(CNN Español) – Atado en la muñeca, en el pelo, en la mochila, en el cuello, usado como una prenda de vestir o como cubrebocas… En todas sus presentaciones, el pañuelo verde es uno de los símbolos más importantes del feminismo moderno en Argentina.
Su difusión masiva está ligada a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que desde 2005 lideró las movilizaciones de mujeres a favor del aborto en el país. Tras 15 años de presentaciones de proyectos de ley, marchas, asambleas, reclamos populares, debates y derrotas parlamentarias, el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) recibió la aprobación completa del Congreso en diciembre de 2020. En enero de 2021, el presidente Alberto Fernández promulgó la ley.
Pero antes del reconocimiento legal de ese derecho, la experiencia de movilización argentina y la marea de pañuelos verdes ya se había convertido en referencia para otros países latinoamericanos y hasta para grupos feministas de EE.UU.
El origen de esa prenda triangular condensa dos tradiciones de lucha y su protagonismo incluye, además, una pequeña cuota de azar.
El pañuelo verde nace de un símbolo de identidad con historia en Argentina
El pañuelo verde del feminismo es “un heredero histórico del pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo”, sostienen las investigadoras Karina Felitti y Rosario Ramírez Morales, en un artículo publicado en la revista de antropología Encartes. Las Madres, toda una institución en lo que respecta a la lucha por los derechos humanos en el mundo, son mujeres que, en 1977, durante la última dictadura cívico-militar, se organizaron y enfrentaron al terrorismo de Estado para reclamar por el paradero de sus hijos desaparecidos. Décadas después, en 2003, en la ciudad de Rosario, con un tono elegido casi por casualidad, las asistentes al XVIII Encuentro Nacional de Mujeres (ahora Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries) le otorgaron una nueva identidad al pañuelo y lo impulsaron como símbolo de la militancia por el aborto.
En ese encuentro escaseaba la tela violeta, color representativo de los movimientos feministas a nivel internacional. Según le dijo Marta Alanís, fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir, al diario Página 12, ellas tenían en cuenta que el amarillo era símbolo papal, el rojo ya lo usaban varios partidos políticos, el azul o el celeste tenía que ver con la bandera argentina, y el blanco era del pañuelo de las Madres y Abuelas. Por eso, se eligió el verde “como color de la esperanza de una vida mejor para las mujeres, porque se asocia a cosas saludables”. Más adelante, el pañuelo de tres puntas se convirtió en emblema de la Campaña Nacional por el Aborto y hasta estuvo presente en la primera marcha de “Ni una menos”, en 2015. Miriam Rossana Sarapura, referente de la cooperativa textil salteña Diseño de mi Pueblo, recuerda que su emprendimiento estuvo entre los primeros convocados cuando aumentó la demanda de fabricación de los pañuelos verdes, y al principio les costó “conseguir quién estampara las letras, porque había gente que no estaba de acuerdo con el aborto”. Sarapura le dice a CNN que por entonces llegaron a producir miles de unidades “con rollos y rollos de tela, en tono verde Benetton”.
La Campaña Nacional por el Aborto los vendía a un precio simbólico durante las marchas, en universidades públicas y espacios de movimientos feministas, para financiar la producción de más pañuelos. Con el paso de los años, el símbolo se consolidó como un elemento de identidad y una especie de lazo de hermandad, que trascendió los movimientos políticos y se coló en las pertenencias de miles de jóvenes en todo el país. Flor Alcaraz, periodista y codirectora de LatFem, le dice a CNN que “todo lo que se logró en estos años de revolución feminista tuvo su derrame en los espacios más cotidianos, en los barrios, en los lugares de trabajo y estudio”. Y concluye que “hay transformaciones de las cuales no hay marcha atrás”.
¿Por qué el pañuelo verde del feminismo argentino cruzó fronteras?
María Rachid, fundadora de la Federación Argentina LGBT+ y de la organización La Fulana, le dice a CNN que “los movimientos sociales hemos aprendido lo importante que es conocer las experiencias de otros países para tomarlos como prácticas en la elaboración de experiencias propias”. Y símbolos como el pañuelo verde “logran representar muy bien, y de manera gráfica, una demanda concreta”.
Por su parte, Alcaraz sostiene que “la potencia del feminismo argentino, sobre todo por la masividad de la ocupación callejera, siempre ha sido observado por la región”. A raíz del surgimiento del movimiento “Ni Una Menos” en 2015, dice, “en América latina y el Caribe hubo un crecimiento exponencial de las movilizaciones que convocaban las mujeres, lesbianas, travestis y trans feministas”. Y añade que se ha avanzado en “experiencias trasnacionales” en reclamos asociados a la despenalización del aborto o el rechazo a la violencia machista y los feminicidios.
Aunque el pañuelo cambió de color en algunos países y las consignas impresas en ellos pueden variar, Felitti y Ramírez Morales destacan que se mantiene la “misma convicción, que se canta a los gritos y se baila en las calles: “¡Aleeerta! ¡Aleeerta! ¡Alerta que camina la lucha feminista por América Latina!”.