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Seúl (CNN) – “Está sonriendo, mira su sonrisa, su cara”. Oh Il-seok mira con cariño una fotografía de su hija tomada en las últimas horas de su vida. Mientras se quita las gafas para limpiarse los ojos, su mujer susurra: “Ji-min es mi amiga, es mi mejor amiga”.

Oh Ji-min, de 25 años, fue una de las 158 personas que murieron aplastadas por una multitud durante las fiestas de Halloween en el distrito nocturno de Itaewon, en Seúl, el 29 de octubre.

Sus padres tienen la impensable tarea de reconstruir sus últimos momentos a partir de selfies y fotos tomadas con su teléfono celular.

A las 21:35, las fotos muestran a Ji-min sonriendo en el interior de un bar. A las 21:59, envía un mensaje a un amigo para decirle que se va a casa. Después, a las 22:07, aparece la última foto de Ji-min, sonriendo con su amiga Kim.

Las mujeres se dirigen al metro, abriéndose paso entre la multitud. En cuestión de minutos, el pánico se apoderó de la multitud y las arrastró hasta un estrecho callejón donde morirían decenas de personas.

Foto de Ji-min y sus compañeros de juerga tomada minutos antes del atropello mortal. CNN ocultó partes de esta imagen para proteger la identidad de las personas del fondo que no consintieron en ser fotografiadas. Cortesía de la familia de Oh

“Como si nos hubieran succionado”

“No era nuestra intención meternos por ese callejón… fue como si nos hubieran succionado”, recuerda Kim, que pidió ser identificada solo por su apellido y habló con CNN en los días previos a un memorial celebrado en memoria de las víctimas este viernes.

“Me separé de Ji-min cuando otros dos hombres se interpusieron entre nosotras. Cuando eso ocurrió, perdí mis mocasines, pero mis pies no tocaban el suelo y solo me movía la multitud”.

Fuentes oficiales calculan que el aplastamiento mortal comenzó a las 22:15, solo ocho minutos después de la última selfie de Ji-min. Las 158 muertes se produjeron en el callejón de unos 4 metros de ancho al que fueron arrastradas las dos jóvenes. Además de los muchos jóvenes surcoreanos y 26 extranjeros que murieron, 196 personas resultaron heridas, Kim entre ellas.

“Alguien delante de mí se cayó y yo también me caí”, dijo Kim. “Lo siguiente de lo que me di cuenta fue que estaba tumbada encima de un extranjero y de que la gente se amontonaba encima de mí y de los demás. Yo estaba en la segunda capa de esa pila”.

La esperanza llegó cuando vio la cara de un paramédico frente a ella. Intentaba sacar a una mujer pero cada vez que su cuerpo se movía la pila de gente gritaba.

“Ya estábamos presionados, pero el intento de sacarla nos añadía más dolor, así que tuvo que parar”, dijo Kim.

Un agente de policía que acudió al lugar de los hechos dijo que cuando llegó ya había una pila de cadáveres en el callejón.

“No podíamos sacar a la gente del fondo, había demasiada presión, supongo que ya habían muerto”, dijo el agente, que pidió el anonimato por temor a represalias de sus superiores.

“La gente de la segunda y tercera capa se desvanecía, pedía ayuda a gritos, pero no podíamos sacarlos”.

Su relato coincide con el de un socorrista que declaró a CNN que vieron hasta “10 filas de caras (pero) ni siquiera podíamos verles las piernas”.

Los recuerdos de Kim sobre su propio rescate son confusos. “Me sacaron y estuve un rato tumbada en el suelo. Creo que perdí la conciencia durante un rato y volví a despertarme. Eran alrededor de las 12:30 de la mañana cuando me trasladaron en ambulancia”.

“Me hospitalizaron una noche y me dieron el alta. No pude andar hasta la mañana siguiente. Me pellizqué las piernas pero no sentí nada. Salí del hospital pero no sentí las piernas durante unos 10 días”.

