Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades durante varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento, productora de cine y columnista de estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion
Como mi hotel (el Westin Vendôme) está tan céntrico —a pasos de fabulosos hoteles como el Ritz, el Mandarín Oriental y Le Meurice— tan pronto dejamos el equipaje en la habitación, salimos mi hija, mi nieta y yo ¡a recorrer las tiendas que nos rodeaban! Verdaderos templos de la Moda —y cada cual más bello que el otro: la nueva y enorme Louis Vuitton, la muy de moda Goyard, la siempre llena a tope Gucci, la rutilante tienda nueva de Dior y la exclusiva y exquisita Hermès— todas verdaderas maravillas con decoraciones preciosas. Y a solo dos manzanas, en la famosa 31 Rue Cambon ¡la tienda principal de Chanel!
Su decoración de Navidad son unas cadenas doradas con perlas —muy estilo Chanel, “bien sur”— que enrollaban los varios pisos de la fachada, como abrazándola con puro lujo —y en la entrada encontramos porteros y elegantes empleados entrenados para recibirnos—. Un árbol de Navidad de perlas con un lazo negro nos recibe mientras (si vamos a comprar algo) ponen nuestro nombre en una lista especial. No hay suficientes vendedores para todos los clientes, pero podemos entrar y curiosear la mercancía.
En esos momentos —admirando la sección de zapatos, de los bellísimos bolsos y de la joyería de fantasía— ¡el espíritu de Coco Chanel parece flotar sobre la clientela más diversa imaginable! Somos norteamericanos, latinoamericanos, africanos, hindúes, árabes, asiáticos y europeos de todos los países. Y todos atendidos con elegante cortesía por empleados rigurosamente vestidos de negro ¡de Chanel de pies a cabeza!
El edificio —que ha expandido el espacio de la tienda a través de los años— sigue teniendo la escalera de caracol de puros espejos, donde Mademoiselle se sentaba escondida de todos, y poder ver desde allí sus desfiles —y la que lleva al suntuoso apartamento privado que tenía en el piso más alto—. ¡En el ambiente tan exquisito de la “maison”, me parece sentir la influencia del talento de su fundadora al cambiar 100% el estilo de la moda a comienzos del siglo XX!
¿Y por qué Chanel es Chanel? Precisamente porque dijo “adiós” a los corsets, a la ropa rígida e incómoda, a los vestidos que no nos dejaban mover con naturalidad, a los sombreros absurdos, y dijo “bienvenida sea” a la ropa tejida de jersey, de chiffon, de materiales y estilos ligeros, que se amoldadan al cuerpo femenino con un estilo fluido y muy elegante. Una moda que liberó el cuerpo de la mujer. Igual que el uso de pantalones anchos y los “pullovers” marineros de rayas. Y todo adornado con infinidad de cadenas doradas, broches barrocos de rubíes o esmeraldas —y collares y más collares largos de perlas ¡y todo pura joyería de fantasía!—.
Y como amo la moda, al contemplar su creatividad y súper interesante historia —además de la belleza que guarda— reflexiono en ese legado estético tan positivo que dejó a todas las mujeres la genial (y rebelde e incluso controversial) creadora francesa Gabrielle ‘Coco’ Chanel. Y siento cierta ‘reverencia’ de estar en ese icónico edificio del 31 Rue Cambon. De ser testigo de la historia en esa calle estrecha parisina —donde está precisamente la salida posterior del Hotel Ritz y donde tomó el auto la princesa Diana minutos antes de morir—. Un viejo edificio que es una especie de cueva de Alibaba llena de tesoros. .. Y me parece maravilloso estar allí y recordar y crear nuevas memorias —y muy en especial hacerlo en los alegres días de Navidad, cuando París es sin duda la Ciudad Luz y una de las mas bellas de la Tierra!—.