(CNN) – Hacía siete días que había aterrizado en Nueva York y el equipaje de Hana Sofia Lopes seguía perdido.
Todas las mañanas, Hana Sofía llamaba a la aerolínea para informarse y terminaba la llamada cada vez más frustrada, y aún sin equipaje.
“Aquí estoy en Nueva York, sin más ropa que la que llevaba durante el vuelo. Sin zapatos. Sin cepillo para el pelo. Sin maquillaje. Sin calcetines. Nada. Solo mi bolso y yo”, cuenta a CNN Travel.
Hana Sofia, una actriz luxemburguesa de origen portugués de poco más de 30 años, hizo una parada en Nueva York en octubre de 2022 para reunirse con una amiga. Su destino final era Canadá, donde iba a comenzar la producción de una película.
Al llegar a Montreal, Hana Sofia debía asistir a un prestigioso evento de la industria, donde se codearía con leyendas del cine y con el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel. Su traje cuidadosamente planeado parecía haberse perdido para siempre, por lo que Hana Sofia compró un vestido de última hora en Nueva York y embarcó en el vuelo a Canadá.
Tras aterrizar en Montreal, Hana Sofia se dirigió directamente al mostrador de información de la aerolínea para reclamar el problema con su equipaje en persona.
“Realmente pensaba: ‘Sabes, voy a explotar’”, recuerda. “Pero por otro lado, también soy yogui, así que también creo en el karma”.
Hana Sofia sabía que la pérdida de su equipaje, extraviado en algún lugar de la ruta de Europa a Estados Unidos, no era culpa de un trabajador del aeropuerto de Canadá. Por eso, cuando se acercó al mostrador, templó su ira.
“Empecé diciendo: ‘Escucha, lo que voy a decir no es nada personal. En realidad es solo contra tu empresa, contra la empresa para la que trabajas’”, recuerda Hana Sofía.
A medida que hablaba, la frustración de Hana Sofía no se manifestaba en forma de rabia, sino de lágrimas, y se encontró llorando a medida que contaba los detalles a la empleada de la aerolínea.
Al otro lado del mostrador del aeropuerto estaba Azalia Claudine Becerril Angulo, una trabajadora aeroportuaria en sus veintes que ha vivido en Montreal toda su vida.
Azalia escuchó la historia y se imaginó cómo se sentiría ella si fuera la desconocida que lloraba.
“Estaba muy triste, también molesta, y entendí por qué”, cuenta Azalia a CNN Travel.
“Quería ayudarla. Normalmente, la gente es grosera y muy agresiva. Ella era diferente”.
Azalia buscó el número de referencia del equipaje perdido, pero no eran buenas noticias: la pantalla decía que la maleta estaba en Frankfurt, Alemania.
Al oír esto, Hana Sofía se desanimó.
“Estoy aquí para rodar una película, y mañana hay una recepción con el primer ministro de Luxemburgo, que es mi país de origen”, explicó. “Ni siquiera tengo maquillaje para ponerme en la cara. Ni siquiera tengo crema facial. No tengo nada”.
Azalia se apartó de la computadora.
“Espera, ¿necesitas maquillaje? Soy maquilladora, puedo maquillarte”, se ofreció.
Hana Sofía se quedó completamente sorprendida, pero Azalia continuó explicando que, cuando no trabaja en el aeropuerto, es maquilladora profesional.
“Si quieres, puedo ir a tu hotel por la tarde y peinarte y maquillarte para que puedas asistir a la recepción”, dijo. “Si yo estuviera en tu lugar, también estaría enloqueciendo. Así que lo haré sin cargo”.
Desconcertada y conmovida a la vez, Hana Sofía aceptó y las dos mujeres intercambiaron números.
Azalia dice que no tuvo ninguna reserva a la hora de ayudar a Hana Sofía.
“Realmente confiaba en ella”, dice. “Realmente se trata de su vibra y de la conexión que teníamos”.
Hana Sofía sintió lo mismo.
“Percibí en su forma de hablar y también en su forma de comportarse que era muy, muy honesta”, dice de Azalia.
Formando una conexión
Al día siguiente, Azalia llegó al hotel de Hana Sofia y, mientras se ponía a trabajar, las dos mujeres empezaron a charlar sobre sus vidas.
Hana Sofía habló de lo nerviosa y emocionada que se sentía por la recepción de esa noche, mientras que Azalia habló de cómo es dividir su tiempo entre el aeropuerto y su carrera como maquilladora.
Las dos mujeres hablaron en francés, inglés y español, pues dominan varios idiomas.
“Mientras me maquillaba, era muy natural”, dice Hana Sofía. “No parecía que estuviera conociendo a alguien por primera vez. Parecía que me estaba encontrando con una vieja amiga, lo cual es una locura, porque la conocí el día anterior, pero charlamos mucho”.
Como actriz, Hana Sofia pasa mucho tiempo en la silla de maquillaje. Sabe lo que le gusta y lo que no, pero le encantó el estilo que eligió Azalia.
“Hizo un gran trabajo”, comenta.
La única duda de Hana Sofía fue la insistencia de Azalia en hacer el servicio gratis. Pero Azalia estaba decidida.
“El maquillaje para mí es un arte, es realmente una pasión”, dice Azalia. “Así que no es por el dinero. Es solo porque me gusta mucho hacer que la persona se sienta bien y feliz”.
Y luego, ese mismo día, Hana Sofia recibió noticias de la compañía aérea. Su maleta perdida no estaba en Frankfurt después de todo. La habían localizado y estaba de camino a su hotel de Montreal.
En ese momento, Hana Sofía dice que sintió que Azalia era una verdadera hada madrina.
“No solo es una gran persona, sino que también es muy buena en su trabajo porque consiguió encontrar mi equipaje”, dice Hana Sofia.
Una amiga en Montreal
Ahora, Hana Sofia está de regreso en Europa para pasar las fiestas. Volverá a Montreal para filmar en el nuevo año, cuando planea reunirse con Azalia para cenar y tomar algo.
Las dos mujeres han mantenido el contacto y se envían mensajes regularmente.
“Tiene una amiga en Montreal”, dice Azalia de Hana Sofia. “Cualquier cosa que necesite, yo estaré allí”.
Ambas mujeres dicen que su improbable conexión ilustra la importancia de la apertura y la empatía, especialmente en el aeropuerto, donde la gente suele estar estresada y concentrada en su propio viaje.
“La gente tiene que ser un poco más comprensiva de que la persona que tiene delante no tiene el control de lo que sucedió”, dice Azalia. “Así que si son pacientes y están realmente tranquilos al respecto, la persona de enfrente les va a ayudar lo mejor que pueda”.
“No se trata de maquillaje. Por supuesto, si no tuviera maquillaje, no sería el fin del mundo”, dice Hana Sofía.
“Se trata más bien de lo poco que hacemos este tipo de cosas. No solemos detenernos a pensar en cómo se puede sentir la otra persona o cómo puede estar experimentando algo. Simplemente hacemos lo nuestro y no nos importa, por desgracia, así es como va. Y en su situación, ella realmente no hizo eso. Y eso es lo extraordinario”.