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01:04 - Fuente: CNN

Gaziantep, Turquía (CNN) – Mis padres se despertaron aterrorizados, gritando mientras el suelo temblaba debajo de nosotros. Les grité que se pusieran a cubierto. “Va a terminar pronto, va a terminar pronto”, grité, incluso cuando parecía que nunca terminaría.

Eran poco más de las 4:15 a.m. y estaba en la casa de mis padres en Gaziantep, al sur de Turquía. El barrio estaba sumido en la oscuridad cuando sentí el primer temblor.

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No estaba demasiado preocupado al principio. Es solo otro sismo menor, del tipo que sentimos cada dos meses por aquí, pensé. Pero luego el temblor se hizo más y más fuerte.

Solo unos segundos después, se movía tanto que los muebles se caían y podía escuchar los objetos rompiéndose. Mis padres estaban gritando. “Quédense debajo de los marcos de las puertas”, les grité, rogándoles que mantuvieran la calma.

La fuerza se sentía como si alguien tratara de derribarme, podía sentir las violentas reverberaciones en mi pecho. Caí al suelo. El temblor siguió. Pasaron minutos antes de que finalmente se detuviera.

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Salimos corriendo de la casa, en pijama y pantuflas. Hacía mucho frío y llovía a cántaros. Había nieve en el suelo. Todo el barrio estaba en las calles.

Veinte minutos después, justo cuando pensábamos que podría haber terminado, llegaron las primeras réplicas. Conté 11, una tras otra.

Me apresuré a entrar para tomar algunos abrigos y botas adecuadas y saltamos a un automóvil para movernos a un área abierta, lejos de los edificios. Escuché ambulancias y camiones de bomberos que se dirigían al casco antiguo, que está lleno de estructuras más viejas y frágiles.

Las réplicas siguieron llegando durante el día. Algunas eran increíblemente fuertes. Una golpeó cuando estaba justo al lado de un gran edificio gravemente dañado. Un agente de protección civil les gritó a todos que corrieran.

La ciudad de Pazarcik sufrió daños importantes en el terremoto mortal del lunes.

Todas las calles quedaron dañadas

Más tarde, conduje hasta Pazarcık, una ciudad de 35.000 habitantes que está más cerca del epicentro. Se sentía como el armagedón. Hay al menos un edificio completamente destruido en cada calle.

Un sirio que vive allí me dijo que el edificio contiguo al suyo se había derrumbado. Alguien, una mujer, dijo, todavía estaba adentro cuando el edificio se derrumbó y los rescatistas estaban cavando entre los escombros tratando de encontrarla.

Me quedé en Pazarcık durante 30 minutos y, en ese corto tiempo, sentí cuatro réplicas. No parecía seguro quedarme, así que conduje de regreso a Gaziantep.

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Fue entonces cuando el suelo empezó a temblar de nuevo. Se sentía bíblico. Todos salieron corriendo de sus autos. El temblor fue tan fuerte que apenas pude mantenerme de pie. El agua en la zanja junto a la carretera se agitaba violentamente de un lado a otro como en una tormenta.

Las personas que intentaban salir de Gaziantep quedaron atrapadas en un atasco de tráfico que se prolongó durante varios kilómetros. Había grietas en la carretera y un coche destrozado a un lado de la carretera.

En Gaziantep, estamos refugiados dentro de una mezquita donde es más seguro que en nuestra casa. Los trabajadores municipales han estado distribuyendo agua, pan y arroz tibio.

Sé que sería aún más seguro permanecer afuera, en caso de que haya más réplicas. Pero la temperatura está justo por encima del punto de congelación. Mis padres no pueden quedarse a la intemperie.

Eyad Kourdi informó desde Gaziantep e Ivana Kottasova escribió desde Londres.