(CNN) – Ruja Ignatova subió al escenario con un elegante vestido de baile adornado con brillantes negros. Se encendieron haces de luz, surgieron bolas de fuego y “Girl on Fire” de Alicia Keys sonó por los altavoces.
“Looks like a girl, but she’s a flame. So bright, she can burn your eyes, better look the other way”, sonaba en la canción mientras una radiante Ignatova daba las gracias al público que la aclamaba en la Wembley Arena de Londres.
Eso fue en junio de 2016, cuando criptomoneda era una palabra de moda emergente y los inversores se apresuraban a sacar provecho. Ignatova se autodenominaba la “criptoreina” y promocionaba su empresa, OneCoin, como un lucrativo rival de Bitcoin en el creciente mercado de las criptomonedas.
“En dos años, ya nadie hablará de Bitcoin”, dijo, mientras los inversores aplaudían y silbaban.
Dieciséis meses después, Ignatova subió a un avión en Sofía (Bulgaria) y desapareció. No se la ha vuelto a ver desde entonces.
Las autoridades afirman que OneCoin era una estafa piramidal de más de US$ 4.000 millones, pues Ignatova convenció a inversores de Estados Unidos y de todo el mundo para que depositaran puñados de dinero en su empresa. Los fiscales federales describen OneCoin como una de las mayores estafas internacionales jamás perpetradas.
Ahora es una de las 10 fugitivas más buscadas por el FBI, junto a jefes de bandas y asesinos acusados, y es la única mujer que figura actualmente en esa lista. De los 529 fugitivos que figuran en el listado del FBI desde su creación en 1950, solo 11 son mujeres.
Ignatova y sus socios “estafaron a víctimas desprevenidas con miles de millones de dólares, afirmando que OneCoin sería el ‘asesino del Bitcoin’”, dijo en un comunicado el mes pasado el fiscal federal Damian Williams, el principal fiscal de Nueva York.
“De hecho, los OneCoins carecían por completo de valor… (Sus) mentiras estaban diseñadas con un único objetivo, conseguir que personas comunes de todo el mundo se desprendieran de su dinero arduamente ganado”.
Ella sabía que era una estafa desde el principio, dicen documentos judiciales
Desde que Ignatova desapareció en octubre de 2017, su rostro ha aparecido en la página web del FBI y en los principales medios de comunicación de todo el mundo. También es una de las fugitivas más buscadas de Europa.
En la parte inferior de su cartel de buscada por el FBI hay una nota: “Se cree que Ignatova viaja con guardias armados y/o asociados. Ignatova puede haberse sometido a cirugía plástica o haber alterado su aspecto”.
El FBI afirma que selecciona a los fugitivos para incluirlos en la lista en función de la antigüedad de sus antecedentes penales y de su peligrosidad. También se inclina por fugitivos que no son muy conocidos para maximizar el beneficio de la publicidad nacional del programa.
La agencia se negó a proporcionar a CNN más detalles aparte de los documentos judiciales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, en los que no figuraba ningún abogado para Ignatova. “Este caso es una investigación en curso. No podemos hacer más comentarios que los que ya se han hecho públicos”, declaró Daniel Crifo, portavoz de la oficina del FBI en Nueva York.
Pero los documentos judiciales detallan una narrativa alucinante: cómo Ignatova y su cofundador de OneCoin, Karl Sebastian Greenwood, eran supuestamente conscientes desde el principio de que su ambiciosa empresa era un esquema Ponzi.
“La criptomoneda OneCoin se estableció con el único propósito de estafar a los inversores”, dijo el agente especial del IRS John R. Tafur en un comunicado.
Mientras Greenwood e Ignatova trabajaban en el concepto de OneCoin, se refirieron a ella en correos electrónicos como una “moneda basura”, dijeron los funcionarios federales en documentos judiciales. Los documentos muestran que Greenwood describió a sus inversores como “idiotas” y “locos” en un correo electrónico al hermano de Ignatova, Konstantin Ignatov, que también participó en la estafa y asumió el liderazgo de OneCoin tras la desaparición de su hermana, según los fiscales.
