Máquinas expendedoras inauguradas por una empresa japonesa de caza de ballenas en Yokohama, Japón, el 24 de enero.

(Reuters) – Una empresa ballenera japonesa inauguró este martes en Yokohama unas máquinas expendedoras que ofrecen sashimi, filete y tocino de ballena, con la esperanza de reavivar las ventas de un alimento en declive desde hace mucho tiempo y rechazado por muchos supermercados.

Con un sombrero en forma de ballena, el presidente de Kyodo Senpaku, Hideki Tokoro, saludó a los posibles clientes de la última “tienda no tripulada” de la empresa: un trío de máquinas expendedoras en Motomachi, un lujoso distrito comercial que alberga boutiques de moda y panaderías artesanales.

La empresa abrió recientemente dos establecimientos similares en Tokio, tiene previsto abrir un cuarto en la ciudad occidental de Osaka el mes que viene y espera llegar a 100 en los próximos cinco años.

“Hay muchos supermercados importantes que temen ser acosados por grupos contrarios a la caza de ballenas, por lo que no las comercializan. Así que hay mucha gente que quiere comer ballena pero no puede”, dijo Tokoro en la presentación.

“Por eso abrimos tiendas con la idea de ofrecer un lugar donde esas personas puedan comer”.

Un cliente compra carne de ballena en una máquina expendedora en Yokohama, Japón, el 24 de enero.

Los productos a la venta contienen principalmente ballena capturada en Japón, según un portavoz de la empresa, con precios que oscilan entre los 1.000 yenes (US$ 8) y los 3.000 yenes (US$ 23).

Aunque el gobierno mantiene que comer ballena es una parte preciada de la cultura japonesa, el consumo alcanzó su punto álgido a principios de la década de 1960 y no ha dejado de disminuir a medida que otras fuentes de proteínas se volvían más accesibles y asequibles.

El consumo de carne de ballena en Japón ascendió a solo 1.000 toneladas en 2021, frente a los 2,6 millones de toneladas de pollo y los 1,27 millones de carne de vacuno, según datos del gobierno.

En su punto álgido, en 1962, el consumo anual de carne de ballena fue de 233.000 toneladas.

Un cliente con "tocino" de ballena recién comprado.

Ecologistas afirman que la promoción de la carne de ballena es un intento desesperado de reavivar el interés por un negocio en crisis.

“La mayoría de los japoneses nunca la han probado. Así que ¿cómo se puede considerar una cultura nacional si nadie participa realmente en ella?”, afirma Katrin Matthes, responsable de la política japonesa de Whale and Dolphin Conservation (WDC), una organización benéfica mundial.

La Comisión Ballenera Internacional (CBI) —organismo mundial que supervisa la conservación de las ballenas— prohibió la caza comercial en 1986 después de que algunas especies estuvieran a punto de extinguirse.

Pero Japón siguió cazando ballenas con fines de investigación. Se retiró de la CBI y reanudó la caza comercial de ballenas en 2019.

Algunos transeúntes cerca de la tienda dijeron que estarían abiertos a comer ballena, pero que no harían un esfuerzo especial.

“No me desviaría de mi camino para venir (a comprarla). Suelo comer pollo”, dijo Urara Inamoto, trabajadora de atención al cliente de 28 años.

Los defensores de la carne de ballena señalan su alto contenido en proteínas y su baja huella de carbono en comparación con otras carnes.