CNNE 1324763 - crisis migratoria- familias habitan en las calles de el paso
Crisis migratoria en El Paso: cientos de familias habitan en las calles
02:03 - Fuente: CNN

Nota del editor: Alice Driver es una escritora que divide su tiempo entre México y Estados Unidos. Está trabajando en un libro sobre derechos laborales e inmigración, “The Life and Death of the American Worker”. Su trabajo ha aparecido en The New Yorker, The New York Review of Books y Oxford American. Las opiniones expresadas en este artículo le pertenecen únicamente a su autora.

(CNN) – El expresidente Donald Trump redefinió la naturaleza del asilo en Estados Unidos, marcando el comienzo de una serie de iniciativas crueles sobre inmigración, incluida una diabólica política de separación familiar que arrancó a niños y bebés de sus padres mientras esperaban que se les concediera asilo o fueran deportados.

Mientras su sucesor llegaba el domingo a El Paso, Texas, la ciudad fronteriza que se ha convertido en el epicentro del debate sobre la inmigración en Estados Unidos, una pregunta sigue preocupándome a mí y a otros que siguen de cerca la cuestión: ¿por qué el presidente Joe Biden no ha dado un giro decisivo de 180 grados para alejarse de las políticas reprobables de Trump?

Como periodista que informaba sobre la frontera entre Estados Unidos y México, vi de primera mano cómo la administración de Trump utilizaba la separación familiar para castigar a las familias indocumentadas que cruzaban la frontera.

Para cuando dejó el cargo, la administración de Trump había separado a más de 5.000 menores inmigrantes de sus padres. Las imágenes de menores solos y llorando se grabaron en nuestra conciencia colectiva, incluida, al parecer, la de Biden. En junio de 2018, criticó la política de separación familiar de Trump como “inconcebible”. A mitad de su mandato presidencial, más de 500 menores han sido reunificados (antes del lanzamiento del Grupo de Trabajo de Reunificación Familiar de Biden se habían reunificado 2.291 menores), lo que eleva el total a 2.837.

La crueldad de Trump en materia de inmigración no se limitó a la separación familiar. También implementó la reprobable política del Título 42, supuestamente de prevención del covid, que sirvió de justificación para expulsar a México a miles de inmigrantes, muchos de ellos solicitantes de asilo.

Fui testigo de cómo vivían durante meses o incluso años en tiendas de campaña en el lado mexicano de la frontera, a menudo enfrentándose a las amenazas del crimen organizado. Con unos cruces que en 2022 superaron los dos millones, un nuevo récord, Biden está siendo atacado por los republicanos, que lo acusan de agravar la crisis migratoria al no actuar con suficiente agresividad en la frontera. Sigue siendo una incógnita si la Corte Suprema decidirá mantener la controvertida política del Título 42.

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03:06 - Fuente: CNN

Desde marzo de 2020, se han producido casi 2,5 millones de expulsiones en virtud de las disposiciones del Título 42, la mayoría de ellas durante la presidencia de Biden. La política sigue vigente, a pesar de que Biden ha dicho que quiere ponerle fin. La semana pasada, la Casa Blanca prometió “ampliar y agilizar las vías legales para una migración ordenada”.

El camino que ha llevado al Gobierno de Biden a su actual política de inmigración ha sido largo y tortuoso. El año pasado, la administración trató de poner fin al programa del Título 42, pero una coalición de estados, en su mayoría liderados por el Partido Republicano, presentó una demanda para impedir que el Departamento de Seguridad Nacional pusiera fin a su aplicación. Algunos estados recurrieron a la Corte Suprema, que ha ordenado que se mantenga mientras se resuelven los litigios actuales.

Pero a pesar de querer poner fin al programa, Biden ha impuesto medidas de inmigración más estrictas a los nacionales de determinados países que esperan entrar a Estados Unidos. El Departamento de Seguridad Nacional propuso restricciones al asilo más estrictas que las políticas de Trump, al exigir a las personas que huyen de Cuba, Venezuela, Haití y Nicaragua y que cruzan la frontera desde México que lo hayan solicitado previamente en un país por el que hayan viajado de camino a Estados Unidos.

Esta política demuestra una falta de comprensión de la naturaleza del asilo. Los más necesitados de asilo huyen para salvar sus vidas. Es improbable que las personas que corren peligro de ser asesinadas sobrevivan a un proceso de asilo que les devuelva al peligro. El asilo existe para ayudar a los más vulnerables de entre nosotros.

El Gobierno de Biden anunció el viernes que ampliaría un programa que permite la entrada a Estados Unidos de 30.000 inmigrantes al mes procedentes de Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua. Pero las nuevas políticas de Biden —que exigen que los solicitantes de asilo tengan un patrocinador en EE.UU. y se sometan a una comprobación de antecedentes— parecen destinadas a garantizar que solo los más privilegiados, aquellos con familiares o amigos que ya están en EE.UU., puedan acceder a él.

En un discurso pronunciado el 5 de enero, el presidente dijo, dirigiéndose a los migrantes de los países mencionados que esperaban realizar el arduo viaje a Estados Unidos: “No se presenten sin más en la frontera. Quédense donde están y soliciten asilo legalmente desde allí”. Esto va en contra de décadas de la política de asilo establecida que ha ampliado el derecho a solicitar asilo a todos los migrantes en los puertos de entrada a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México. Biden dijo que el nuevo proceso “es ordenado, es seguro y humano, y funciona”.

Cuando informé desde la ciudad de Reynosa, México, en abril de 2021, conocí a una madre de San Pedro Sula, Honduras: una migrante del cambio climático que había huido de la destrucción de los huracanes Eta e Iota. Vivía entre cientos de solicitantes de asilo en un parque público lleno de tiendas de campaña y donde la ropa colgaba de las ramas de los árboles para secarse.

La mujer, que no quiso que se hiciera público su nombre por temor a repercusiones legales, me contó que había cruzado la frontera hacia Estados Unidos con su hijo de 12 años solicitando asilo. Un funcionario de inmigración los separó, y cuando las autoridades estadounidenses la deportaron más tarde, lo hicieron sin su hijo, al que todavía no ha podido localizar.

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04:44 - Fuente: CNN

Escribió un mensaje a su hijo, que me entregó con la esperanza de que algún día pudiera hacérselo llegar: “Te quiero, hijo. Sabes que no era mi intención dejarte. Fue un engaño. Cuídate, hijo”.

Los defensores de los inmigrantes me dicen que reunir a las familias separadas es uno de los principales problemas que debe abordar el Gobierno. “Recibimos llamadas o correos electrónicos al menos varias veces a la semana de familias que han sido separadas de un hijo en la frontera”, me dijo Julie Schwietert Collazo, cofundadora y directora ejecutiva del grupo sin fines de lucro Immigrant Families Together, refiriéndose a las continuas separaciones familiares.

Para algunas personas, la inmigración a Estados Unidos consiste sobre todo en suplir la escasez de mano de obra con salarios bajos y, de hecho, muchas de las personas que vienen aquí están deseosas de contribuir con su duro trabajo y poner de su parte. Pero, por encima de todo, las políticas integrales de inmigración deben reconocer el respeto, la dignidad y la humanidad de todos los que se ven obligados a huir del peligro y se encuentran dentro de nuestras fronteras.