“Puede que no sea (algo) realmente limpio o en lo que normalmente trabaje o incluso de lo que pueda estar orgullosa (excepto contigo en privado cuando ganemos dinero)”, escribió Ignatova a Greenwood en 2014.
También propuso una estrategia de salida en caso de que la empresa fracasara, diciendo en un correo electrónico de 2014 a Greenwood que deberían “tomar el dinero y correr y culpar a alguien más por esto”.
Desde muy joven, Ignatova quiso ser rica
Ruja Ignatova, de 42 años, tiene nacionalidad alemana pero nació en Bulgaria, donde su padre era ingeniero y su madre profesora.
En su libro “The Missing Crypto Queen”, el autor Jamie Bartlett detalla su ascenso desde unos modestos comienzos hasta el estrellato empresarial.
Cuando era niña, su familia se trasladó a Alemania, donde Ignatova destacó como estudiante y pasaba su tiempo libre estudiando y jugando al ajedrez, escribió Bartlett. Sus compañeros de clase la describían como inteligente, motivada y distante.
Ignatova obtuvo una beca para estudiar en una universidad de Constanza (Alemania), donde conoció a un compañero de Derecho con el que se casó. Según Bartlett, afirmaba que no quería tener hijos porque se interpondrían en su camino hacia la riqueza.
También decía que quería ser millonaria a los 30 años.
“Deseaba desesperadamente ser rica, incluso devoraba libros a altas horas de la madrugada sobre cómo hacer dinero”, escribió Bartlett.
Tras estudiar Derecho Europeo en la Universidad de Oxford, Ignatova consiguió un trabajo en Sofía como consultora de McKinsey & Company, la empresa internacional de consultoría de gestión.
Los clientes confiaban en ella y se identificaban con su ascenso desde unos orígenes humildes y su feroz deseo de ser rica, escribió Bartlett. Su dominio de idiomas -ruso, alemán, inglés y búlgaro- también le ayudó.
Las apariencias eran importantes para Ignatova, que a menudo acudía a los eventos con trajes de noche y con los labios pintados de rojo brillante, y con diamantes colgando de las orejas.
“Todo exhibía éxito y glamour”, escribió Bartlett. “Estaba obsesionada con el estilo y la imagen”.
OneCoin supuestamente prometía a los inversores una rentabilidad entre cinco y diez veces mayor
Las criptomonedas, como el Bitcoin, son activos digitales creados y gestionados por una red mundial descentralizada de computadoras, en lugar de por un banco o un gobierno. Bitcoin, por ejemplo, es “minado”, o creado, por mineros profesionales de criptomonedas que utilizan ejércitos de servidores en centros de datos.
Se trata de un sector en gran medida no regulado y muy volátil, y las opiniones de los expertos sobre la viabilidad de las criptomonedas son muy variadas. Sus defensores imaginan un futuro en el que las economías funcionen con monedas digitales validadas por la comunidad de usuarios y no por un banco central. Los detractores lo tachan de esquema Ponzi o, como mínimo, de inversión de alto riesgo.
En 2014, Ignatova y Greenwood, su cofundador, empezaron a presentar OneCoin a inversores de Europa, Nueva York y todo el mundo. Organizaron seminarios en línea y conferencias en las que instaron a los posibles inversores a depositar fondos en una cuenta que permitiría la compra de paquetes de OneCoin, según una acusación federal.
OneCoin funcionaba como una red de marketing multinivel en la que los inversores recibían comisiones por reclutar a otros para comprar paquetes de criptomoneda, según la acusación federal. Los paquetes atendían a varios niveles de ingresos, desde “principiante” a “comerciante magnate”.
Ignatova y sus socios prometían a los compradores quintuplicar o incluso multiplicar por diez su inversión, según los documentos judiciales.
Siguió un frenesí de compras. Solo entre el cuarto trimestre de 2014 y el cuarto trimestre de 2016, los inversores dieron a OneCoin más de US$ 4.000 millones, según los fiscales federales, citando registros obtenidos en el curso de su investigación. Unos US$ 50 millones procedían de inversores en Estados Unidos, según documentos judiciales.
