(CNN) – Zhou, un comerciante de automóviles del noreste de China, vio a su padre con vida por última vez en un chat de video en la tarde de este 1 de noviembre, horas después de que su casa en las afueras de Beijing fuera cerrada.
En ese momento, ni siquiera tuvieron conciencia de las restricciones repentinas por el covid que se habían impuesto: no hubo una advertencia de antemano, y el edificio de apartamentos donde vivían los padres de Zhou y su hijo de 10 años no tenía ningún caso, dijo.
La familia se enteró de la manera más difícil, cuando al padre de Zhou se le negó la ayuda médica inmediata tras presentar dificultades para respirar durante la videollamada. Zhou y su hijo hicieron una docena de llamadas a la ambulancia, dijo, alegando que los guardias de seguridad impidieron que los familiares entraran al edificio para llevar al abuelo de 58 años a un hospital.
Una hora después, finalmente, llegó una ambulancia para llevar al padre de Zhou a un hospital a solo cinco minutos de distancia. Pero ya era demasiado tarde para salvarlo.
“El Gobierno local mató a mi papá”, dijo Zhou a CNN desde su casa de Beijing, entre llantos. Dijo que no recibió ninguna explicación sobre por qué la ambulancia tardó tanto en llegar, solo un certificado de defunción que indica la fecha incorrecta de la muerte.
La ira de Zhou es parte de un creciente cuestionamiento hacia los implacables bloqueos de cero covid en China. Los funcionarios insisten que son necesarios para proteger la vida de las personas contra un virus que, según el recuento oficial, ha matado solo a seis personas entre decenas de miles de casos sintomáticos reportados en los últimos seis meses.
Sin embargo, entre la población se culpa a las restricciones más que al propio virus por las muertes desgarradoras que han provocado indignación de todo el país en las redes sociales.
El mismo día que Zhou perdió a su padre, un niño de tres años murió por envenenamiento por gas en un complejo cerrado en la ciudad de Lanzhou, en el noroeste del país, cuando se le impidió ser llevado de inmediato a un hospital. Dos semanas después, una niña de 4 meses murió en cuarentena en un hotel en la ciudad central de Zhengzhou, después de un retraso de 12 horas en la atención médica.
Es probable que muchas más familias como la de Zhou hayan sufrido tragedias similares fuera del foco de atención de las redes sociales.
Zhou dijo que se puso en contacto con varios medios de comunicación estatales en Beijing para contar sobre su historia, pero que no acudió ningún reportero. En medio de una creciente desesperación e ira, recurrió a los medios extranjeros, a pesar de conocer el riesgo que podría correr por las repercusiones. Es por ese motivo que CNN solo está usando su apellido.
“Solo quiero obtener justicia para mi papá. ¿Por qué nos encerraron? ¿Por qué le quitaron la vida a mi padre?”, dijo.
Descontento creciente
En toda China, la ira y la frustración con la política del cero-covid sigue en aumento y ha dado lugar a raras escenas de protesta. Las autoridades locales se apresuraron a reintroducir restricciones por un número de contagios récord, a pesar de un reciente anuncio del Gobierno de una flexibilización limitada de algunas reglas.
La semana pasada, en la ciudad sureña de Guangzhou, algunos residentes se rebelaron contra un bloqueo prolongado, derribando barreras y marchando por las calles.
Esta semana, en la ciudad del centro del país de Zhengzhou, los trabajadores de la fábrica de ensamblaje de iPhone más grande del mundo se enfrentaron con oficiales de seguridad con trajes para materiales peligrosos por un retraso en el pago de bonos y las caóticas restricciones para el covid.
Y este jueves, en la metrópolis en expansión de Chongqing, en el suroeste del país, un residente pronunció un discurso mordaz criticando las restricciones por el covid en su complejo residencial. “¡Sin libertad, prefiero morir!”, gritó a una multitud que vitoreaba, que lo aclamó como un “héroe” y que lo protegió de varios policías que habían intentado llevárselo.
Estos actos de desafío a la autoridad se hicieron eco de un gran descontento en línea, en particular entre los fanáticos del fútbol chinos, muchos de los cuales se encuentran bajo algún tipo de bloqueo o restricción, que solo han podido ver desde su casa las decenas de miles de aficionados que llenan los estadios en la Copa del Mundo en Qatar.
