vendió en ventas de garaje para ayudar a financiar el procedimiento.
El proceso agotó sus finanzas y las de su esposo y la dejó luchando por aceptar su cuerpo. Por ahora, la pareja decidió poner su proceso de FIV en pausa y Barsby dice que no está segura de cómo seguir de ahora en más.
“Mi esposo es mi mayor apoyo y esto no ha afectado nuestro matrimonio de ninguna manera”, afirma. “Durante meses me costó mucho sentirme como una mujer debido a la sensación de falla de mi cuerpo”.
Barsby dice que creció viendo a Aniston en “Friends” y que se sintió bien al darse cuenta de que la celebridad había pasado por algo similar a lo suyo. Cree que la historia de Aniston creará conciencia sobre el lado negativo de la FIV y lo que provoca a los futuros padres que pasan por el proceso sin éxito.
“No tener un bebé al final puede ser extremadamente desalentador y destructivo para la salud mental de una persona”, dice. “No estoy segura de que haya una forma correcta de normalizar la infertilidad, pero hablar de ello y dejar que las mujeres y los hombres compartan sus historias es un buen comienzo”.
Barsby dice que está mejor un año después. Pero ella todavía se aflige por lo que podría haber sido.