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(CNN) – Hay algo en el aire de Seattle. Y aunque a simple vista pueda parecer que se trata del café, si te fijas un poco más te darás cuenta de que Seattle no funciona con cafeína, sino con innovación.

No en vano esta ciudad ha dado origen a Microsoft, Amazon, Boeing y Starbucks, para empezar.

Incluso el mercado de Pike Place, famoso hoy tanto por su oferta turística como por sus puestos para los locales, se fundó en 1907 para que los agricultores pudieran vender sus productos directamente a los clientes.

“Seattle es una ciudad de bonanza y decadencia: ha sido la bonanza y decadencia del oro, la bonanza y decadencia de la tecnología”, dice Ryan Reese, copropietario del mercado de pescado de Pike Place, conocido por sus “lanzadores de pescado”, trabajadores que se lanzan la mercancía (a menudo pesada) unos a otros mientras reúnen los pedidos.

“Este pueblo siempre vuelve”, añade, y califica la ciudad de “resiliente”.

Lanzando pescado en el Pike Place Fish Market. Crédito: CNN

Seattle, la ciudad más septentrional de Estados Unidos, situada en la costa oeste, a unos 160 km al sur de la frontera canadiense, es relativamente nueva. La ciudad se fundó en 1869 y recibió su nombre del jefe Si’ahl, un líder nativo americano de las tribus locales Duwamish y Suquamish. El asentamiento se construyó, por supuesto, en tierras indígenas.

Solo 20 años después de su fundación, todo el distrito financiero central, 25 manzanas, quedó arrasado por el “Gran Incendio de Seattle” de 1889.

Pero Seattle se reconstruyó. Al cabo de un año, el distrito financiero estaba de vuelta, y en algunos lugares era seis metros más alto.

Décadas después, Seattle volvió a hacerlo. La ciudad comenzó los preparativos para acoger la Exposición del Siglo 21, o Feria Mundial de Seattle, que atraería a casi 10 millones de visitantes en 1962.

El Space Needle, que se eleva 182 metros sobre la ciudad con una cubierta giratoria en la parte superior, se construyó en solo un año. Sigue siendo un icono no solo de Seattle, sino de todo Estados Unidos.

Space Needle, Seattle.

“Siempre hay alguien en Seattle que puede hacerlo un poco mejor”, afirma Leonard Garfield, director ejecutivo del Museo de Historia e Industria de Seattle (MOHAI), donde se exponen, entre otras cosas, el letrero original de Starbucks hecho a mano y el primer avión comercial fabricado por Boeing.

“No necesariamente inventamos cosas, sino que las mejoramos”, añade.

Leonard Garfield: "No necesariamente inventamos cosas, sino que las mejoramos". Crédito: CNN

Beberse la magia

Más de 80 países de todo el mundo beben cada día de la innovación de Seattle. Ese es el número de países donde Starbucks tiene sus más de 32.000 tiendas. Tanto si te gusta la empresa como si no, ha conseguido lo que pocas empresas logran: hacer de su producto algo verdaderamente global.

No es que la escena cafetera de Seattle se centre exclusivamente en Starbucks, ni mucho menos. Los habitantes de la “Ciudad Esmeralda” hacen cola para tomar su dosis de cafeína en docenas de pequeñas empresas, como Cone & Steiner. Lo que ahora es una elegante “tienda de la esquina” con cafetería fue fundada en 1915 por Sam Cone, un inmigrante recién llegado a la ciudad, y su cuñado (el Steiner de su nombre).

El almacén, situado en lo que hoy es la zona SoDo de Seattle, se convirtió en un lugar de reunión del vecindario para ponerse al día de lo que ocurría.

¿Te suena de algo? De hecho, en un giro del destino de Seattle, la ubicación original de Cone & Steiner es ahora la sede de Starbucks. Mientras tanto, la bisnieta de Cone, Dani Cone, reabrió la tienda general en el barrio de Capitol Hill en 2014. Ahora tiene dos locales.

“Creo que esta zona es un terreno fértil para las ideas, para la innovación y para considerar lo que es posible”, dice.

“Simplemente hay algo en el ADN de este lugar”.

Volando alto

El primer avión de Boeing. Crédito: CNN

Starbucks no es la única empresa de Seattle que ha reinventado toda su industria, por supuesto.

Aquí están Amazon, Microsoft y Boeing. Sus innovadores, dice Garfield, ven margen de mejora donde otros ven perfección.

“Son como Bill Boeing. Miran el barco, navega maravillosamente. Él puede hacerlo volar”.

La compañía entregó su último 747 el 31 de enero en una ceremonia que marcó el final de una era para la “Reina de los Cielos”, que debutó en 1969.

Aunque Amazon y Starbucks hayan cambiado nuestra vida cotidiana, Boeing ha cambiado el planeta, para bien o para mal. También lo ha hecho Seattle.

“Si piensas en nuestro ADN, es Boeing, es los ingenieros informáticos con Microsoft, es ingenieros de la nube con Amazon”, dice Garfield.

“Somos grandes ingenieros”.

Una “historia cultural” de la vieja escuela

Scarecrow Video: el principal emporio de formatos de cine retro de Seattle. Crédito: CNN

Un lugar de Seattle que ha desafiado la innovación es Scarecrow Video, sede del mayor archivo privado de video y “medios físicos” de Estados Unidos. Videos, DVD, Blu-ray y LaserDisc están en sus estanterías. Según Matt Lynch, responsable de la tienda, hay unos 145.000 títulos expuestos.

¿Por qué tantos? Es una pregunta terrible, dice Lynch. “Uno no entraría en el Louvre y diría: ‘¿Por qué tienen tantos cuadros? Alguien tiene que mantener este material vivo y a disposición de la gente que quiera verlo”. Lo llama “una historia cultural que no vas a encontrar en ningún otro sitio”.

El ambiente es el de un videoclub de la vieja escuela, aunque la organización no es la habitual. Una sección se llama “Pequeños Bastardos”, “para cualquier cosa pequeña que quiera matarte, como ‘Chucky’ o ‘Leprechaun’”, dice Matt Lynch.

“No es nostalgia, es historia, historia cultural”, dice de la tienda. “Todos tenemos experiencias comunes. Todos vemos las mismas películas, experimentamos el mismo arte. Estas películas recogen todas esas experiencias para nosotros”.

Y esa es la otra cara de Seattle: la que se niega a marchar con la multitud.

Desde la escultura de 5,7 metros del Troll de Fremont, que agarra un auto con la mano en un paso subterráneo de la autopista, hasta la música grunge, que se convirtió en el sonido de una generación, la historia de innovación de Seattle significa que siempre hace lo suyo.