“Ninguno de los aficionados está con máscaras faciales, ni deben presentar pruebas de covid. ¿No viven en el mismo planeta que nosotros?, preguntó un artículo de Wechat que cuestiona la insistencia de China en la política de covid-cero, y que se volvió viral antes de ser censurado.
Hay indicios de que los funcionarios chinos están sintiendo el creciente descontento público, que se sumó a las fuertes pérdidas sociales y económicas infligidas por las restricciones cada vez más amplias.
A principios de este mes, el Gobierno chino publicó una directriz de 20 puntos para limitar la interrupción de las reglas de covid-cero en la vida diaria y en la economía. Acortó la cuarentena de 10 a ocho días para contactos estrechos con personas infectadas y para viajeros que ingresan al país. También eliminó los requisitos de cuarentena para contactos secundarios, desalentó las pruebas masivas innecesarias y eliminó restricciones importantes en los vuelos internacionales.
El anuncio de las directrices había generado esperanzas de un giro hacia la reapertura, lo que provocó un repunte de las acciones chinas. Pero un aumento en las infecciones está desvaneciendo rápidamente esas esperanzas. Este viernes, el país reportó un récord de 32.695 casos locales, ya que las infecciones por segundo día consecutivo superaron el pico anterior registrado en abril durante los meses de confinamiento de Shanghái.
¿Qué reapertura?
En lugar de relajar los controles, muchos funcionarios locales están volviendo a la política de tolerancia cero, intentando acabar con las infecciones tan pronto como estallan.
Algunas de las ciudades que habían eliminado los requisitos de pruebas masivas luego del anuncio, ahora están endureciendo otras restricciones.
La ciudad norteña de Shijiazhuang fue una de las primeras en cancelar las pruebas masivas. También permitió que los estudiantes regresaran a las escuelas después de un largo período de clases en línea. Pero a medida que aumentaron los casos durante este fin de semana, las autoridades volvieron a imponer restricciones este lunes y les dijeron a los residentes que se quedaran en sus casas.
El martes, el centro financiero de Shanghái prohibió a cualquiera que llegara a la ciudad ingresar a lugares como centros comerciales, restaurantes, supermercados y gimnasios durante cinco días. Las autoridades también cerraron lugares culturales y de entretenimiento en la mitad de la ciudad.
En Guangzhou, los funcionarios extendieron esta semana el confinamiento en el distrito de Haizhu, donde tuvo lugar la protesta, por quinta vez y cerraron el distrito más poblado de Baiyun.
Zhengzhou, hogar de la fábrica Foxconn donde los trabajadores se enfrentaron con la policía, impuso un cierre de cinco días en sus principales distritos urbanos.
En Beijing, las calles de su distrito más grande, Chaoyang, están en gran parte vacías, ya que las autoridades instaron a los residentes a quedarse en casa y ordenaron el cierre de negocios. Las escuelas de varios distritos también pasaron a clases en línea esta semana.
Las bajas tasas de vacunación entre los ancianos de China han generado temores de que una relajación de las restricciones podría abrumar el sistema sanitario. Al 11 de noviembre, alrededor de dos tercios de las personas de 80 años o más habían recibido dos dosis y solo el 40 % había recibido una vacuna de refuerzo.
Yanzhong Huang, miembro principal de salud global en el Consejo de Relaciones Exteriores, dijo que el endurecimiento de los controles de covid refleja un dilema de política pública típico en China: “Si relajas la política, habrá caos; pero si la ajustas, será sofocante”.
Huang dijo que no espera ningún cambio fundamental en la política de cero covid en el corto plazo. “Porque no se ha cambiado la estructura de incentivos de los Gobiernos locales. Todavía son responsables de la situación del covid en su jurisdicción”, dijo.
Por su parte, los funcionarios chinos han negado en repetidas ocasiones que las 20 medidas enumeradas en las directrices gubernamentales estuvieran destinadas a dar un giro con respecto al manejo del virus.
Las medidas tienen como objetivo “optimizar” la política existente de prevención y control del covid, dijo Shen Hongbing, un funcionario de control de enfermedades, en una conferencia de prensa la semana pasada. “No son una relajación (de los controles), y mucho menos una reapertura”, dijo.
De vuelta en las afueras de Beijing, Zhou dijo que si bien la política de cero covid “es beneficiosa para la mayoría”, su implementación a nivel local fue demasiado draconiana.
“No quiero que algo como esto vuelva a suceder en China ni en cualquier parte del mundo”, dijo. “Perdí a mi padre. Mi hijo perdió a su amado abuelo. Estoy furioso”.