El desconsolado padre Oh Il-seok y la madre Kim Eun-mi en la ciudad de Siheung, provincia de Gyeonggi, Corea del Sur, el 14 de diciembre de 2022. Crédito: David Hawley/CNN

“Esa imagen me viene a la cabeza y no puedo dormir”

La madre de Ji-min, Kim Eun-mi, no tenía ni idea de que su hija estaba en Itaewon. Empezó a preocuparse porque Ji-min siempre llegaba pronto a casa después de salir por la noche.

“Ese día, como era sábado, quedé con Ji-min para ir de compras. Después comimos juntas y ella se fue a ver a su amiga. Así que cuando mi hijo me dijo que se había ido a Itaewon, le dije: ‘no, se fue a ver a su amiga’”.

Durante toda la noche, la familia hizo llamadas frenéticas al celular de Ji-min, a los hospitales y a la policía, y visitó su departamento cercano por si ya había vuelto a casa.

A la una de la tarde del día siguiente, la familia recibió una llamada en la que se les pedía que fueran a identificar el cadáver de Ji-min a la morgue del hospital.

“Es realmente devastador identificar a tu propia hija”, dijo Kim Eun-mi. Entre sollozos, su marido añadió: “Cuando me acuesto… me viene esa imagen y no puedo dormir”.

La familia va a ver a Ji-min todos los días al cementerio, cerca de casa. En cada noche de insomnio, los padres de Ji-min visitan una sala de chat online que reúne a familiares de quienes perdieron a sus seres queridos en la tragedia.

Kim Eun-mi dice que es útil hablar con otros en la misma situación porque solo ellos pueden entender el dolor de los demás.

El duelo se está enturbiando con preguntas sin respuesta y rabia en el hogar donde creció Ji-min.

“Lo más duro y frustrante es que no se responsabiliza a nadie. La tragedia ocurrió, pero nadie es responsable”, dijo Kim Eun-mi.

Un grupo consultivo formado por las familias de las más de 97 víctimas del accidente pidió una disculpa formal del presidente Yoon Suk Yeol y la destitución del ministro de Seguridad por no haber evitado la tragedia.

Aunque Yoon ha expresado sus “condolencias” a las familias, no ha llegado a disculparse, sino que ha dicho que “las personas específicamente responsables” deben rendir cuentas.

El ministro de Seguridad, Lee Sang-min, dijo el 30 de octubre que la tragedia no podría haberse evitado enviando fuerzas policiales o de bomberos con anticipación.

Investigación en curso

La Agencia Nacional de Policía está llevando a cabo una investigación especial, pero la investigación parlamentaria aún no ha comenzado debido a las luchas políticas internas.

Hasta el momento, dos agentes de policía han sido despedidos y detenidos, acusados de destruir un informe interno sobre los riesgos derivados de la reunión de una gran multitud en Itaewon durante las festividades de Halloween.

El exjefe de policía del distrito de Yongsan, Lee Im-jae, está siendo investigado por sospecha de negligencia profesional y falsificación de un documento oficial, mientras que el ex responsable de control de emergencias, Song Byung-joo, está siendo investigado por sospecha de negligencia profesional.

El agente de policía que habló con CNN se mostró preocupado por la dirección que parece estar tomando la investigación. Teme que se centre demasiado en los errores cometidos tras la tragedia y no en la falta de planificación de la seguridad con anticipación.

“El problema es que los verdaderos responsables no asumen su responsabilidad. La dirección de la investigación no mira hacia arriba, solo hacia abajo”, dijo el policía.

“Puede que haya habido errores intentando salvar una vida más, pero si nos culpan a nosotros, quién querría hacer este trabajo”.

Los padres de Ji-min dijeron que no han sabido nada del gobierno desde que se celebró el funeral de su hija.

La política no tiene cabida en la investigación, dijeron. Quieren datos sobre cómo y dónde murió su hija y, en primer lugar, respuestas a la pregunta más difícil de por qué sucedió.

Mientras revisan una caja de tarjetas de cumpleaños y fotos con amigos recuperada del departamento de su hija, luchan contra la tragedia que les cambió la vida y que nunca debería haber ocurrido.

“Era tan cariñosa y encantadora”, dice Kim Eun-mi de su hija. “Era una hija tan linda conmigo, pero ya no está conmigo”.

Su voz se entrecorta y los sollozos vuelven a invadirla.