(CNN Español) – Una única cifra parece ser suficiente para hacer el balance ambiental de 2022: la demanda de carbón crecerá 1,2% y superará los 8.000 millones de toneladas por primera vez en la historia este año, según la Agencia Internacional de Energía, pese a las advertencias, que ya no pueden ser más sombrías y claras, sobre la necesidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
El carbón es la mayor fuente de energía del mundo para la generación de electricidad y la producción de acero y cemento. Pero también es el principal responsable de la crisis climática: representa alrededor del 40% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero procedentes del uso de combustibles fósiles. Y hace un año, en un acuerdo anunciado con bombos y platillos, la comunidad internacional se comprometió en la COP26 de Escocia a reducir gradualmente su apuesta por este combustible.
(Las cifras de 2022 parecen más acordes al espíritu de la COP27, celebrada este año en Egipto, que si bien acordó ayudar a las víctimas de la crisis climática —un compromiso que, por cierto, las naciones desarrolladas ya habían adoptado e incumplido— no logró un pacto específico sobre los combustibles fósiles después de que varias naciones productoras de petróleo obstruyeron las negociaciones).
El costo energético de la guerra
Cuando los líderes mundiales se reunieron en Glasgow en 2021, no había comenzado la guerra de Rusia en Ucrania, que causó una crisis energética profunda en Europa y un aumento en el precio del gas natural y otros combustibles.
Y entonces Europa, hasta entonces autoabanderada de la transición hacia las energías verdes, volvió al carbón, incluso poniendo en marcha centrales eléctricas que había cerrado recientemente.
Sean cuales sean las causas, lo cierto es que se supone que la comunidad internacional está intentando limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales y que, según un reporte reciente de la ONU, vamos en camino a un calentamiento de entre 2,1 y 2,9 grados Celsius si se toman en cuenta las promesas de los países hasta el momento (las promesas, que en ocasiones son mucho más que los logros efectivos).
Y, mientras tanto, las olas de calor, sequías e inundaciones que este 2022 dejaron muerte y destrucción a su paso por lugares tan lejanos del mundo como Estados Unidos y Pakistán, fueron exacerbadas, según algunos científicos, por la crisis climática
Las muertes de los defensores del medio ambiente
Los fenómenos climáticos estimulados por el aumento de las temperaturas se traducen en muertes, y también lo hace la lucha por preservar el medio ambiente.
“Aunque este fue el primer año que entró en vigor el Acuerdo de Escazú que busca la transparencia de la información y proteger a los defensores ambientales, Colombia y México repuntan como los países con mayores muertes para quienes luchan por la naturaleza de nuestro planeta”, afirmó al respecto María José Villanueva, coordinadora del Gabinete de Conservación de América Latina y el Caribe de WWF y Directora de Conservación de WWF México, en declaraciones a CNN en Español.
Y no hay que olvidar a Brasil, donde este año las muertes del periodista británico Dom Phillips y el investigador Bruno Pereira en la Amazonía conmocionaron al mundo.
Sabor agridulce en materia de biodiversidad
La crisis climática está indisolublemente vinculada a la de la biodiversidad. En este terreno, también basta una cifra para entender la grave situación que enfrenta el planeta: a nivel mundial, las poblaciones de animales vertebrados descendieron en promedio un 69% en casi 50 años, según el informe Planeta Vivo 2022 publicado por WWF. La situación es especialmente dolorosa en América Latina, en donde las poblaciones han descendido un 94% en promedio entre 1970 y 2018.
Sin embargo, mientras el mundo seguía atento a la celebración de Argentina tras ganar el Mundial en Qatar, en Canadá se sellaba un acuerdo histórico entre las naciones para asegurar la protección del 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados para 2030.
“El 2022 fue un año de sabores agridulces en materia ambiental. Aunque hemos tenido algunos avances positivos, los datos científicos nos instan a tomar acción inmediata por el planeta”, resumía en sus declaraciones Villanueva.
Para su organización, referente en materia de biodiversidad, se trata de terminar esta década “con más naturaleza, no con menos”. Y este es un proceso que está intrínsecamente vinculado al “pleno reconocimiento de los derechos y el papel de los pueblos indígenas y las comunidades locales, así como un enfoque que abarque a toda la sociedad”.
El factor Amazonía
No hay balance ambiental posible sin una mención explícita a la Amazonía. “El Amazonas, pulmón del planeta y bastión ante la crisis climática, junto con el Cerrado [ecorregión en la sabana tropical de Brasil], han perdido el 20% de su extensión en los últimos 20 años”, dijo Villanueva.
La Unión Europea aprobó este 2022 una ley para prevenir la importación de insumos agrícolas y forestales provenientes de la deforestación, pero esto no permite retroceder el tiempo y recuperar los 11.000 km2 perdidos este año en la Amazonía.
Los números no parecen dar espacio al optimismo, pero el triunfo de Lula da Silva en las elecciones de Brasil y su promesa de retomar el camino de preservación de la Amazonía fue bien recibido por las organizaciones ambientales y la comunidad internacional. En su nuevo mandato enfrentará desafíos que también le son nuevos, como su falta de control del Congreso, por parte de sus seguidores, pero su aparentemente firme decisión de poner fin a la deforestación ilegal en la selva tropical no deja de ser un buen augurio.
La tecnología al servicio del medio ambiente: el logro de la fusión nuclear
El año llegó a su fin con una buena noticia del lado de los avances científicos.
Por primera vez en la historia, especialistas estadounidenses produjeron con éxito una reacción de fusión nuclear que ha dado lugar a una ganancia neta de energía.
¿Y qué tiene que ver? El resultado del experimento supondría un paso gigante en la búsqueda que ya lleva décadas de una fuente infinita de energía limpia que podría ayudar a acabar con la dependencia de los combustibles fósiles.
Aún falta mucho para que pueda convertirse en una solución real. Muchísimo. Pero no deja de ser una de las noticias que nos permiten combatir esa sensación de ahogo que nos dan las cifras que, una tras otra, nos muestran que los discursos más acalorados no han dado lugar al verdadero cambio que ya no tenemos tiempo de eludir.
¿Será 2023 el año en el que las promesas cumplidas derroten al implacable avance de las cifras negativas? Nuestro futuro en la Tierra depende de eso.
Con información de Ivanna Kottasová, Ella Nilsen, Rachel Ramirez, Rene Marsh, Anna Coren, Radina Gigova, Angela Dewan, Ingrid Formanek, Amy Cassidy, Vasco Cotovio y Paula Newton de CNN.