“Ella sincronizó su esquema perfectamente, capitalizando la especulación frenética de los inicios de la criptomoneda”, dijo Williams, el principal fiscal federal en Manhattan.
Las OneCoins no se acuñaban como otras criptomonedas, según los investigadores federales. En lugar de ejércitos de potentes servidores, OneCoin fue generada por una pieza de software, dicen los documentos judiciales.
Los fiscales federales dijeron que en un correo electrónico a Greenwood en agosto de 2014, Ignatova escribió: “En realidad no estamos minando, sino diciéndole tonterías a la gente”.
El valor de OneCoin no se basaba en la oferta y la demanda del mercado como otras criptomonedas, según los fiscales, sino que era manipulado en privado por la propia OneCoin.
Pero entonces todo se vino abajo
La fachada empezó a resquebrajarse en 2016, cuando a los inversores les costó vender sus OneCoins para recuperar sus inversiones originales, dicen los documentos judiciales.
Comenzó a correr la voz en internet de que el negocio era una estafa. Los medios de comunicación empezaron a hacer preguntas. Investigadores federales internacionales y estadounidenses se involucraron.
No está claro qué pasó con el matrimonio de Ignatova. Pero el FBI dijo que ella se enteró de que OneCoin estaba siendo investigada después de que pusiera micrófonos ocultos en un apartamento perteneciente a su novio estadounidense y descubriera que estaba cooperando con una investigación federal sobre las prácticas de su empresa.
En octubre de 2017, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Ignatova por fraude electrónico, conspiración para cometer fraude electrónico, fraude de valores y conspiración para cometer lavado de dinero, cada uno de los cuales conlleva una pena máxima de 20 años de prisión. También fue acusada de un cargo de conspiración para cometer fraude de valores, que conlleva una pena máxima de cinco años. Un juez federal de Nueva York dictó una orden de detención contra ella.
Menos de dos semanas después, el 25 de octubre de 2017, embarcó en un vuelo comercial de Sofía (Bulgaria) a Atenas (Grecia), según los documentos judiciales.
Luego desapareció, dejando que sus socios asumieran la responsabilidad de la empresa en quiebra.
El FBI cree que puede haber viajado con pasaporte alemán desde Atenas, posiblemente a Emiratos Árabes Unidos, Alemania, Rusia, Europa del Este o incluso de vuelta a Bulgaria. Se ofrece una recompensa de US$ 100.000 por información que conduzca a su detención.
“Se fue con una enorme cantidad de dinero en efectivo”, dijo a la prensa Michael Driscoll, director adjunto del FBI en Nueva York. “El dinero puede comprar muchos aliados, y me imagino que ella se está aprovechando de eso”.
Sus socios no tuvieron tanta suerte. Greenwood fue detenido en julio de 2018 en su casa de Koh Samui (Tailandia) y extraditado a EE.UU. Se declaró culpable en diciembre de fraude electrónico, conspiración para cometer fraude electrónico y conspiración para lavar dinero. Está en la cárcel y se enfrenta a 20 años de prisión por cada uno de los tres cargos cuando sea sentenciado en abril.
El hermano de Ignatova, Konstantin Ignatov, fue detenido en marzo de 2019 en el aeropuerto internacional de Los Ángeles. Había viajado a Estados Unidos por negocios y se disponía a embarcar en su vuelo de regreso a Bulgaria cuando cinco hombres corpulentos y en traje lo esposaron y lo llevaron a una sala de interrogatorios, donde lo asediaron con preguntas sobre su hermana desaparecida, escribió Bartlett.
Ignatov se declaró culpable de los cargos de conspiración de fraude electrónico, lavado de dinero y fraude, y está previsto que sea sentenciado en febrero.
OneCoin ha cerrado y su sitio web ya no está activo.
Pero su fundadora, la mujer de los vestidos largos y las joyas llamativas, ha eludido a las autoridades. Más de cinco años después de que la criptoreina bajara de un avión en Grecia, su paradero sigue siendo un misterio.
Allison Morrow, de CNN, contribuyó a este artículo.